Subir el salario mínimo es… ¿maravilloso?

La decisión del nuevo gobierno de volver a subir el salario mínimo obliga una vez más a realizar una impopular reflexión al respecto.

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Por supuesto es estupendo que todo el mundo cobre mucho dinero, pero hay que distinguir entre un mundo en el que se cobra mucho dinero porque se genera mucho dinero y un mundo en el que se cobra mucho dinero porque así lo decide el gobierno por decreto.

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Que existe un problema con que los sueldos los determine el gobierno por decreto es algo que seguramente cualquiera puede intuir, incluso sin entender demasiado de economía, o en vez de subir el salario mínimo a 950 euros mensuales el gobierno lo subiría a 1.950, o a 19.550. Desde luego 950 euros parece más razonable que 19.550, pero el mecanismo es igual de arbitrario. ¿Por qué entonces 950 y no 19.550?

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Si fuéramos subiendo constantemente el salario mínimo, llegaría un momento en que nos encontraríamos con que sólo había una persona en España trabajando: el director general en España de IBM o algo parecido que cobraría una fortuna, el resto de la población estaría en el mercado negro o en el paro. Si subiéramos el salario mínimo a los 50.000 euros mensuales, por ejemplo, parece bastante obvio que sólo unas pocas personas conservarían su trabajo. Una vez más, incluso sin saber nada de economía, resulta bastante claro que una subida excesiva del salario mínimo va expulsando trabajadores fuera del mercado laboral, o por lo menos fuera del mercado laboral que está dentro de la legalidad.

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Por contra, alguien podría pensar que si el gobierno no marca un salario mínimo de 950 euros entonces los empresarios no pagarían a nadie por encima de ese salario. Sin embargo, también resulta bastante evidente que esto es totalmente falso. Es decir, el salario mínimo no es un salario máximo. De hecho, el salario medio bruto alcanza los 1.889 euros. Está claro que aunque la ley sólo obligue a pagar un salario mínimo, las empresas tienen que pagar un salario bastante superior por culpa de la oferta y la demanda en el mercado laboral. Esto también nos permite empezar a entender que si una empresa no puede pagar por encima de los 950 euros a lo mejor no es porque no quiere, sino porque no puede. A la empresa que no pueda pagar los 950 euros se le obliga a cerrar o a irse a la ilegalidad.

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Otro fenómeno interesante que muestra que el asunto es más complejo de lo que pretende el populismo es que las regiones españolas con salarios más altos son País Vasco, Madrid y Navarra. Dicho de otro modo, los trabajadores viven mejor y están mejor pagados en País Vasco, Madrid y Navarra, que además también se encuentran, no casualmente, entre las regiones con menos paro. Donde hay 40 personas demandando cada puesto de trabajo que se ofrece, es difícil que puedan subir los salarios.

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El caso, sin embargo, es que si fijamos para toda España un salario mínimo de 950 euros resulta que, en términos relativos, este salario mínimo es comparativamente mucho más alto en Extremadura, donde el salario medio son 1.583 euros mensuales, que en Navarra donde son 2.177. ¿No resulta llamativo sin embargo que en Navarra haya menos paro y salarios más elevados? Tener un salario mínimo comparativamente más elevado, ¿está ayudando o está perjudicando a los extremeños?

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Lo anteriormente explicado invita como mínimo a dudar de que la prosperidad o los salarios se puedan establecer sin más por decreto, o que se trate de medidas que pueda tomar alegremente el gobierno sin contrapartidas negativas. En Suecia y Dinamarca los trabajadores cobran más no porque el gobierno danés o el sueco hayan firmado decretos marcando sueldos más altos, sino porque Suecia y Dinamarca producen más riqueza que España. De hecho, en Suecia y Dinamarca no hay salario mínimo. La pregunta entonces es: ¿este gobierno es capaz de hacer generar a España más riqueza o sólo de firmar decretos? Porque la riqueza que no se genera no existe, y lo que no existe no se puede repartir, y lo que sí se puede hacer es llevar a la ruina a un país firmando alegremente decretos.

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