Insistimos poco en la importancia de las elecciones europeas. Si es usted un abstencionista militante, esta es una de las abstenciones más importantes a las que se enfrenta. Si es usted una de esas personas cuya esperanza respecto a España es que la UE venga a salvarnos, no puede ahora desentenderse de las elecciones al Parlamento Europeo. Y si es una persona que no tiene semejante esperanza, es su ocasión para intentar conformar una Europa distinta de la que sí se pueda esperar alguna cosa positiva. Comoquiera que lo que se hace en España no es gran parte más que una traslación a la legislación nacional de lo que se decide en la UE, lo que se decide el domingo con o sin usted es importante.
Desde luego en las elecciones europeas va a resultar inevitable una interpretación en clave interna. Sánchez ya está pidiendo un voto para absolver a su mujer. En buena medida el domingo se vota con o contra Sánchez y se barajan las posibles consecuencias internas de un buen o mal resultado del presidente. Pero las elecciones europeas tienen su propia entidad.
Cosas tan relevantes como la política energética, la política alimentaria, o la defensa de la libertades fundamentales, dependen de la mayoría que se conforme en el próximo parlamento de la UE. El futuro del campo, el precio de la energía, si podremos tener un coche, o si comeremos carne no se va a decidir en España sino en Estrasburgo y Bruselas. Toda la legislación que emana de la Agenda 2030 se va a imponer a través de la Eurocámara. De hecho lo que votamos el domingo es en buena medida si la Agenda 2030 es o no obligatoria. No tiene sentido votar el domingo a partidos agendistas, o no votar, y el lunes salir con el tractor a cortar una carretera en España.
Uno de los problemas con las elecciones del domingo es que estamos votando sobre cosas y debates a los que no asistimos. ¿Cuántos debates en el Parlamento Europeo sigue el españolito medio? Seguramente por eso no nos damos cuenta de lo que poco que decidimos ya dentro de nuestras fronteras. Por esta razón deberíamos escuchar más de lo que lo hacemos a personajes como Ursula von der Leyen.
Si atendiéramos más a lo que se cuece en la UE o lo que repiten los eurosprebostes de su politburó, sabríamos hasta qué punto resulta ingenuo pensar que de la UE puede llegarnos la salvación. Von der Leyen forma parte mucho más del problema que de la solución. Pedro Sánchez se comporta como un autócrata pero es que toda la UE se está convirtiendo en un mecanismo autocrático. Pedro Sánchez no es tanto una rareza en la UE como la culminación de sus postulados. Ursula von der Leyen no ama la libertad de expresión mucho más que Pedro Sánchez. Si Pedro Sánchez puede aprobar una legislación liberticida contra los medios, será gracias a la justificación discursiva y las herramientas que le proporciona von der Leyen. Como mucho, von der Leyen podría decir que Sánchez está usando inapropiada o abusivamente las herramientas que se le ofrecen. Por no hablar de la lluvia de millones con la que la UE mantiene el nivel de popularidad y las desabarajustadas cuentas de Sánchez.
El domingo hay una oportunidad de intentar cambiar un poco los equilibrios políticos en Europa. Puede haber quien piense que votar no cambia las cosas, lo que no puede haber es nadie que piense que votar sirve para cambiar algunas cosas siempre que no sea en unas elecciones europeas. Al contrario, las elecciones europeas son cada vez más importantes sin dejar de lado tampoco las consecuencias del resultado en clave interna española. Eso sí, lo que a lo mejor es insuficiente es limitarse a votar. Intentar cambiar las cosas es votar cada 4 años (5 en el caso de Europa) pero también otras muchas cosas todos los días, desde nuestra obligación de leer y formarnos hasta preocuparnos por la educación de nuestros hijos o ejercer nuestra capacidad de cuestionar, protestar, exigir y expresarnos.