Naciones Unidas ha celebrado en Nueva York la inauguración de su 79º Asamblea General. Con ocasión de tan magno e inútil evento los líderes mundiales se han movilizado para competir por ver quién es más social, más inclusivo, más ecosostenible, más pacifista o más antifascista. Para casi todos ellos una foto en la ONU es un pequeño beneficio propagandístico. Una foto con otros líderes ensalza su relevancia sobre todo cuando su relevancia resulta cuestionable si no aparecen más figuras de cera en la foto.
La ONU sin embargo está lejos de ser un foro democrático. No está claro por qué una foto en la ONU debería dar buena imagen del fotografiado. Frente a una democracia verdadera, siquiera aparente, la ONU es un organismo en el que existen 5 potencias con derecho de veto: Rusia, China, EEUU, Gran Bretaña y Francia. Ni siquiera todas estas potencias con derecho a veto son a su vez democráticas.
Tampoco son democráticos la mayoría de países que participan en la ONU. Teocracias islamistas, dictaduras comunistas, tiranías personalistas… lo anormal en la ONU es la libertad. Sin embargo, la ONU es aparentemente una máquina de emitir discursos sobre la paz y la libertad. Salvo que entendamos que toda esa palabrería para lo que sirve en realidad es para blanquear a los regímenes totalitarios que rubrican todas esas proclamas huecas sobre la democracia, la libertad, la mujer o la paz.
¿Sirve para algo la ONU? Desde luego hay quien dice que la bomba atómica, y por tanto el respeto basado en el temor, ha hecho mucho más por la paz mundial que la ONU. La ONU de hecho, con el nombre de Sociedad de Naciones, no sirvió en absoluto para evitar la Segunda Guerra Mundial. Todo lo que no ha hecho por la paz el santo temor nuclear lo ha hecho el comercio mundial. De lo que cabe dudar es de que haya servido para algo ninguna declaración respecto a ningún asunto firmada por Senegal.
No quiere decir esto sin embargo que la ONU no sea una herramienta valiosa y poderosa como instrumento de propaganda. Desde la tribuna de la ONU, a lo largo de la historia, hemos podido ver hasta al Ché Guevara afirmando con toda naturalidad que claro que en Cuba los comunistas habían fusilado a sus opositores, y que claro que los seguían fusilando y que por supuesto que los seguirían fusilando. Pero los comunistas han podido decir este tipo de cosas sin despeinarse en la ONU o en casi cualquier otro foro y después vender camisetas con su foto.
En la medida en que la ONU puede convertirse en una herramienta propagandística, el discurso dominante no se ha privado en absoluto de utilizarla como tal, últimamente para difundir la agenda woke en particular, ya sea para avalar el aborto, la ideología de género, el estatismo, el colectivismo, el control gubernamental o el determinismo social. A fin de cuentas la ONU no representa personas sino gobiernos, la mayor parte de ellos de países donde, como decíamos, o no hay libertad o donde las libertades se encuentran en franco retroceso, como lamentable sino de nuestro tiempo.
Afortunadamente no hay acción sin reacción y, en la medida en que la ONU se ha ido convirtiendo en una máquina de propagandismo woke e implantación de los designios davosianos de la Agenda 2030, también vemos que se alzan algunas voces críticas con esa capacidad de llamar la atención propia de quien dice algo que se diferencia del mensaje clónico de todos los demás. A nadie le importa lo que por ejemplo diga Pedro Sánchez, porque lo que dice es indistinguible de lo que dicen todos los demás representantes del pensamiento único o del no-pensamiento. Tal vez por eso quien sigue triunfando es Milei, o tal vez por ello al final a nuestro presidente le haya dado calabazas Anne Hathaway.