Miguel Sanz, durante un acto de las juventudes de UPN en el bar Soho al que acudió toda la plana mayor del partido, declaró que su partido no quiere “ni más izquierda que propone Izquierda Unida, ni más independencia como Nafarroa Bai, ni más tensión como Zapatero, sino más desarrollo, más juventud, más estabilidad, más sentido común y más racionabilidad”. Añadió además que, si él fuera candidato a la presidencia del Gobierno de España y no tuviera mayoría absoluta, a la hora de pactar “no lo haría con los nacionalistas e intentaría alcanzar un acuerdo con el segundo partido, el PSOE”. Es decir, el pacto a la alemana o, modestia aparte, a la navarra.
Santiago Cervera, por su parte, sentenció que “un presidente que miente y que reconoce que miente no puede volver a ser presidente”, aludiendo a la negociación con ETA tras el atentado de Barajas. Arremetió también contra los “culturetas” que “viven del canon digital que pagamos todos”. Y que nos agradecen con insultos, podría añadirse.
Yolanda Barcina, por su parte, recordó que hace cuatro años “no había ningún partido que no condenara la violencia que estuviera en ayuntamientos o parlamentos”. Sin embargo, declaró refiriéndose a ANV, ahora “sí lo permitieron en el Ayuntamiento de Pamplona".
María Caballero pidió el voto para UPN porque es el partido “de personas como Tomás caballero que murió asesinado por defender sus ideas y que es un ejemplo y estímulo para todos nosotros”.
Organo permanente, nombre cambiante.
Que Navarra pierda su autonomía, creando un gobierno común con la CAV, es una de las obsesiones del nacionalismo vasco. En una entrevista para el Diario Vasco, interrogada sobre el famoso “órgano”, Uxue Barkos respondía que su existencia “sería algo de sentido común en un futuro”, pero que “seguramente habrá que empezar por cambiarle el nombre”. Llama mucho la atención que, quien continuamente realiza alegatos retóricos a favor de la voluntad de los navarros, por otro lado no se atreva a enfrentarse a la voluntad de los navarros llamando a las cosas por su nombre. Una actitud, por otra parte, poco navarra.
Cuestión de credibilidad.
Carlos Chivite, tras el último atentado de ETA en Bilbao, declaró que el “único camino que le queda a ETA es el abandono definitivo de las armas y su renuncia pura y dura, porque ya no hay más margen después de muchas oportunidades que han desaprovechado”. Recordamos sin embargo que, tras el atentado de Barajas, era Fernando Puras quien decía que ETA había dado un “portazo criminal” a la “puerta a la esperanza”. En aquel momento, incluso, Puras aseguró que Rodríguez Zapatero se había expresado con una “rotundidad suficiente” al poner de relieve que “no puede haber ninguna esperanza de avanzar en ningún proceso si hay violencia terrorista”, por lo que trasladaba toda su “confianza” respecto a la política antiterrorista del Gobierno. Hoy sabemos que el gobierno mintió y siguió negociando con ETA sobre los cadáveres de dos personas, supuestamente amparado en una resolución del Congreso que, sin embargo, exigía una “clara voluntad” y “actitudes inequívocas” por parte de ETA para poner fin a la violencia, como condición para siquiera iniciar ese diálogo.