Algo está yendo muy mal. Hace menos de un mes el PSOE y Podemos se llevaban en las urnas un revolcón descomunal. La descomposición de la izquierda era absoluta. Toda la campaña electoral había girado en torno a las dificultades de la gente para llegar a fin de mes, las mentiras de Pedro Sánchez, las rebajas en las penas de los violadores, la politización de la Justicia y las listas llenas de asesinos de Bildu. Toda la camarilla remanente de Pablo Iglesias había colapsado. La derecha tenía el foco de debate donde tenía que estar para ganar. Ahora todo se ha ido al garete por la propia torpeza de la derecha. ¿Dónde está el foco ahora? En la división entre los populares que dicen que VOX es un partido machista, racista y homófobo y los populares que pactan con VOX. O sea, entre los populares que pactan con VOX y los populares que descalifican a los populares que pactan con VOX. El debate, creado por la propia derecha, es por tanto si VOX es un partido detestable o no. El otro punto de debate es si votar a la derecha sirve para algo, como en la Comunidad Valenciana, o si los partidos de la derecha son incapaces de ponerse de acuerdo para gobernar y hay que repetir las elecciones, como parece que puede suceder en Extremadura. ¿Cómo se van a ganar las generales de julio si la campaña electoral gira en torno a estos focos de atención?
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Una repetición de las elecciones en Extremadura resultaría particularmente catastrófica. El mensaje enviado a los electores extremeños, pero también al conjunto nacional, es que votar a la derecha es inútil, que el voto útil es el PSOE. Si se repitieran las elecciones o ganaría el PSOE o volveríamos al punto de partida, con una mayoría del PP y VOX. ¿Qué hacer entonces? ¿Volver a repetir una segunda vez? ¿Se puede ser más torpe para pedir indirectamente el voto al PSOE?
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Feijóo debería aclarar a los españoles qué es lo que quiere hacer y cuál es su apuesta: ¿lo de la Comunidad Valenciana o lo de Extremadura? Mantener la incertidumbre es llamar a la desmovilización. Puedes apostar por el rojo o por el negro, y perder, pero es imposible ganar sin apostar.
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La derecha no se las podía haber apañado mejor para desmovilizar a su electorado y movilizar al de la izquierda. Para desmovilizar a su electorado porque el mensaje de la derecha ahora mismo es que es votar el caos extremeño, o el anchoísmo radical de Revilla. Al PP sólo le falta pactar una comunidad con el PSOE para cubrir todas las posibilidades del Abanico: pactar con VOX, pactar contra VOX, pactar con los socios de Sánchez y hasta tirar a la basura la victoria convocando nuevas elecciones.
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Al menos el que vota a la izquierda sabe lo que vota, lo que ahora mismo no es una ventaja menor. Llevamos más de una semana sin hablar de los desastres del sanchismo. Toda la izquierda desmovilizada ve ahora que a lo mejor al final puede ganar, que a lo mejor merece la pena todavía votar. La izquierda además tenia la intención de hacer girar la campaña en torno al miedo a la llegada de VOX, pero esa campaña se la está haciendo la mitad del PP y Feijóo con su indefinición. No es la izquierda la que está llamando machista, racista y homófobo a VOX, sino buena parte del PP y buena parte por tanto de su artillería mediática. La campaña de la izquierda la está haciendo la izquierda y la mitad del Partido Popular. Medio PP está acusando de haber pactado con el machismo, el racismo y la homofobia al otro medio PP, ante la incomparecencia de Feijóo que no se sabe con qué parte del PP está de las dos. Estamos a un mes de las elecciones y a la izquierda no le puede ir mejor y a la derecha no le puede ir peor.
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Por si fuera poco, VOX acomete una serie de cambios extraños que afectan a alguna de sus figuras más valiosas, desde Rubén Manso hasta Iván Espinosa de los Monteros, al menos en términos de influencia. Según se atribuye a San Ignacio de Loyola en tiempos de tribulación no hay que hacer mudanza, desde luego no cambies a alguien por otro que no sea mejor que el que vas cambiar, pero sobre todo no cambies nada de algo que está funcionando bien, y por encima de todas las cosas no lo cambies en plena campaña electoral.
Abascal, a ver si te aclaras. Vox prescinde de su portavoz económico, Rubén Manso https://t.co/Ls6DKpoeNm
— Hispanidad (@web_hispanidad) June 21, 2023
Hay una marea de españoles demandando un cambio de gobierno. Lo muestran las encuestas. Lo muestra el resultado de las elecciones autonómicas y municipales. Lo muestra el sentir popular. La derecha esta vez no tiene que movilizar a la masa, sólo ponerse delante de ella. La cosa es mucho más sencilla que salir con una bandera a ver si alguien te sigue, es ponerte con la bandera delante de la muchedumbre que ya está movilizada. Es muy difícil fastidiarlo todo ahora, pero la derecha puede conseguirlo si se empeña. El camino para darle contra todo pronóstico la victoria a Sánchez el 23 de julio es pasarnos todo este tiempo hasta las elecciones, en vez de hablando de los desastres del sanchismo, hablando de las divisiones de la derecha, del machismo de la derecha o de la incapacidad de la derecha para gobernar ni aún ganando las elecciones.
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La derecha aún está a tiempo de rectificar y devolver el debate a su cauce. Pónganse de acuerdo amistosamente o hagan como Chivite y dejen los acuerdos en todos los lugares problemáticos hasta después de las generales, pero ahoguen ahora mismo cualquier otro debate y vuelvan a poner el foco sobre los errores de Sánchez, o tendremos Sánchez para rato y ni siquiera será mérito de Sánchez. ¿Y alguien se imagina lo que puede quedar de España tras otra legislatura de Sánchez?
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2 respuestas
Es inconcebible que dos políticos que aspiran a defenestrar a Sánchez no hayan establecido un protocolo previo. Feijóo y Abascal tienen una responsabilidad histórica, pero están dando muestras de su incapacidad como líderes. Especialmente el PP, quien no tuvo ningún problema anteriormente con «Ciudadanos» y si los tiene ahora con «Vox». Todos aspiran a gobernar con mayoría absoluta, eso no es el problema. El problema está en establecer un mecanismo que satisfaga a los electores cuando eso no se cumple. Sencillo, proporcional y discreto, sin complejos e inteligible para los votantes. La izquierda siempre dirá, es lo suyo, la demagogia es su especialidad.
Los pactos con VOX se tenían que haber hecho rápidamente y estar ya votados o en vías. Y dedicarse ambos a trabajar para echar al tirano Pedro Sánchez del poder.