Ayer en el Congreso volvió a vivirse otro momento estrambótico al ser llamados golpistas los golpistas de ERC, provocando la viva indignación de los golpistas de ERC. O sea, que declarar unilateralmente una república independiente no es un golpe de estado, o sólo lo es si sale bien, o si se hace con inteligencia, como si no pudiera haber golpes de estado fallidos o golpistas estúpidos. El estrambote se multiplicó cuando la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, ordenó borrar de las actas la acusación de golpismo a ERC. Todo esto poco después de que el vicepresidente del gobierno haya acusado en el Congreso de golpismo a la oposición, como consta en las actas ya que la presidenta tiene un curioso criterio en el manejo de la goma de borrar. Los socios del gobierno objetivamente están condenados por sedición, pero incluso prescindiendo de Junqueras y compañía seguiría siendo históricamente justo y pertinente calificar a ERC como de partido golpista.
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En la consideración de estas cuestiones siempre hay quien piensa que no se debe entrar, que no hay que dar la batalla, que no se debe caer en la provocación, que se desvía el foco de atención, pero esta postura de no dar nunca la batalla histórica y dialéctica lleva a la derecha a jugar siempre en desventaja y siempre en el marco de debate que le marca el rival. No había que hablar del FRAP porque había que hablar de Marlaska; pues bien, ¿acaso ha dimitido Marlaska? ¿Acaso sirve de algo no hablar del FRAP? Es por ello que merece la pena dedicar unas líneas a recordar también el pasado golpista y totalitario de ERC. No porque sea peligroso que Rufián llegue a creerse un defensor de la libertad y un luchador contra el autoritarismo, sino porque se lo llegue a creer la sociedad.
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Para empezar, ERC es un partido que nace en 1931 por la unión del Partit Republicà Català, de Lluís Companys, y Estat Català, de Francesc Macià. Acaso el propio Gabriel Rufián no lo sepa, pero ERC fue considerada en sus inicios como el partido fascista de Cataluña. No es sólo era que ERC era percibida por los demás a izquierda y derecha como fascistas, es que la ERC tenía su milicia paramilitar de la que hablaremos a continuación, por no mencionar que la ERC organizaba todo tipo de actos públicos y desfiles al estilo fascista que se llevaba entonces en Alemania e Italia, cosa que algunos de sus líderes reconocían abiertamente, como Josep Dencàs, para más señas Delegado de Gobernación de la Generalidad.
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A diferencia del PP, Ciudadanos o VOX, se puede decir que ERC es un partido que ha tenía su propia milicia armada, los «escamots», algo que le aleja completamente de lo que sería el concepto de un partido democrático y que le emparenta en cambio con los nazis y sus camisas pardas. La única diferencia es que los escamots llevaban camisas verdes, cosa que por otro lado tampoco se aprecia demasiado en las fotos en blanco y negro. El embrión de los escamots había sido creado en 1922 por Estat Català, e incorporado a ERC tras la unión de Estat Català con el Partit Republicà. Francesc Macià, el fundador de Estat Català, encargó el mando de los paramilitares de ERC a Miquel Badía, militante de Estat Català, jefe superior de los servicios técnicos de la Comisaría General de Orden Público de la Generalidad, más conocido como el “Capità Collons”. Badía se convirtió en los años 30 en el terror de los sindicalistas anarquistas detenidos, a los que se torturaba sistemáticamente. A tal punto esto era así que los hermanos Miquel y Josep Badia fueron asesinados en abril de 1936 no por falangistas o derechistas, sino por pistoleros anarquistas. No merece la pena extenderse demasiado sobre las andanzas de ERC y los escamots bastando con ser conscientes de que hablamos de una fuerza con milicias y pistoleros dedicados a matar rivales con un criterio extensivo, no sólo por tanto a los que tenían enfrente sino a los que tenían al lado. Cualquier parecido con un partido democrático obviamente es política ficción.
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A todo esto habría que añadir el indiscutible episodio golpista de octubre de 1934, cuando la izquierda y el nacionalismo se negaron a aceptar la victoria de la derecha en las urnas en 1933. Sumándose a la rebelión en Asturias, Companys proclamó en Barcelona “la República Catalana como Estado integrante de la Federación Ibérica”, en el marco de una intentona golpista que se saldó con unos 2.000 fallecidos. En palabras de Salvador de Madariaga: “Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936”.
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8.000 asesinados durante la Guerra Civil
Cuando recordamos el pasado de ERC tampoco podemos dejar de recordar las cerca de 10.000 personas que fueron represaliadas en Cataluña por el terror republicano, siendo Companys presidente de la Generalidad.
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Finalmente, procede añadir al pasado criminal de ERC la historia de la organización terrorista Terra Lliure, creada en 1978 y disuelta en 1991, la cual cometió cientos de acciones violentas incluyendo en su balance 5 asesinatos y varias docenas más de personas heridas. Los militantes-terroristas de Terra Lliure negociaron disolverse para pasar a formar parte de ERC. Es decir, el árbol genealógico de ERC hasta Rufián es un verdadero ejemplo de fervor antidemocrático.
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En todo este asunto y con todos estos antecedentes resulta bastante chocante que ERC no se haya tenido que refundar, algo que por cierto también se le podría aplicar al PSOE. Es decir, cualquier otro partido que acumulara un pasado semejante no podría seguir conservando sus siglas. Nadie podría presentarse hoy en día como un partido democrático con semejantes antecedentes. Lo que sucede es que en España la izquierda, seguramente por el franquismo, no ha tenido nunca que hacer autocrítica, asumir sus errores y refundar sus organizaciones políticas. Pero no sólo porque la represión franquista lavara todo su pasado, sino porque la derecha, volviendo al principio de este escrito, ha renunciado durante décadas a trabajar la memoria histórica y hacer saber a los españoles el pasado totalitario y golpista de todos estos partidos. Así hemos llegado al presente y a la paradoja de que la derecha, que sí ha hecho autocrítica y sí se ha refundado, resulta que es sistemáticamente tratada de fascista, mientras que la izquierda que ni se ha refundado ni ha hecho autocrítica se presenta constantemente como un modelo de ejemplaridad democrática. Cosas que pesan por estar siempre perdidos en los tacticismos y no abordar nunca las cuestiones de fondo.
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Un comentario
´La derecha no debió hacer autocrítica cobarde. Los hechos históricos autorizaban su comportamiento.