¿Qué candidatos son más casta?

En estas elecciones hay una cosa que interesa ser y otra que no, para aspirar a la victoria.

Interesa ser la regeneración y el cambio.

No interesa ser la casta y el continuismo de las viejas prácticas políticas.

¿Quién es más y quién es menos casta entre nuestros 14 cabezas de lista?

Entre los más casta tenemos a José Miguel Nuin, que va a por los 20 años como diputado. Que ha cobrado dietas de la CAN. Que ha protagonizado episodios vergonzosos, como conducir reiteradamente en estado de embriaguez e incluso tener un accidente. En cualquier otro país Nuin hace mucho que tendría que haber abandonado la política. En este país, el problema es que Nuin no ha hecho nada en la vida que no sea estar en la política. No hay un trabajo fuera de la política en el que Nuin pudiera cobrar tanto como político. Tal vez la frase anterior sea la definición perfecta de un miembro de la casta.

No digamos si nos referimos a Adolfo Araiz, que lleva en la política desde el 87. En 1987 el coche del año fue el Renault 21 y el presidente de los EEUU era Ronald Reagan. Desde luego ha llovido mucho desde 1987. Y también ha muerto mucha gente. En concreto 301 personas asesinadas por ETA. Dice ahora que rechaza todas las violencias, pero no rechazó ni uno de esos atentados cuando se cometieron. Es una vergüenza tener un candidato a la presidencia de Navarra que no ha condenado la violencia de ETA ni un día antes de que ETA decidiera dejar de utilizar la violencia. Podríamos pensar que Araiz al menos ha trabajado fuera de la política, pero seguramente nos encontraríamos que ese trabajo ha consistido básicamente en ejercer como abogado defensor de los terroristas y su entorno. Desde luego Araiz no es ni novedad ni regeneración. Y ni siquiera Bildu se ha esforzado demasiado en disimularlo puesto que podía haber escogido entre muchos otros candidatos sin este pasado.

Uxue Barkos es otro claro ejemplo de pieza de recambio que no es nueva, sino de segunda o tercera mano. En el debate a 8 en Navarra Televisión, la candidata de Geroa Bai experimentó un llamativo episodio de indignación cuando Esparza le recordó que llevaba más tiempo que él viviendo de la política. Barkos replicó airadamente: “¡Yo no vivo de la política, vivo de mi trabajo!”. Y tan ancha se quedó. Lo cierto es que la cienmileurista Barkos lleva alternando desde hace muchos años su sueldo como concejal en Pamplona y su sueldo como diputada en Madrid. No abundaremos demasiado en que ha cobrado decenas de miles de euros por reuniones que nadie sabe si se celebraron, pero el hecho es que si Uxue Barkos alcanzara la presidencia del Gobierno de Navarra seguramente perdería dinero. Es decir, probablemente gana más ahora en la política que siendo presidenta de Navarra. Pues bien, hay que ser muy casta a fecha de hoy para poder decir eso de alguien.

María Chivite sí es novedosa. No extraordinariamente novedosa pero bastante novedosa. Es decir, María Chivite básicamente no era nadie hace 8 años. Eso es bueno. Tampoco ha sido nadie fuera de la política hace ocho años. Eso es malo. Al menos el PSN ha tenido la inteligencia de hacer un esfuerzo de regeneración, celebrar unas primarias y enviar al cementerio de los elefantes a un paquidermo prematuro como Roberto Jiménez.

De Laura Pérez se puede decir que es todo lo casta que ha podido ser en su modestia. O sea, sus padres son los mandamases del concejo de Artica, vicepresidenta y presidente, después de mucho tiempo de ser el padre presidente, donde Laura Pérez ha triunfado en toda convocatoria del concejo, ya fuera ganando varios años consecutivos el concurso de poesía en euskera, el concurso de fotografía, o consiguiendo un puesto de profesora. Todo dentro de la ley y las buenas costumbres de la casta. Porque la casta y el régimen consisten en eso, en que todo este tipo de cosas tan poco estéticas sean legales. Ni siquiera se puede decir que Laura Pérez sea una candidata virgen en cuanto que además viene de las listas de IU. Alguien podría pensar que la candidata de Podemos ha sabido saltar a tiempo de una lista a otra para alcanzar un puesto con más perspectivas de futuro. Esto también podría considerarse como una cualidad apreciable de los miembros de la casta.

Lo de dar saltos de una lista a otra para posicionarse mejor podría llevar a acordarnos de Diego Paños, el candidato de Ciudadanos. A fin de cuentas a lo mejor fue una suerte para él ser el perdedor en la disputa por la cabeza de UPYD en Navarra. No hay más que ver las perspectivas de UPYD y de Ciudadanos en estos momentos. Al margen de esto al menos Diego Paños es abogado y carece de una biografía política profesional que llegue hasta su Primera Comunión, como es el caso de tantos otros candidatos.

Si nos fijamos en los candidatos de SAIN, el Partido Animalista, el Partido del Cánnabis, Libertad Navarra o EQUO, sin duda nos encontramos ante personas que no conocemos. O sea, que el cambio sí lo podrían representar. Lo que pasa es que quizá resulta necesario un cierto equilibrio entre futuro y pasado. Es decir, ¿quién quiere ser operado por un cirujano totalmente sin experiencia? Es más, ¿quién quiere ser operado por alguien que no tiene el título de cirujano? Por no hablar de la problemática de tener un partido con un punto único en su programa. Alguien podría formar el partido de los jugadores de petanca, conformado por gente nueva y de fuera del sistema, ¿pero qué hacemos con los diputados de ese partido todo el tiempo que no se esté hablando de petanca en el Parlamento? ¿Jugar a la petanca? Los del Partido del Cánnabis podrían fumarse un porro.

En este sentido Esparza o Ana Beltrán aspiran a un compromiso entre regeneración y no venir con el currículum en blanco. Al gobierno hay que venir sabido porque eso de aprender en dos tardes como que ya salimos lo suficiente escaldados con Zapatero. Hay que venir sabido, pero no achicharrado. UPN ha acertado no volviendo a presentar a Yolanda Barcina. Esparza ha conseguido evitar que la campaña girara en torno a la CAN, las dietas y la corrupción. Los regionalistas no han hecho un acto público de contricción demasiado explícito, pero de algún modo viene sobreentendido por el mero hecho de haber sustituido a Barcina. Ana Beltrán ha seguido un curso un tanto tortuoso hasta llegar a la cabeza de lista del PPN. Ha tenido que suceder a Santiago Cervera y a Martín de Marco. Del primero todos conocemos la historia. Del segundo, prácticamente no llegamos a conocerlo. Tanto Beltrán como Esparza tienen una cierta trayectoria, la suficiente como para no llegar a la cabeza de lista ignorándolo todo, pero no tanta ni tan importante como para haber estado en todos los charcos de los últimos años. Paradójicamente, los más casta en estas elecciones no son ni Esparza, ni Beltrán, ni Chivite, sino los líderes que se dicen del «cambio». Particularmente Araiz, Nuin y Barkos, que son un poco como esas cámaras «nuevas» que se compran en algunos grandes centros comerciales y que resulta que tienen la memoria llena de fotos.