El negro de mierda y los fascistas mutilzarras

Estos días están siendo noticia los respectivos juicios por dos sucesos significativos del reciente pasado. El primero de ellos el acoso y violencia que sufrió la Peña Mutilzarra en la plaza de toros durante los Sanfermines de 2022, acoso que llevó ya fuera de la plaza incluso a que el presidente de la peña recibiera un puñetazo.

El segundo incidente nos remite también al año 2022, en este caso al Día de la Hispanidad, fecha en que un ciudadano de Pamplona, negro y cubano para más señas, tuvo la ocurrencia de pasearse con una bandera española por delante de un grupo de aberchalados contrarios a esta celebración. Naturalmente tuvo que padecer todo tipo de insultos e incluso varios intentos de ser “acariciado”, incluyendo el de “negro de mierda” entre los improperios que recibió.

Resulta bastante irónico que la izquierda y el nacionalismo inventaran los delitos de odio para perseguir a quienes cuestionan sus discursos y que ahora sean víctimas de su creación. Porque efectivamente, estas cosas son las que pasan cuando el que crea el delito de odio es el mayor y peor odiador. Algo parecido puede pasar con los bulos. Si empiezan a perseguirse los bulos y la desinformación, los principales afectados (al menos mientras los principales afectados no sean los mismos que nombran los jueces) lo mismo acaban siendo, tras el propio gobierno, los medios y partidos que ahora jalean la censura y la represión.

Así las cosas, ahora de lo que se trata como siempre en defensa de los “txabales” es de pretender que no hubo dleito de odio alguno. Que al negro no le insultaron por llevar una bandera de España y ser negro, y que lo mismo le hubieran llamado negro de mierda si hubiera sido rubio con ojos azules y lo mismo le hubieran intentado pegar si hubiera llevado una bandera jamaicana.

En cuanto a los que atacaron a la Peña Mutilzarra, otrotanto de la misma mercancía averiada. Que no hubo odio ni motivación política o ideológica, pese a que los atacantes llevaban camisetas de “Gora Herria” y llamaban a los agredidos machistas, fascistas, asesinos y cuneteros. Ahora los acusados y sus defensores tratan de reducir todo a un “rollo entre peñas”, como la típica pelea imaginaria entre “txabales” de otras peñas a ver quién es más defensor de la ikurriña o los presos de ETA.

La pregunta final es la de siempre. ¿Quienes son aquí los que pueden exhibir tranquilamente su bandera y los que no? ¿Quienes son los que pueden hablar en voz alta y los que no? ¿Quienes son los que pueden celebrar un mitin o poner un puesto en la calle tranquilamente y los que necesitan escolta? ¿Quiénes son los que pueden formar parte de una lista sin miedo y los que no? Pues los que no pueden esos son los que padecen el odio y la violencia, y los que sí pueden esos son los odiadores y los violentos. Y si estas agresiones e insultos se producen porque alguien crea previamente un clima adecuado de odio, ¿qué partidos y qué medios son los que lo crean? A los “txabales” que practican la violencia ultranacionalista y ultraizquierdista, ¿se les defiende o se les reprime? ¿O estas preguntas sólo son pertinentes dependiendo del agredido y el agresor?

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2 respuestas

  1. Por mí las peñas de Pamplona (justamente con la excepción de Mutilzarra) son uno de los últimos reductos de los violentos de ETA y amigos… todo ello tolerado y hasta fomentado por media Navarra, por ejemplo la que va a la plaza de toros en Sanfermines.

  2. Las peñas, los txabales y los Indar Gorri forman todos parte de lo mismo. Son los agentes de la borroka fascista abertzale a la que ya parece que nos hemos acostumbrados y que tenemos que sufrir. ¡ Por unos Sanfermines sin peñas abertzales y Osasuna sin hooligans de Indar Gorri !

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