Pablo Iglesias ha hablado en diversas ocasiones de la vida de su familia durante el franquismo y la Guerra Civil. En concreto, su abuelo habría sido condenado a muerte, luego la pena conmutada a cadena perpetua y finalmente habría salido en libertad a los pocos años de terminar la Guerra, aunque habría quedado sometido a una estricta vigilancia. Manuel Iglesias habría sido un humanista, un demócrata y una víctima de la represión franquista ajena a cualquier acto previo que la explicara.
Esta es al menos la versión del propio Pablo Iglesias o la de un libro, en la que aparecía la historia del abuelo del líder de Podemos, publicado al amparo de la Ley de Memoria histórica.
Pero existe otra versión.
Esta segunda versión es la que se deduciría de las actas del tribunal que le juzgó y le condenó.
Según relata una información de La Gaceta, en esas actas aparece la declaración de María Ceballos Zuñiga y Solís, Marquesa viuda de San Fernando, natural de la localidad de Villafranca de los Barros (Badajoz), según la cual el abuelo de Pablo Iglesias estaba en la partida de milicianos que el 7 de noviembre de 1936 detuvo a su marido, Joaquín Dorado y Rodríguez de Campomanes, Marqués de San Fernando, y a su hermano, Pedro Ceballos. Ambos habrían sido entregados tras su detención a la checa de milicias situada en la calle Serrano 43 y fusilados en la Pradera de San Isidro.
La partida que detuvo a los fusilados, además del abuelo de Pablo Iglesias, incluía según las declaraciones de varios testigos a Ángel Medel Larrea, Manuel Carreiro “el Chaparro”, Jesús Yuste “el Cojo de los Molletes”, Antonio Delgado “el Hornachego” y otros dos milicianos de los que solamente se conoce el apodo “el Vinagre” y “el Ojo de Perdiz”.
Al día siguiente de la detención fueron varios los empleados y vecinos de la casa de la calle del Prado número 20 los que fueron a pedir explicaciones a Manuel Iglesias, al que conocían los marqueses por ser de la misma localidad. Los testigos declararon que el abuelo del líder de Podemos les dijo que no le molestaran más porque lo “habían fusilado en la Pradera del Santo”.
Siendo el abuelo del líder de Podemos delegado gubernativo, habría sucedido también en Villafranca de los Barros que se prendió fuego a una de las iglesias locales usada como cárcel de derechistas y católicos, produciéndose entre ellos múltiples muertos y heridos.
Manuel Iglesias vio conmutada su pena de muerte por una condena a 30 años mediante una orden firmada por el propio Franco, y cinco años después fue excarcelado por el sobreseimiento provisional de su causa ante la imposibilidad de continuar con la instrucción y, según explica La Gaceta, por chocar con el “espíritu de las últimas disposiciones dadas” en el marco de la Justicia Militar.
La historia del abuelo de Pablo Iglesias, de ser tal como la refiere La Gaceta, se asemejaría a la de muchos otros represaliados del franquismo que no por serlo pueden ser considerados defensores de la libertad y de la democracia, sino todo lo contrario. Sin dudar de que muchísimas de las víctimas del franquismo fueran inocentes, entre ellas también se cuentan los autores de las decenas de miles de crímenes que tuvieron lugar en la zona republicana. Por lo menos aquellos a los que pudo capturar el bando nacional.
Uno de los casos más conocidos es el de García Altadell.
García Altadell, según cuenta el famoso cineasta Luis Buñuel en sus memorias, «no era más que un bandido, un canalla, pura y simplemente, que se proclamaba socialista. En los primeros meses de la guerra había creado en Madrid, con un pequeño grupo de asesinos, la siniestra Brigada del Amanecer. Por la mañana temprano, penetraban por la fuerza en una casa burguesa, se llevaban a los hombres “de paseo”, violaban a las mujeres y robaban cuanto caía al alcance de su mano. García, a quien los fascistas buscaban ávidamente, era una de las vergüenzas de la República”.
Cuando la suerte de la República quedó decantada, Altadell huyó a Marsella donde vendió las joyas que había robado a sus víctimas y embarcó rumbo a Suramérica. Según sigue relatando Buñuel, “el barco tenía que hacer escala en Santa Cruz de Tenerife, en poder de los franquistas. El embajador no vaciló en avisarlos a través de una Embajada neutral”.
De este modo Garcia Altadell, considerado como un asesino hasta por los propios republicanos con un mínimo sentido de la moralidad, fue detenido, condenado y ejecutado. Lo que no aporta un ápice de dignidad a su trayectoria criminal.
2 respuestas
Y en base a la documentación extraida de un juicio franquista, que por supuesto nadie duda de que contó con todas las garantías procesales, y a la declaración de una marquesa en dicho juicio, ya tiene NC nuevo dogma de fe.
Espero que se sacien de sus fuentes selectivas.
Como el refrán ‘Puta la madre, puta la hija, puta la casa que las cobija»
Y la mala leche que mamó….