El nivel del mar sube y las costas españolas van a desaparecer. La primera línea de playa va a ser tragada por el mar. Algunos diarios ya ofrecen mapas detallados para consultar las primeras zonas costeras que van a desaparecer tan pronto como para el año 2030. Alarma general. Cunda el terror. Ya le venderemos poco después a un alto precio el remedio contra el terror.
El problema con este tipo de informaciones es, para empezar, la hemeroteca. El mismo diario que ahora anticipa la desaparición de la costa ya anunciaba en el año 2001 la desaparición de las playas del Mediterráneo… para el año 2020.
El otro problema es el de los precios de los apartamentos en primera línea de playa. Desde luego los mercados y los medios parecen discurrir por realidades distintas. Conforme a lo que publican los medios, la gente tendría que estar vendiendo despavorida sus apartamentos en primera línea de playa, casi regalados. Hace años que los precios se deberían haber desplomado. A estas alturas, nadie en su sano juicio debería estar comprando inmuebles en primera línea de costa. Por el contrario, los precios siguen y siguen subiendo. Tal vez porque, fuera de las portadas de los medios, la gente no aprecia que el mar se esté comiendo los apartamentos.
Otra referencia curiosa que cuestiona la subida apocalíptica del nivel del mar es la arqueología. Los viveros de peces que los romanos construyeron hace 2.000 años en la costa mediterránea siguen donde estaban hace 2.000 años. El mar no se los ha comido de momento.
Tampoco las Maldivas han desparecido aunque hace décadas que se viene anunciando. Es más, el mismo medio que hace unos años te vendía su desapareción ahora te las vende como destino turístico paradisíaco. Lo que convenga según cada situación.
Si el nivel del mar no sube, a lo mejor es entonces España la que se hunde. Pero en ese caso a lo mejor la culpa es del sanchismo y no del calentamiento global. Sea como sea el clima es un asunto lo bastante complejo como para que no pretendamos sentar cátedra sobre si el calentamiento es real o no, no digamos para hacerlo sobre sus consecuencias o sobre los remedios, y si algunos de estos pueden ser peores aunque más lucrativos para algunos que la propia enfermedad. Lo que no se nos pueden escapar, precisamente porque estamos atentos a lo que pueda haber de verdad en la cuestión, son las contradicciones y vaivenes al hablar del clima del personal. Sobre que esas contradicciones y vaivenes son reales sí que no existe cuestión.