La mala vida en Navarra hace 11.700 años

La Dirección General de Cultura-Institución Príncipe de Viana ha presentado los primeros resultados de la investigación de los restos del conocido como el “Hombre de Loizu”, cuyo hallazgo en una cueva se hizo público el pasado mes de marzo.

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En el acto de presentación se ha destacado el “excelente estado” del cuerpo depositado en la caverna hace 11.700 años, algo que permite “una amplia batería de estudios”, algunos ya finalizados y otros todavía en proceso, según han desvelado Pablo Arias Cabal, catedrático de la Universidad de Cantabria e investigador principal del proyecto y Jesús García Gazólaz, arqueólogo de la Dirección General de Cultura – Institución Príncipe de Viana. Los primeros avances de caracterización antropológica permiten definir datos sobre la identidad de los restos óseos, así como de la causa de su muerte.

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En primer lugar, se trata de un varón con una edad estimada entre 21 y 23 años, una estatura de entre 1,60 y 1,65 metros, y un peso estimado de 50 a 55 kilos. Por otro lado, la muerte del individuo pudo haber sido violenta, a causa de un traumatismo perimortem producido en hueso fresco en el parietal izquierdo. La hipótesis más razonable es que se deba a una herida penetrante por impacto de un proyectil a alta velocidad, propulsada con un arco con el individuo dando la espalda y que debió haber traspasado el cráneo. O sea, que lo mataron de un flechazo en la cabeza por la espalda: “Esta circunstancia abre sugestivos debates para el conocimiento que tenemos en la Prehistoria tanto de hechos violentos como, sobre todo, del uso del arco en fechas tan antiguas”, señalan los investigadores.

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Por lo que se refiere a los comportamientos funerarios, se ha comprobado que la descomposición del cadáver se produjo in situ en un espacio vacío, ya que con toda seguridad el cuerpo iba amortajado. En este sentido el TAC ha permitido descubrir un metatarsiano en la extremidad de uno de los humeros que estaba oculto por la costra calcárea, por lo que posiblemente llevaba los brazos cruzados sobre el pecho. Destaca también la gran cantidad de colorante de ocre aparecida en la zona de la cabeza, mediante un preparado a base de hematite, arcilla y materia orgánica. “En estos momentos sabemos que esa amalgama se preparó fuera de la cavidad, pero está por determinar si era algo que portaba el cadáver a modo de adorno personal, formó parte del ritual funerario o incluso pudo tener carácter antiséptico”.

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Por lo que respecta a su dieta, los análisis de micro desgaste dental, que acaban de comenzar, permiten detectar una dieta rica en carnes y la presencia de indicios relacionados con la higiene dental.

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Lo cierto es que los hallazgos de la Navarra de hace 11.700 años que ofrece este antepasado foral encontrado entre Pamplona y Roncesvalles distan bastante de ofrecer una imagen bucólica y amable de la época. Puede ser mala suerte, pero encontramos los restos de un ancestro tan primitivo y las cosas que nos revela de aquel pasado resultan bastante malas. Por otro lado, resulta que es que a lo mejor no somos tan distintos, ni tan mejores, o que por lo menos tenemos los mismos males, que vienen de serie con nuestra humana naturaleza. Alguien sin embargo se preocupó de enterrarlo, seguramente con amor, de prepararlo para ello, de realizar ciertos ritos, de pronunciar una plegaria. Esto sin duda también viene de serie en nuestra naturaleza. Si viajáramos con una máquina del tiempo 11.700 años atrás y diéramos el cambiazo de un recién nacido de aquella época por uno actual, el niño del pasado viviría entre nosotros como un igual, lo mismo que el del presente entre nuestros ancestros. Haciéndolo bien nadie notaría el cambiazo. Tenemos balas en vez de flechas pero, al menos mientras no llegue un gran apagón, también tenemos calefacción, electricidad o agua corriente. Seguro que nuestro antepasado era más ecosostenible que nosotros, pero nadie cambiaria su forma de vivir por la suya. De hecho cualquiera podría vivir como hace 11.700 años si quisiera y no parece que mucha gente lo haga; lo difícil es vivir como dentro de 11.700 años, no como hace 11.700, el primitivismo es un postureo. O sea, que en este momento vivimos mucho mejor que el flechado hombre de Loizu. En 2030 ya veremos si podemos seguir diciendo lo mismo.

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