Existe diversidad de opiniones acerca de cómo pudiera afectar a Navarra el resultado electoral del día 9 de marzo. Algunos opinan que en nada. Otros piensan que depende; primero de lo que tenga José Luis Rodríguez Zapatero en la cabeza, después de los resultados. Una derrota del PSOE, dejaría a los socialistas sin nada que perder para poner en marcha la moción de censura. Una victoria del PSOE tampoco es analizada de la misma manera si se produce por un amplio o un estrecho margen. El apoyo del PNV en Madrid, por ejemplo, podría condicionarse a un cambio de gobierno en Navarra. No se puede ignorar tampoco el papel que tendría respecto a este asunto la posible voluntad o no de reactivar un proceso de diálogo con ETA. La ejecución material de algunos de los asuntos pactados entre el gobierno socialista, el PNV y la ETA, como el sometimiento a referendum en Navarra de los acuerdos políticos alcanzados en la mesa de partidos (pactos revelados por la ETB y el Diario de Noticias entre otros), requerirían un gobierno socialista tanto en Madrid como en Pamplona.
No se trata aquí de apostar por cuál de estos escenarios es más probable, sino de volver a llamar la atención sobre el delicado hilo del que pende el actual ejecutivo navarro. Puede que esa llamada no se produzca nunca, pero una sóla llamada bastaría para deponer al ejecutivo de Miguel Sanz. El objeto de este estudio es, primero, describir ese escenario y, segundo, describir las posibilidades de reacción del Gobierno de Navarra ante ese posible escenario.
La llamada de Madrid.
Lunes 10 de marzo. Suena el teléfono en la sede del PSN en el Paseo Sarasate. Llama desde Madrid el Secretario de Organización del PSOE, José Blanco, pide hablar con el Secretario General del PSN, Carlos Chivite. Chivite sonríe al recibir las instrucciones. En el fondo, todo lo sucedido durante los últimos meses no ha sido tan terrible. La sonrisa se ensancha al pensar en todos aquellos que, desde hace meses, le consideran un cadáver político. "Se les va a atragantar el café", reflexiona. Aún dedica un instante a rememorar con cierta lástima la derrotada imagen de Fernando Puras. “Así es la vida”, concluye con filosofía el futuro presidente del Gobierno Foral de Navarra, que corre a la estantería a consultar una copia de la LORAFNA.
Carlos Chivite, a continuación, pide a su secretaria el número de teléfono de Pachi Zabaleta y José Miguel Nuin. En el cajón izquierdo de su mesa, guarda unos recortes con algunas declaraciones de los líderes de Nafarroa Bai e izquierda Unida, que ojea mientras empieza a marcar el primer número:
Barkos dice que NaBai estudiaría una moción de censura a Sanz si PSN se comprometiera a apoyarla.
Ion Erro (IU): “todas las posibilidades están abiertas, también la moción de censura.”
La reacción de Sanz.
Lo cierto es que, una vez presentada la moción de censura, Miguel Sanz carecería por completo de margen de maniobra. Al encontrarse en minoría, los 24 diputados que le apoyan nada podrían hacer en el Parlamento para frenar su destitución. La única posibilidad de Sanz para evitar una moción de censura es anticiparse y ejercer la facultad que le confiere el artículo 30 de la LORAFNA, convocando elecciones anticipadas. No se trata de una jugada sencilla, de hecho es un jugada extremadamente limitada. En primer lugar porque no puede convocar elecciones si la oposición ya ha presentado la moción de censura. La convocatoria de elecciones, por tanto, no podría producirse realmente como reacción. En segundo lugar, porque tampoco pueden convocarse estando en marcha un proceso electoral nacional, y estamos en medio de uno. Por último, tampoco podría estar seguro del resultado de unas elecciones anticipadas, aunque en un momento dado fueran su única baza.
Hemos ilustrado esta noticia con la imagen del típico duelo de las películas del oeste. El resultado del análisis da clara ventaja a uno de los dos pistoleros. El primer pistolero puede abrir fuego cuando quiera. EL segundo sólo puede disparar un segundo antes de que dispare el otro, salvo que decida disparar de todas formas, pero tampoco puede hacerlo cuando quiera y ni siquiera está seguro de que su jugada sea mortal. Suerte que esto sólo sea un ejercicio de política ficción… o no.