El culebrón de las andanzas por Navarra y el resto de España de Cerdán y Antxon Alonso sigue dejando nuevos y jugosos episodios como el último que acaba de conocerse. Servinabar fichó al director de Nasuvinsa, la promotora pública de Navarra, después de que esta adjudicara a Acciona-Servianabar, la misma UTE que la de los túneles de Velate, 8,3 millones de euros para construir con dinero de los fondos europeos las VPO de Ripagaina.
La Oficina Anticorrupción de Navarra concluyó hace unos meses respecto a esta adjudicación que debía considerarse nula de pleno derecho y que el proceso de adjudicación de la obra se encontraba plagado de irregularidades e incumplimientos “flagrantes”, incluyendo la ausencia de actas en la Mesa de Contratación, la adjudicación a una UTE no constituida o el uso indebido de criterios de adjudicación.
A su vez, esta aparición del director de Nasuvinsa como empleado de Servinabar pone en cuestión su comparecencia en rueda de prensa, de la mano del consejero Aierdi, negando conocer a Antxon Alonso o mantener algún tipo de relación personal o profesional con él. ¿Cuánto se nos está mintiendo y ocultando todavía en torno a Servinabar?
Cada nuevo episodio que conocemos respecto a Servinabar pone de manifiesto que la corrupción en Navarra es estructural y que todas las obras públicas de los últimos años en las que aparecen Acciona-Servinabar o Alegure, otra empresa de Alonso con el presidente del Grupo Noticias, se encuentran bajo sospecha, por no decir directamente que apestan. No se puede entender el negacionismo ante obras públicas como Velate y Ripagaina, adjudicadas a una trama de delincuentes dedicados a amañar obra pública. El que no sospeche ante la adjudicación de estas obras más que en el terreno del negacionismo empieza a entrar en la sospecha de la complicidad. Y es que Chivite no puede alegar desconocimiento por más tiempo. En primer lugar porque es su deber conocer, y en segundo lugar porque si había siete discotecas debajo de su piso con la música a tope ya no es creíble que ella no escuchaba todas las noches la música de DJ Antxon y DJ Cerdán. Aunque fuera sorda, tenía que temblarle la cama además. Por tanto su presidencia también se encuentra totalmente bajo sospecha y Navarra no merece otra vez, como en los tiempos de los también socialistas Urralburu y Otano, una presidencia bajo la sombra de la corrupción.
El episodio del ex director de Nasuvinsa, contratado por Servinabar después de que Nasuvinsa cubriera de millones a Servinabar en una contratación llena de irregularidades, evidencia también la implicación del PNV en toda la trama de corrupción a través de Antxon Alonso, la pata nacionalista de Servinabar. No es que los socios de Chivite no le quieran exigir responsabilidades, es que a lo mejor no están en condiciones de exigírselas dada su situación.
Capítulo aparte merecen otras dos cuestiones también presentes en toda esta trama. Por un lado la gestión de todos los miles de millones de euros de los fondos europeos. Los grandes planes públicos de intervención de la economía, recordemos el Plan E de Zapatero, nunca funcionan. LA UE es un barco a la deriva. Los políticos de toda Europa, desde luego los socialistas españoles, lo que hicieron en cuando vieron todos esos millones es abalanzarse sobre ellos. El resultado el de siempre: quitar el dinero del bolsillo de los contribuyentes europeos, sacándolo de los lugares donde genera riqueza, para derivarlo a los chanchullos de los cerdanes, koldos, antxones y zapateros de turno. Por eso la decadencia europea crece en paralelo al presupuesto y el grosor de los tomos de regulaciones de la UE. Aparte de esto, ¿qué más nos hubiera quedado por ver de no haber estallado aún el escándalo de Servinabar? ¿A algún miembro de la mesa de adjudicación de los túneles de Velate contratado a posteriori también por Servinabar?
