Lo que está sucediendo no tiene nada que ver con que la policía de Minneapolis haya matado a una persona de color negro. Cada año en los EEUU la policía mata a unas mil personas, de las que la mitad son blancas y sólo una cuarta parte negras. Minneapolis es una ciudad con un alcalde demócrata (la policía que mató a George Floyd era la de la ciudad), en un estado demócrata. Es más, desde que empezaron las revueltas han muerto unas 18 personas más en los EEUU. Decimos unas 18 personas porque esa información no aparece en ningún medio, ni en los EEUU ni en Europa. De esas 18 personas muertas, varías son policías negros asesinados durante los saqueos y las revueltas. “Black life matters”, salvo que el negro sea policía, dueño de un comercio o en general se cruce en medio de la violencia “antifa” de extrema izquierda. Antifa es la extrema izquierda ejerciendo los métodos fascistas. Aunque puede que los fascistas sean la derecha ejerciendo los métodos antifas.
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The rioters aren’t listening, they have no respect, and they aren’t slowing down on their own. These are criminals and many are violent.
National Guard, law enforcement, Mayors, community leaders, and others need to shut this all down right now.https://t.co/fulJ0PuSse
— Lee Zeldin (@LeeMZeldin) May 31, 2020
🔴Bruselas,
Esto es lo que nos habéis traído. pic.twitter.com/Ywyao4QwRS
— Noelia de Trastámara (@N_Trastamara) June 7, 2020
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En cualquier caso esto no tiene nada que ver con el racismo ni con la muerte de en un negro. Han muerto más negros con la revuelta que por el hecho que supuestamente está causando la revuelta. Nos estamos hartando de ver violencia ejercida por los negros o en nombre de los negros, no sobre los negros. Ya ni las estatuas de Churchill en Londres se libran de la violencia ciega de extrema izquierda.
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Not sure I have ever seen anything like this
pic.twitter.com/4N0ic1c0wH— Bruno Maçães (@MacaesBruno) June 7, 2020
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De algún modo podría pensarse que asistimos al florecimiento de lo que se ha estado cosechando durante décadas de predominio absoluto de la izquierda en los ámbitos cultural, mediático y educativo. Es tal el poder de la izquierda para controlar el debate y la creación de opinión que en algún momento llegaron al punto en que, parafraseando a Trump, si salían a la calle a tirotear a la gente daría lo mismo, no perderían ningún apoyo, todo se justificaría desde los medios. Pues bien, tal vez estamos asistiendo a cómo el que tiene ese poder llega un momento en que no puede evitar ejercerlo. La tentación es demasiado grande. Es difícil tener la capacidad de hacer arder las calles y quizá hasta ganar votos y no ejercer ese poder que te lleva no sólo a ganar, sino a liquidar al rival o arrodillarlo. Todo esto apenas es ya teórico o metafórico.
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https://twitter.com/i/status/1269620952532426759
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Podría decirse que en cierta manera todo eso lo hemos vivido ya por estas tierras. Partidos que usaban encapuchados para asesinar a sus rivales no tenían ningún castigo en las urnas. Cuanto más mataban lo que tenían era menos rivales y menos oposición. Una parte muy importante de la sociedad les apoyaba sin reservas hicieran lo que hicieran. La “derrota” de los violentos consiste en que ahora todavía tienen más apoyo y más aliados. O tal vez ese apoyo y esos aliados siempre estuvieron ahí sólo que antes de manera menos explícita. Por eso no había presión social para abandonar la violencia. Por eso las calles siguen llenas de fotos de asesinos de ETA.
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Frente a toda la violencia desatada, la izquierda mediática calla. Si observa algo criminal, en todo caso, es el intento de reprimirla. De los muertos y heridos por las revueltas no hay noticias. Las imágenes de violencia sólo se pueden encontrar en las redes sociales. Alguna de esas imágenes seguramente será deliberadamente falsa, para que se pueda decir que todas lo son. La izquierda que bramaba por el peligro de contagio contra el grupito de fieles que iba a una misa o las caceroladas contra el gobierno no tienen ahora una mala palabra contra las multitudes que, además de violentas, desprecian totalmente cualquiera de las medidas médicas de contención en vigor.
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https://twitter.com/user3743/status/1268761043024506882
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¿Cómo de lejos va a llegar la izquierda con esta ola de violencia? Realmente debe ser difícil para la propia izquierda medir la conveniencia de toda esta furia desatada porque, al controlar casi todos los medios, se da la paradoja de que no tiene forma de medir la reacción popular. El entusiasmo de la opinión publicada es evidente pero, ¿lo es también el de la opinión pública? ¿Será ya a estas alturas la opinión pública un mero reflejo de la opinión publicada y del cerebro colmena o puede haber una mayoría silenciosa contemplando con espanto todo lo que pasa? ¿Cómo saberlo antes de unas elecciones? ¿Con las encuestas de Tezanos? ¿Cuánto valen los sondeos sobre una población aterrorizada? Lo malo de que aún existan la violencia y el terror es que funcionan, por eso perduran. Aunque no siempre.
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I’ve heard a LOT of Democrats excusing riots, looting and arson this week as a necessary expression of people who feel unheard. Let’s roll the tape back to see what Obama said about rioters… Weird how ya’ll suddenly have a different view. https://t.co/6MBcwGBc3s
— Robby Starbuck (@robbystarbuck) June 7, 2020
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Lo que en todo caso pretenden todas estas revueltas parece bastante obvio: ponernos de rodillas. El objeto de toda esta violencia es poner a Trump de rodillas. Pero Trump a fin de cuentas no pasa de ser un personaje, aunque importante, en una batalla global. No están liberando a los negros de la esclavitud, están convirtiéndonos a todos en esclavos arrodillados sin distinción. Eso sí, si consiguen sacar a Trump de la Casa Blanca por esta vía insurreccional habrán demostrado su poder planetario prácticamente absoluto. Ante semejante poder celebrar elecciones ya es casi anecdótico. Sólo que vencer a Trump, cosa por ver, es por otro lado algo muy distinto que vencer por completo y para siempre el ansia humana de libertad. En realidad es seguro que van a perder, sólo es temible el cuándo y a qué precio. No han construido jamás un paraíso del que la gente no se juegue la vida por huir.
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