Mucho se habla y muy bien de un impuesto en el momento en que lo impone la izquierda: que si es sólo para pagar los colegios y los hospitales, que si es un impuesto sólo para los más ricos, y por supuesto que si alguien se opone a ello es un enemigo de los colegios y los hospitales, un enemigo de los pobres y un amigo de los ricos, probablemente comprado por ellos. Y así nos van colando un impuesto tras otro, y después una subida tras otra del impuesto creado, y poco se habla después de los resultados. El Impuesto sobre Patrimonio en Navarra, por ejemplo. Bien es cierto que este impuesto lo recuperó en Navarra el gobierno foral allá en la crisis recaudatoria de 2011, de la mano del consejero Miranda. Cuando ni el centro derecha es capaz de renunciar a darle a la exprimidora, como para pedírselo luego a la izquierda, que lógicamente lo exacerbó.
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Este maravilloso impuesto, por cierto, como tal aparte de en España sólo existe en Noruega y Suiza. Cuando alguien no tiene un impuesto que los demás tienen, hay que perseguirlo, quebrar su política fiscal e imponerle una armonización, tachándolo de paraíso fiscal e insolidario que practica el dumping fiscal. Todo el mudo tiene que tener los mismos impuestos que el que más gasta, que el más se endeuda, que el que peor gestiona y que el que más tiene que desangrar a la sociedad para pagar todo eso. O sea, igual que el más progresista. Pero cuando es al revés, cuando lo raro es que alguien tiene un impuesto que nadie o casi nadie más tiene, entonces nadie habla de un infierno fiscal, nadie persigue a ese gobierno, nadie le exige una armonización fiscal. Las armonizaciones fiscales en teoría podrían ser para subir los impuestos o para bajarlos, pero en la práctica sólo se usan para subirlos.
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Por supuesto Navarra es un caso excepcional dentro de lo excepcional. Hasta estos extraños y enloquecidos tiempos tener un fuero era una herramienta que permitía a un territorio tener impuestos más bajos. Para tener los mismos impuestos que los demás no hace falta un fuero. Y si de lo que se trata es de tener impuestos más altos que los demás habría que preguntarse quién quiere un fuero para eso. Puedes correr más encima de un caballo, pero también puedes elegir llevar al caballo en brazos. Puede no ser muy lógico pero es mi caballo y hago con él lo que quiero.
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Pasando de lo abstracto a las cifras concretas, allá por el año 2012 cuando se recuperó el Impuesto sobre Patrimonio en Navarra se recaudaron 39,9 millones de euros. Pues bien, ahora se recaudan 35,7 millones de euros. Es decir, sin tener en cuenta la inflación se recaudó en 2020 (últimos datos) menos que en 2012. El dato todavía es mucho peor si lo comparamos con 2008, cuando decidió eliminarse, momento en el que se recaudaban 66 millones de euros.
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Los datos ponen en evidencia el fracaso del Impuesto sobre el Patrimonio en términos recaudatorios, pero lo peor es lo que no se puede cuantificar. Es decir, lo malo no es tanto no cumplir las expectativas o recaudar menos que en el pasado como haber provocado una posible espantada fiscal. Y si se ha provocado una espantada fiscal, ¿cuánto menos estamos recaudando a causa de esa espantada? Quienes niegan este tipo de espantadas, por otro lado, son los mismos que quieren armonizar la fiscalidad de Madrid por lo civil o lo militar, achacando a ese tipo de espantadas el éxito de esa comunidad. O sea, que los negacionistas de las espantadas fiscales son un tanto intermitentes en sus afirmaciones. Por no mencionar el caso del PNV, que defiende una cosa y la contraria en Navarra y la CAV, o una cosa y la contraria en Bilbao y en Madrid. El PNV se cuida muy mucho de tener una fiscalidad más alta que los demás en la CAV, acusa a Ayuso de dumping fiscal, predica el 155 fiscal a Madrid y al mismo tiempo la independencia fiscal (y política) de la CAV, y por supuesto en Navarra niega que pueda existir una estampida fiscal, pero en la CAV se cuida muy mucho de aplicar una fiscalidad como la que rechaza para Navarra o Madrid con el objeto de evitar ese tipo de espantada y atraer inversión. Es más, para que la fuga que se provoca aquí vaya hacia allí.
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