Si en España ha habido hasta ahora mujeres agredidas sexualmente ha sido porque hasta ahora no ha estado al frente de un Ministerio de Igualdad la mujer de un vicepresidente de Podemos. Sin embargo, gracias a la Ley de Libertad Sexual impulsada por Irene Montero las mujeres van a poder volver ahora tranquilamente a sus casas por la noche, solas, borrachas y por lo más oscuro, que no es que lo digamos nosotros sino que es el resumen ejecutivo de esta nueva ley que realiza el ministerio de la propia Montero. Desde luego costaría distinguir la cuenta real del Ministerio de Igualdad de una que fuera su parodia. Más allá de lo improbable de que mañana los callejones oscuros sean más seguros que hoy o de que ya no vaya a haber más agresiones sexuales en España, resulta llamativo que a un Ministerio le haga algo así como gracia que las mujeres vuelvan borrachas a casa. Volver sola, borracha y por lo más oscuro sería justo lo contrario de lo que unos padres recomendarían a su hija, pero ya sabemos que los hijos no son de los padres y que el papel de educador le corresponde al gobierno.
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Más allá de tratarnos de convencer de que hasta llegar al poder Podemos nadie ha intentado luchar contra las agresiones sexuales, el hecho es que la nueva ley acaba con la distinción entre abuso sexual y agresión sexual, una distinción que por cierto fue una idea de la izquierda. Igual que lo más progresista hace unos años era distinguir, lo más progresista ahora es dejar de distinguir. Irene Montero es tan avanzada ahora como una conservadora de los 90. No obstante, la igualación del abuso y la agresión resulta que supone en la práctica una disminución de las penas por agresión.
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Sólo sí es sí
La nueva ley del gobierno se llama la ley del sólo sí es sí porque parte de la base de que la ausencia de un “no” no equivale al consentimiento. Este es uno de los aspectos más nucleares y controvertidos de la ley porque viene a acabar con la presunción de inocencia según el género del acusado o de la acusadora. Todo hombre que no pueda probar que una relación fue consentida podrá ser condenado por violación. La aplicación práctica de este tipo de premisas resulta absolutamente imprevisible y vidriosa. Por otro lado, si una mujer no expresaba un no rotundo en una determinada situación debido a un entorno de intimidación, ¿de qué serviría un sí en ese mismo entorno? ¿Cómo podríamos saber que el sí no se produjo condicionado por una intimidación? Si hay intimidación, ni la ausencia de un no ni la presencia de un sí significan nada. Y de todos modos, ¿cómo sabremos que un hombre y una mujer mantuvieron una relación mediando un previo consentimiento expreso cuando la versión de ambos difiera? ¿Se presumirá sin pruebas que la verdad es lo que diga la mujer? ¿Habrá que grabar todas las relaciones sexuales? ¿Habrá una aplicación para móviles con un protocolo oficial que habrá que cumplimentar antes del sexo?
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Otra de las novedades resbaladizas de la nueva ley es la creación de un nuevo delito de acoso aplicable a los piropos, las proposiciones sexuales o las declaraciones que se interpreten o que la mujer declare que fueron intimidantes o perturbadoras. ¿Dónde está el límite de la insistencia criminal o las proposiciones perturbadoras? ¿Qué pasa con las cosas que no son igual de perturbadoras para todo el mundo o dependen de un contexto que puede estar poco claro? Lógicamente se quiere combatir la existencia de situaciones que pueden ser comprensiblemente molestas para una mujer, pero en las que el abanico de comportamientos perseguibles por el Código Penal puede quedar peligrosamente abierto a la interpretación
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Desde luego que el hecho de que la víctima de una violación estuviera borracha o volviera sola a casa por el camino más oscuro no es bajo ningún concepto una disculpa para el violador, pero aconsejar a las mujeres que no vuelvan borrachas, solas y por lo más oscuro e intransitado a lo mejor reducía más las violaciones que todas las disposiciones de la propagandística ley Montero. La perpetua para los violadores en serie también podría haber sido una medida interesante para garantizar que al menos ciertos sujetos no vuelven a violar jamás a otra mujer. Pero en fin, como pasó en 1995, a lo mejor nos estamos adelantando en 25 años al pensamiento progresista del futuro.
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2 respuestas
La izquierda, en general una cuadrilla de analfabetos indocumentados, proclama que viene a salvar al mundo cuando realmente lo lleva al abismo. Lo malo es que hay muchas ovejas que se lo creen y compran el discurso.
Pero Cuenco, toda esa cuadrilla que menciona come todos los días , sus gustos son refinados y no pueden escatimar en gastos. Seguro que está nueva ley vendrá bien regada de dinero en los próximos presupuestos generales del estado. Hay que tener mucha pasta para ser de izquierdas.