Oleada de violencia “migrante” en la Merindad de Pamplona

Hace pocos meses tuvimos que ver cómo poco menos que le llamaban loco a Enrique Maya, el alcalde de Pamplona, por osar señalar que buena parte de los delitos que se estaban cometiendo en Pamplona, con el consiguientemente aumento de la inseguridad, eran llevados a cabo por delincuentes de origen inmigrante. Loco, mentiroso y fascista. Qué podía saber el alcalde de Pamplona sobre los delitos que se cometen en Pamplona. La violencia migrante no existe. Además este es un tema que no se puede tocar porque alienta la xenofobia. O sea, el peligro de que aumente la xenofobia contra los inmigrantes no es que aumente la violencia relacionada con la inmigración, sino hablar de ello. Lo que hay que hacer no es afrontar el problema para tratar de atajarlo, sino taparlo. El resultado de tapar el problema en vez de afrontarlo lo estamos viendo. Y el resultado de lo  que estamos viendo será la xenofobia. Porque al final la alfombra acaba adoptando una forma un poco rara si le metes un elefante debajo.

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Por orden de gravedad, lo primero que tenemos es una persona muerta en Villava, de nacionalidad dominicana, acuchillada por otra persona dominicana que se ha dado a la fuga.

A continuación tenemos un colombiano herido grave al ser agredido con una botella rota, por otro hombre de nacionalidad colombiana.

En tercer lugar, y ni siquiera estamos siendo exhaustivos sino sólo recogiendo los sucesos más llamativos de este último fin de semana en los medios, tenemos a cinco magrebíes detenidos en el casco viejo de Pamplona acusados de intimidar y robar en grupo a los paseantes y vecinos de la zona.

¿Qué tiene que pasar para que dejemos de negarnos a ver el problema? ¿Qué tamaño tendrá ya el problema cuando decidamos afrontarlo? Y si nos preocupa la xenofobia, ¿cuántas personas se habrán vuelto xenófobas para cuando los poderes públicos y particularmente los partidos de progreso decidan hacer algo al respecto que no sea censurar las noticias y los datos? Los primeros perjudicados por no hacer nada al respecto son los propios inmigrantes. Primero porque frecuentemente son ellos los primeros que sufren la violencia de otros inmigrantes. Segundo porque no atajar el problema acaba manchando la imagen del conjunto de los inmigrantes. Como mínimo resulta preciso saber quién entra en el país y con qué antecedentes en origen. Es imposible saber esto segundo sin lo primero. Y por supuesto hay que estar vigilante para sacar del país a la gente problemática no dando a nadie que viene de fuera una tercera, quinta o trigesimosexta oportunidad de delinquir.

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