Más allá de los juicios de intenciones o los juicios personales, las elecciones son números. A veces no todo lo que numéricamente se puede hacer se debe hacer, pero nada se puede hacer que no resulte posible numéricamente, por eso estos días todo el mundo anda escrutando los números para ver qué quiere hacer, si se puede hacer, o si no se puede. Y en en medio del escrutinio resulta que, como ayer, de repente un escaño salta de una orilla a otro como en Vizcaya, donde el PP gana un diputado por el voto por correo y lo pierde el PNV. Con esto y con todo, ¿cómo les van a Sánchez e Iglesias los números?
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Pedro Sánchez tiene dos jugadas para alcanzar la presidencia: o la mayoría absoluta en primera vuelta o tener más votos a favor que en contra en segunda. La suma de los apoyos que hasta ayer el PSOE podía dar por más o menos segura era de 169. La mayoría absoluta, de momento, quedaba lejos.
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Ayer la investidura de Sánchez, además, contaba con 181 votos en contra. Ni mayoría absoluta, ni mayoría en segunda vuelta.
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Lo interesante de la situación para Sánchez, sin embargo, era que algunos de los votos en contra se podían convertir en votos a favor o por lo menos en abstenciones. Pero tampoco quedan tantas fichas con las que jugar: para pasar más fichas al saco de votos a favor o la abstención necesitaba necesariamente contar o con ERC, o con JxCAT, o con la CUP, o con Bildu.
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La jugada ayer era conseguir la abstención de los 13 diputados de ERC. De este modo quedaban 169 votos a favor, 13 abstenciones y 168 votos en contra. Justo, pero salía.
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El problema es que el diputado de más para el PP, que es uno de menos para el PNV, altera toda la cuenta hasta ayer. Ahora serían 168 a favor, 13 abstenciones y 169 en contra.
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La consecuencia del baile del diputado del PP en Vizcaya es que ahora al PSOE ya no le basta sólo con la abstención de ERC, necesita también la de la CUP, la de JxCAT o la de Bildu.
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Obviamente todo el discurso de Sánchez de hacer un gobierno sin los separatistas ya es hace rato una quimera o un engañabobos, pero es que el punto en que estamos no es que vaya a contar con algún partido golpista-separatista, sino si va a dejar fuera a alguno.
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Hablábamos al principio del escaño maldito de Bel Pozueta y es que ese escaño que Bildu le quitó al PSOE en Navarra ahora sería oro líquido para compensar el diputado que ha bailado en Vizcaya, y le permitiría a Pedro Sánchez no tener que contar con Torra, con los zumbados de la CUP o con el propio Bildu.
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Que no es que no pueda hacer el cóctel de todos modos, pero cada vez más indigesto y cargado.
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3 respuestas
Sería de justicia poética que el escaño que perdió Chivite por arrimarse a Bildu y a Geroa le costase la investidura a Sánchez. No caerá esa breva, pero sería maravilloso.
EhBildu y ERC, votan lo mismo, osea da igual.
El problema no son los números ni si Bildu y ERC votan o no votan; el problema es el PSOE de Snchz y sus orígenes: “La democracia es incompatible con el socialismo”. Largo Caballero, 20 de enero de 1936 en Linares, pocos días antes de las elecciones que «puchereó» el Frente Popular.