«Si Balas está muerto, mejor»: el apagón de la UCO

El día del gran apagón nos dimos cuenta a escala colectiva y por segunda vez en poco tiempo, la primera fue la pandemia, de lo vulnerable que es nuestro pequeño esquema de cosas que damos por seguras. Un fusible y el país queda paralizado. Todavía no sabemos qué sucedió para provocar aquello, como si hubiera millones de cosas distintas que pudieran haberlo provocado, mayor motivo para reflexionar sobre lo vulnerable que es nuestro pequeño paso más allá de la caverna. En el caso del apagón lo cierto es que sí que todos tenemos más o menos claras dos cosas sobre lo sucedido: primero que el apagón fue resultado de un mix energético suicida, producto de la agenda política del gobierno sobre la energía, y segundo que precisamente por esto no se puede esperar que el resultado de una investigación del gobierno sobre lo sucedido acabe culpando al gobierno. Lo sabemos los españoles, lo saben los ingleses y lo saben los chinos. Pero no es en el apagón en lo que hoy toca centrarnos, aunque hablando de la vulnarabilidad de nuestros esquemas todo esté relacionado.

¿De qué depende el sanchismo? Todo sugiere ahora mismo que del avance de una serie de líneas de investigación que rodean al presidente del gobierno. Quien primero es consciente de este hecho es el propio sanchismo, que ya habría encargado a una “liquidadora” buscar lo que sea, como sea, para desacreditar al jefe de la UCO, el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Balas. Es de sospechar que matar al jefe de la UCO no es el primer paso sino el segundo. Lo lógico es que previamente a la fase “matar” haya habido un intento de fase “comprar” o “amenazar”. Si hay que buscar algo para matar al jefe de la UCO, es que eligió plomo en vez de plata, no se le ha podido asustar o comprar.

El problema es que ahora todos dependemos de un hombre y no puede ser, o no debería ser, que todo dependa de un hombre mortal. Nos podemos sentir afortunados de que al frente de la UCO haya alguien que no se deje comprar ni asustar. Si además no se deja “matar” sería ya fabuloso. ¿Pero y si no hubiera sido así? A estas alturas no estaríamos esperando ningún informe de la UCO sobre Santos Cerdan, sobre Abalos, sobre Koldo, sobre Begoña Gómez, sobre David Sánchez ni sobre ninguno de los personajes que componen el degradado entorno del presidente del gobierno.

¿A cuánto hemos estado de un gran apagón en la UCO? ¿Qué presiones, por todo lo hoy conocido, no habrá tenido que soportar el jefe de la UCO? De 100 hombres, ¿cuántos hubieran preferido no complicarse la vida o garantizarse una carrera apoteósica? ¿Y si el esperado informe de la UCO sobre Cerdán fuera un bluff? Pensando muy maquiavélicamente, hasta podría pensarse que la publicación de estas maniobras para matar al jefe de la UCO son una forma de otorgar credibilidad a un informe de la UCO que después resultara exculpatorio para Cerdán y compañía. No parece la explicación más racional, pero esperemos a ver qué sucede cuando ese informe por fin vea la luz.

Matar al jefe de la UCO es por otro lado un hecho absolutamente inculpatorio. Es como cuando el gobierno admite que se le ha intentado chantajear con unos mensajes privados de wassap. Sin algo delictivo que tapar, no hay chantaje posible. Por consiguiente, la mera existencia del chantaje y el reconocimiento de su existencia implica la existencia de algo tan sucio como para derribar al gobierno, aunque no sepamos aún de qué se trata. Lo mismo sucede con estas maniobras para tratar de destruir al jefe de la UCO. Si no hubiera nada que la UCO pudiera descubrir, no haría falta intentar matar al responsable mayor de la investigación. ¿Ha dimitido hoy alguien en el PSOE o en gobierno por este complot conta la UCO? Algo huele mal en Dinamarca, en el gobierno de Sánchez no hay nada que no huela a pescado podrido.

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