El filete negacionista de los 15.000 litros de agua

Esto de que nos quieren desposeídos de todo y sometidos a una dieta obligatoria de gusanos, coles y hamburguesas sintéticas parece una broma, pero no. Lo que es broma es lo de que con esto seremos felices. Pero no sólo es que haya unos reptilianos chiflados en Davos o donde sea que se han marcado esto como proyecto, es que hay una pequeña legión de activistas y cibermilicianos dispuestos a acometer la normalización de esta pesadilla no sólo como si fuera algo sensato, sino como si otra cosa que lo suyo fuera inasumible, insostenible y perseguible por tanto. Así de repente casi se convierte en trending topic, y como quien no quiere la cosa miles de personas se quedan con esa idea, la afirmación de que para conseguir un kilo de carne de ternera hacen falta 15.000 litros de agua.

Tratando de clarificar esta afirmación, primero debemos saber que esta idea de cifrar el agua que hace falta para conseguir un kilo de filetes apareció en 2002, al establecerse en el marco de la UNESCO el concepto de “huella hídrica”, como forma de medir la cantidad de agua consumida y contaminada para producir bienes y servicios durante toda la cadena de suministro. Rápidamente el concepto se popularizó y comenzó a hacerse de uso común en todo tipo de trabajos académicos relacionados con la sostenibilidad y la ecología. La huella hídrica se expresa a través de tres tipos distintos de huella señalados con tres colores. Simplificando podríamos decir que en el proceso productivo la huella hídrica azul es la que corresponde al consumo de agua dulce para animales o riego, la huella hídrica gris es la que corresponde al agua utilizada para limpiar y descontaminar y la huella hídrica verde sería la que corresponde al consumo de agua de lluvia.

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Lo primero que nos encontramos por tanto es que en la huella hídrica de un kilo de carne vaca casi toda el agua, el 94%, corresponde al agua de lluvia absorbida por los pastos donde pace la vaca y evaporada o derivada por los ríos hasta el mar para volver a completar el ciclo hidrológico. Esto ocurriría con o sin ganado. Si descontamos el agua verde se calcula que se necesitan entre 550-700 litros de agua para producir 1 kg de carne de vacuno (entre agua gris y agua azul), claro que el Instituto Nacional de Investigación Agronómica de Francia (INRA) calcula que sólo se necesitan alrededor de 50 litros de agua «real» (agua azul) para producir 1 kg de carne de vacuno. Por contextualizar podría decirse que la huella hídrica para beberse un zumo de naranja podría alcanzar los 200 litros de agua, los 2.500 litros para fabricar una camiseta o los 17.000 para una tableta de chocolate, pasando por los 125 de una manzana. Naturalmente los cálculos pueden variar mucho dependiendo de las condiciones de dónde procede la carne de vaca, si es un lugar húmedo o seco, o si es una vaca que procede de ganadería extensiva. En definitiva, esto de la huella hídríca es una forma de medir el gasto que puede resultar de lo más engañoso. Pero hay mucho más que debatir todavía.

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Frente a la idea que se nos transmite de que hay escasez de agua o que consumimos demasiada, lo cierto es que el agua en nuestro planeta primero es muy abundante, el 70% de la superficie del planeta es agua. Lo segundo es que además la cantidad de agua en el planeta es constante. Es lo que cuando en los colegios se estudiaba todos los niños salían conociendo como el ciclo del agua. El agua que bebemos nosotros o las vacas no desaparece, la evacuamos y vuelve a regresar a través de los ríos al mar o a las nubes convertida de nuevo en agua. El agua con que regamos se evapora y vuelve de nuevo a la naturaleza. O vuelve al mar a través de los ríos de donde se evapora y vuelve a llenar los pantanos o a caer sobre los pastos. Al usar el agua no la destruimos. El balance del agua es nulo. No acabamos con el agua del planeta por el consumo. Es imposible. Nos aterrorizan con un dato que es falso.

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Una vez aclarado que el agua no se acaba ni es escasa, lo que se hace preciso indicar es que si en un lugar hay escasez de agua no es un problema de escasez planetaria de agua sino un problema logístico. El problema en un momento dado puede ser llevar el agua a un sitio concreto en cantidad suficiente, no la escasez general de agua. A partir de aquí es donde la civilización y el progreso abordan el problema de una manera y la izquierda y el ecologismo de otra.

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Existen dos posibles salidas al problema de cómo igualar el agua que tenemos y el agua que necesitamos. Una solución es elevar la disponibilidad de agua hasta el nivel que necesitamos. Esto es lo que desde los acueductos romanos, los canales, los pantanos y los sistemas de riego ha hecho posible la civilización, la técnica y el progreso. La otra solución es rebajar las necesidades y las posibilidades de progreso al nivel del agua de que disponemos sin hacer nada por disponer de más. Esta apuesta por el estancamiento y el no desarrollo es la forma de solucionar el problema de la izquierda y el ecologismo.

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Si actualmente vivimos en el planeta todas las personas que vivimos es gracias a que en un momento dado la humanidad no decidió estancarse y adecuar el número de personas a la disponibilidad de pollos o alcachofas, sino crecer y aumentar la producción de pollos y alcachofas. A haberse quedado en el Paleolítico o intentar regresar a él no lo llamemos progreso. Nuestra capacidad para generar recursos ha ridiculizado siempre las expectativas de los maltusianos. Maltus, que hoy sería intelectual de referencia de El País o de Público, pronosticó en 1798, cuando la población mundial no llegaba a los 1.000 millones de personas, la extinción de la raza humana por falta de recursos en 1880. Ahora estamos casi en los 8.000 millones de personas y los humanos podríamos producir muchísima más comida de la que producimos y necesitamos. De hecho la producción alimentaria se encuentra generalmente intervenida, regulada y limitada para evitar la superproducción o el desplome de los precios. No estamos preparados para competir con toda la comida que son capaces de producir en los países en vías de desarrollo. El problema no es producir recursos, el problema es hacer que los recursos lleguen a países en los que están en guerra o hay instaurados regímenes socialistas. El comunismo es la única ideología cuyo fracaso puede competir con la magnitud del fracaso del maltusianismo, lo cual no quiere decir que los comunistas y los maltusianistas hayan desaparecido o incluso hayan hecho un frente común. Lo que escasea de verdad en este planeta a veces no es el agua, la carne o las televisiones de plasma, sino la lógica y el sentido común.

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3 respuestas

  1. Y pensar que mi padres que tenía vacas de ganadería extensiva no sabía nada de esto… si viviera el pobre, que guasa no le faltaba, se partiría de risa.
    ¡Nuestras vacas consumiendo tanta agua por los campos!

    Y de sequía res de res, que dicen los catalanes. Todita la vida, hemos oído lo de las pertinaces sequías. Eso es que ni han leído la Biblia… ¡No hay sequías ni nada y no se les ocurría pensar que fueran culpables los ganados ni el cambio climático!

  2. Según pontifican nuestros iluminados políticos «de regreso» (nunca de progreso), ahora resulta que los problemas de la sequía y la escasez de agua no se solucionan con trasvases o con más pantanos, no. La solución es eliminar o reducir los regadíos. O sea, con más miseria.
    Esta irracional y suicida forma teoría política la resumió, de forma genial, el nuevo alcalde de aquel pueblo que convocó a todo el vecindario ante el ayuntamiento y les soltó el siguiente discurso: “¡¡Queridos vecinos!! Ahora que soy vuestro alcalde, ningún habitante de este pueblo se irá a la cama sin cenar”.
    Uno de los asistentes le gritó: “oiga, Sr. alcalde, que yo aún no he cenado”.
    “Pues no te vayas a la cama”, le contestó el alcalde.

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