El pánico estos días de los mercados no es porque haya dos o tres bancos con problemas y por la exposición de los inversores u otros bancos a esos bancos. Lo que hay que entender es que la caída de esos bancos no es el problema o la enfermedad, sino un síntoma de la enfermedad, un bultito en el pecho que nadie se quiere encontrar.
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El problema de fondo de la economía mundial, hace ya mucho tiempo, es el de la enormidad de la montaña de deuda acumulada a lo largo de las últimas décadas, al calor de una política de bajos tipos de interés casi suicida. Sí se podía saber, esto estaba cantado.
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El temor hace tiempo de todo el mundo financiero es cuándo, no si va a explotar o no toda la deuda mundial como una supernova.
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A la pregunta de si contratar una hipoteca a tipo fijo o variable, la respuesta lógica era que a tipo variable porque los tipos no podían subir demasiado durante mucho tiempo, o explotaría todo el tinglado. Pues bien, estamos ante un escenario que podría ser la chispa adecuada para incendiar la montaña de dinamita.
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La súbita irrupción de la inflación en el escenario económico mundial ha perturbado por completo la falsa calma en la que nos venimos solazando desde hace tiempo. Por poner como ejemplo sólo el caso de España, la deuda pública española asciende a los 1,5 billones de euros, esto significa que por cada 1% que suben los tipos, el coste de la deuda aumenta en 15.000 millones de euros. Y ya tenemos las cuentas públicas descuadradas con una recaudación récord y sin que suban los tipos. Una subida del 2% son 30.000 millones. Del 4% serían 60.000 millones… Los intereses de la deuda pública, a poco que suban los intereses, son impagables.
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Esto mismo que les pasa a los estados, les pasa también en alguna medida a las empresas, los bancos y los particulares. Han acumulado ellos también una montaña de deuda y una cosa es pagar los intereses de esa deuda cuando los tipos están al 0,25% y otra muy distinta cuando están al 4,5%.
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No menos grave y más importante para entender la vulnerabilidad de los bancos y otras entidades de inversión es lo que pasa con los bonos y la deuda que posees cuando suben los tipos de interés. Si inviertes 1 millón de euros en bonos con una rentabilidad del 2% y la rentabilidad de los bonos sube al 4%, eso significa que tus bonos pasan a valer la mitad. Si necesitas liquidez y tienes que vender tus bonos al 2% que te costaron 1 millón de euros, como ahora los bonos rentan un 4% los tienes que vender por 500.000 euros para que renten el equivalente a un 4% y alguien te los compre. O sea, que has perdido el 50% de tu millón. Toda la deuda pública que tienen los bancos está perdiendo valor por momentos conforme suben los tipos, lo que no sólo les provoca pérdidas sino que compromete su balance y su solvencia. Los bonos son un activo de tu balance con el que respaldas tu pasivo, por lo que tienes un problema si el valor de tus bonos empieza a desplomarse.
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¿Va a reventar al fin todo el castillo de naipes mundial? ¿Va a provocar el hiperendeudamiento la crisis sistémica que hace tanto se viene temiendo? Pues a lo mejor sí, o no porque la inflación también ayuda un poco a los márgenes de los bancos y al deudor desvalorizando la deuda inicial. Pero ya sólo la incertidumbre si se prolonga mucho es siempre bastante letal.
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