Para protegerse de los casos de corrupción que le rodean, el PSOE está emprendiendo un camino muy peligroso para la democracia española. Ese camino no es sólo cuestionar la libertad de prensa o la independencia judicial, sino tratar de censurar a los medios y de controlar a los jueces. Si la estrategia del PSOE es esta, entonces la defensa del PSOE es convertir España en una dictadura izquierdista. Porque no hay democracia sin justicia independiente ni libertad de prensa.
Respecto a la independencia judicial, sobre la que en este análisis nos vamos a centrar, es preciso antes que nada subrayar el acceso a la carrera judicial por oposición. Las oposiciones son un mecanismo con un doble objetivo. En primer lugar garantizar que las personas que acceden a un puesto en la administración poseen el nivel de preparación adecuado para ese puesto. En segundo lugar, garantizar que el acceso a la función pública se produce por mérito, no por afinidad ideológica. Se evita de este modo que la administración sea una manada de incompetentes no cualificados o que la administración sea un mero organismo de partido en vez de una organización apartidista al servicio de la sociedad. Esta al menos es la teoría. Lo que todo el mundo entiende en todo caso es que en un juicio limpio el juez no puede haber sido nombrado por una de las partes en litigio. El discurso del PSOE y sus socios, aunque la contradicción es evidente, es sin embargo poco más o menos que no hay en España jueces independientes salvo los nombrados por ellos. Naturalmente no había un problema con la judicatura de este país cuando era a Bárcenas o a Zaplana a los que estaban investigando.
Dos datos que conviene tener en cuenta frente a la repetición olímpicamente sincronizada de este tipo de discurso es que según los datos de la Escuela Judicial sólo el 5,94% de los jueces de nuevo ingreso tienen algún familiar que sea ya magistrado o juez. Es decir, que la Justicia no es un ámbito endogámico como algunos voceros se encargan de repetir. Esto no es una sorpresa por el anteriormente citado mecanismo de acceso a la judicatura por oposición. Quien sea hijo o sobrino de un juez tiene que enfrentarse para ser él también juez a la misma oposición que cualquier otra persona, pariente de juez o no.
El segundo dato es que por ley los magistrados, jueces, fiscales y letrados de la Administración de Justicia se jubilan forzosamente a los 70 años. Es decir, que el juez más viejo con el que nos podemos encontrar tenía 20 años en 1975. No hay por tanto jueces franquistas en la Justicia española. Si hay algún juez que simpatice con Franco, será como puede haber un juez que simpatice con Mao. Lo que sucede una vez más, volviendo al acceso a la judicatura por oposición, es que la oposición es la misma para el que simpatiza con Franco, con Mao o con el Capitán Pescanova. No cabe por tanto que exista en la judicatura una mayoría franquista salvo que exista una mayoría franquista entre la población general, o salvo que los franquistas gocen de una aptitud especial para opositar o de una inteligencia superior. Una variante más sutil del discurso del PSOE contra los jueces es la de afirmar que creen en la independencia del 99% de los jueces, pero sólo porque el 99% de los jueces no lleva normalmente casos contra el PSOE. Si un juez lleva un caso contra el PSOE queda bajo sospecha salvo que haya sido nombrado por el PSOE, cuando lo sospechoso sería precisamente que al PSOE le juzgaran jueces nombrados por el PSOE. Si existe un problema con la credibilidad de la Justicia en España, el camino hacia la solución debe pasar forzosamente por potenciar la independencia judicial.
Frente a los hechos, por consiguiente, lo que tenemos es un gobierno asediado por los casos de corrupción que, en vez de asumir sus responsabilidades políticas, a lo que se está dedicando es a tratar de colonizar la justicia, a tratar de limitar la libertad de expresión, y a tratar de vender la especie de que los únicos jueces independientes son los que ellos mismos han nombrado previamente, o que todos los jueces que ellos no han nombrado tienen dos DNI, uno de ellos de Hitler.