Hay otro posible orden mundial, pero a lo mejor no es una buena noticia

No es obligatorio que nos tenga que gustar el actual orden mundial, o la parte del orden mundial que nos ha tocado por este rincón. Podríamos empezar reconociendo que el capitalismo es un sistema imperfecto, lleno de cosas a mejorar, claro que sería quizá un tanto exagerado llamar capitalismo al sistema actual en el que estamos, en el que el gobierno se queda con la mitad o más de todo lo que ganamos, el pluralismo informativo brilla por su ausencia, la independencia judicial está en un brete y no hay apartado de nuestra vida por insignificante que sea que no se encuentre híper regulado. Pero bueno, llamemos capitalismo o libre mercado a esto que tenemos siquiera por oposición a otros modelos y para poder seguir con el juego.

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Decíamos que el capitalismo es imperfecto. Evidentemente. En un debate sobre capitalismo-socialismo-comunismo hay que partir de la base de que no existen modelos perfectos, que el Paraíso no existe en la Tierra y que siempre tendremos que elegir entre un modelo imperfecto u otro modelo imperfecto. O sea, que el capitalismo es imperfecto, bajo el capitalismo pasan cosas malas y no sólo se puede sino que se debe criticar y mejorar el sistema capitalista. La cuestión es no caer en lo que podríamos llamar un relativismo indirecto.

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Un relativista es alguien al que le da lo mismo una cosa que otra. Nada está bien o mal. Todo depende del color del cristal con que se mira. Pero también hay personas que creyendo que existe el bien y existe el mal, e incluso abominando expresamente del relativismo, se encuentran sin embargo en el mundo real con que nada es perfectamente bueno. Que cualquier elección es entre una cosa imperfecta y otra cosa imperfecta, no entre lo perfecto y lo imperfecto. De este modo, existe el riesgo de igualar todo por imperfecto exactamente igual que haría un relativista. Dos más dos son cuatro. Un relativista podría decir que lo mismo da decir que dos más dos son cinco, diecisiete o azul. La cuestión es que 3,999 no es la respuesta correcta, pero es mejor y más cercana a la realidad que diecisiete o azul. Si alguien que reconoce que existe una respuesta correcta, pone en el mismo nivel a todas las respuestas incorrectas, en la práctica se comporta igual que un relativista. Un relativista no puede considerar que una cosa está más cerca de la verdad que otra porque no reconoce una verdad, pero quien piensa que hay una verdad, precisamente por creer eso y que hay una referencia objetiva, no sólo puede sino que debe distinguir entre todas las opciones incorrectas e imperfectas cuál no obstante está más cerca de la verdad. Porque incluso en geometría podemos concebir un triángulo perfecto, pero no podemos construir un triángulo o un cuadrado perfecto en el mundo real. Eso sí, podemos encontrar cuadrados mucho peor dibujados que otros. Tal vez un relativista no.

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Otra cuestión que interesa traer a colación en relación a todo esto de la perfección y la imperfección es nuestra querida teoría de la paella. Si en una paella encontramos un grano de arena, y en una playa encontramos un grano de arroz, obviamente la paella y la playa siguen sin ser lo mismo. No es paella mezclada con arroz por un lado y paella mezclada con arroz por el otro, de manera que sería lo mismo comer del plato de paella con un grano de arena que del plato de arena con un grano de arroz. Si alguien se pregunta de qué boniatos estamos hablando pues evidentemente de Amnistía Internacional. En Suecia la policía comete excesos. En Cuba la policía comete excesos. Entonces Cuba y Suecia son lo mismo. La teoría de la paella aparece por toda partes. Constantemente hay gente buscando granos de arena en la paella para decirnos que es una playa. Habitualmente es gente que trata de vender un plato de arena como paella.

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Seguramente todo lo anterior no resulta del todo innecesario a la hora de pensar en el orden mundial que padecemos (porque es imperfecto) y en sus imperfectas alternativas.

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Estos días, sin ir más lejos, se está visibilizando claramente una posible alternativa al actual orden mundial. O también podríamos decir que en el orden mundial actual hay al menos dos alternativas. De hecho la alternativa a Occidente no carece de potencia. Todo lo contrario, en términos territoriales o poblacionales la alternativa minoritaria somos nosotros. Lo miremos como lo miremos, la suma en un mismo frente de países como Rusia, China o India nos convierte a los demás en lo pequeño y lo alternativo, desde algunos puntos de vista al menos. Claro que si países tan enormes y con tantos recursos en realidad no gozan del desarrollo, la prosperidad, la tecnología e incluso la fuerza de Occidente, a lo mejor habría que preguntar qué es lo que falla con ellos. Porque algo falla con ellos para estar por detrás de nosotros que tenemos muchos menos recursos. Seguramente el tipo de ideas y principios que dirigen a estos países tienen problemas de motor que superan incluso los nuestros. Y sí, ahora ya estamos hablando de Pablo Iglesias.

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Cuando Pablo Iglesias se presenta como un azote de la sumisión periodística, de la falta de democracia, de la escasez de transparencia, de la parcialidad de la Justicia o de la violación de los derechos humanos, casi que podríamos estar de su lado. O sea, muchas veces Pablo Iglesias denuncia muchos problemas que son ciertos, no tiene sentido negarlo. El chirrido empieza en el instante en que, como alternativa a nuestro país o a nuestro modelo y sus problemas, propone modelos y países que todavía tienen muchos más problemas que los nuestros, mucha más sumisión de los medios, mucha menos democracia, mucha menos independencia judicial, mucho menos respeto a los derechos humanos y mucha más arena en el plato. Lo que quiere Pablo Iglesias no es una sociedad más libre, sino una dictadura con sus ideas.

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El asunto en definitiva es que nuestro modelo económico, social y político es francamente mejorable y tenemos que mejorarlo, y además existen modelos alternativos en el mundo. Ahora bien, no está claro que algunos de los modelos alternativos que nos proponen no sean mucho más mejorables todavía que el nuestro. En nuestro saquito de pepitas de oro tenemos también una buena cantidad de pedrolos, pero no le cambiemos nuestro saco al vecino hasta no estar bastante seguro de cuántos pedrolos hay en el suyo. Seguramente nos enfrentamos a dos riesgos igual de peligrosos respecto al modelo de sociedad en el que vivimos. El primer riesgo es cambiar nuestro modelo por cualquiera de los otros modelos todavía peores que el nuestro. El segundo riesgo es hacer frente a todos esos modelos alternativos pero peores con un entusiasmo tan acrítico que nos lleve a negar todos los problemas y las cosas a mejorar en el nuestro. Sin duda merecemos y tendremos en algún momento otro orden mundial, pero uno mejor, no otro peor aún.

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Un comentario

  1. Siempre que leo la noticia del fallecimiento de uno de los del cambio y progreso ilusionantes pienso en que ojalá haya reencarnación y pueda nacer en el seno de una familia normal, trabajadora y humilde de un país como las actuales Cuba, Venezuela, Rusia, Nicaragua, Argentina, Corea del Norte (Ósea la mala) para que puedan disfrutar del comunismo que no pudieron experimentar en esta vida

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