Dilema moral en Siria. No hacer nada implica derramamiento de sangre. Hacer algo implica derramamiento de sangre. Seguramente es así en casi todos los casos, pero en este resulta bastante evidente. El espectador progresista se encuentra ante un escenario endiablado.
Los estadounidenses todavía no han intervenido. Si hubieran intervenido estaría claro lo que había que hacer. Es decir, posicionarse en contra. Por otra parte resulta complicado reclamar bombardeos mientras ni los estadounidenses lo tienen claro. Y mientras tanto, no haciendo nada, se coincide con la postura estadounidense. Malditos estadounidenses.
Luego está el oscuro asunto de la ONU. Si nos remitimos al caso de Iraq, la postura progresista era que había guerras ilegales, por tanto criminales, y guerras legales y humanitarias, que son las que en todo caso sustentan los progres. Pero resulta que están los chinos y especialmente los rusos bloqueando cualquier iniciativa militar contra Siria. O sea, que puede no haber una resolución de la ONU con la cual poderse lavar las manos de sangre. Naturalmente se puede no hacer nada, pero entonces hay que contemplar con indiferencia la masacre diaria en todos los televisores. Y llegar además a la conclusión de que se trata de masacres amparadas por la legalidad internacional. La misma que supuestamente amparaba al régimen genocida de Saddam Hussein, o que condenaba la intervención internacional, según se mire.
Nuestra recomendación es permanecer a la expectativa.
Ante la masacre diaria expresar nuestra indignación, realizar un llamamiento al diálogo entre las partes y exigir un análisis concienzudo antes de cualquier intervención.
Respecto a ésta, si se produce, entonces habrá que condenar la violencia desatada por el imperialismo de Occidente y los inevitable daños colaterales, así como la dudosa naturaleza democrática de las fuerzas rebeldes.
Si no se produce, la vía de acción indicada es escandalizarse ante la criminal pasividad de Occidente frente al genocidio del pueblo a manos del régimen dictatorial.
Como puede apreciarse, el objetivo estratégico es más quedar uno bien que lo que pueda ser mejor para los sirios. O para nosotros.
El tema de las armas químicas requiere cierta prudencia, puesto que puede resultar escurridizo. Resultaría un error de progreso catastrófico amparar una intervención en base a unas armas químicas que luego no aparecieran o que no quedara claro el bando, si no ambos, que las había utilizado. No obstante ha de quedar claro el rechazo a estas armas, insistiendo en que seguramente se las ha vendido a Assad Occidente, y que matar de forma convencional es mucho más pertinente y adecuado.
Teniendo en cuenta que quien gobierna ahora es el PP, interesa oponerse a cualquiera que sea la postura que mantenga el ejecutivo. Haberse opuesto a lo que haga el gobierno, en caso de intervención, será una baza a nuestro favor en el supuesto de cualquier hipotético atentado en nuestro suelo que se pueda relacionar con la postura del gobierno.
Como elemento positivo, es probable que los cristianos que viven en Siria, gane quien gane, permanezcan bastante jodidos. Si para ellos el gobierno es la sartén, la intolerante insurgencia islamista es el fuego.
2 respuestas
Ya sólo falta que vuelva Willy Fog Toledo de sus vacaciones del Paraíso Comunista Cubano a darnos la barrila un uno u otro sentido…y hasta en ambos. Siempre y cuando el gobierno comunista cubano no le haya grabado en poses comprometidas con algún joven o «jóvena» y/o consumiendo determinadas sustancias tal y como repetidamente ha hecho con lo peor de la progresía que ha visitado Cuba. En ese caso hará exactamente lo que diga Fidel, el asesino de Oswaldo Payá.
Y de Harold Cepeda, por si habìa dudas.