Mientras España atraviesa su propio lodazal, en Argentina se abre de par en par el escenario en el que acaba dando con sus huesos en la cárcel, o al menos bajo arresto domiciliario, la ex-presidenta socialista Cristina Kirchner, acusada de corrupción. Bajo su mandato se empobrecía el país, ella no.
Las cantidades de las que se viene hablando rondan los 70 millones de dólares, que la líder socialista argentina debería devolver a las arcas estatales. Hablamos por tanto de una cantidad enorme de dinero, no digamos si la traducimos a pesos argentinos, con la que la estrella de progresismo hispanoamericano se enriqueció.
¿Qué es sin embargo lo que estamos viendo por parte de la izquierda a ambos lados del Atlántico? Cristina Fernández de Kirchner, pese a su condena, está recibiendo un apoyo cerrado desde la izquierda. No es la primera vez que Kirchner es condenada por este caso y recibe este apoyo, sólo que ahora la condena es firme y puede resultar ineludible. La cuestión es que el tipo de apoyo que está recibiendo Kirchner tras ser condenada es el mismo que está recibiendo todo el entorno sanchista bajo sospecha. Cuando la que roba es la izquierda, no puede perseguirse la corrupción. Los jueces que persiguen la corrupción de la izquierda son prevaricadores.
La sentencia recién publicada no hace por otro lado más que certificar lo que desde hace ya muchos años es un clamor en Argentina. En 2016, Cristina Kirchner donó patrimonio a sus hijos, que sumado la herencia de Néstor Kirchner acumulan un patrimonio de decenas de propiedades inmobiliarias. En 2015, antes de la donación, Cristina Kirchner declaró 26 propiedades que incluían 18 casas, 2 locales, 4 departamentos y 1 terreno. El paso de los Kirchner por la política dejó arruinado al país, pero convirtió en millonarios a los Kirchner, es la historia de siempre del socialismo.
Resulta significativa la encendida pasión con la que por ejemplo Irene Montero defiende el enriquecimiento de los corruptos izquierdistas y sus descendientes. ¿Quién puede esperar que con estos socios Pedro Sánchez pueda perder sus apoyos por algún caso de corrupción? La lucha contra el fascismo, que es todo el que piense distinto, lo justifica todo. O tal vez el proceso sea el inverso: para poder justificar todo lo que hago, me tengo inventar el relato de que estoy luchando contra el fascismo.
