El caso Errejón es importante porque con él se produce el derrumbamiento total de un discurso. No cae una persona, cae todo un relato sobre la violencia machista y la izquierda. De hecho, consciente de ello, en su último aliento Errejón trata de excusar su comportamiento (aunque por otra parte no habla de él explícitamente) responsabilizando a “una forma de vida neoliberal” y a la “subjetividad tóxica” que «el patriarcado multiplica» en el caso de los hombres. Pura basura.
La nota final de Errejón, su epitafio político, tiene todo el aspecto de ser un texto pactado. A la vista del contenido parece el resultado de una negociación entre el portavoz y su formación. De hecho todo tiene un incierto hedor a podrido y guardado. Es decir, las acusaciones contra Errejón vienen de antiguo. Ayer parecía que todo el mundo en Sumar y Podemos conocía las hazañas del pitagorín de Podemos y después de Sumar. Pero nadie dijo nada hasta ayer. De repente aparecen mujeres, esta vez dando la cara, pero hablando de sucesos que tuvieron lugar hace años. No han dicho nada sin embargo en todo ese tiempo ni han denunciado ante la policía hasta dejar caer el partido a Errejón. ¿Qué significa eso? Lo que parece por esto mismo es que el partido ha estado protegiendo a Errejón hasta ayer.
Asegura Errejón en su nota que “Llevo tiempo trabajando en un proceso de acompañamiento personal y psicológico”. Una vez más la impresión es de texto pactado y enlatado hace tiempo. Vamos a seguir tapando este asunto si podemos, pero tú a cambio tienes que ponerte bajo tratamiento. Vamos a decir que estás enfermo. Vamos a decir que has sido víctima de tu estilo de vida neoliberal. Vamos a decir que has sufrido una intoxicación patriarcal. La izquierda sueltavioladores blanquea a los agresores sexuales pretendiendo que su mal es no tener las ideas adecuadas. Los agresores sexuales o son personas que no son de izquierdas, enfermas de neoliberalismo y otras adicciones, o son personas de izquierdas que no eran auténticos izquierdistas.
Decíamos que el caso Errejón es ante todo el derrumbe de un discurso, y por eso esta colección de patrañas en el comunicado final. Nos han estado vendiendo la idea de que las agresiones machistas eran consecuencia de un entorno ideológico y de una forma de pensar, y que por eso había que imponer su entorno ideológico y su alternativa manera de pensar. La imposición de su forma de pensar en toda la sociedad, empezando por los colegios, se justificaba porque mediante ella íbamos a acabar con la violencia que sufren las mujeres. Como la violencia machista era consecuencia de la manera de pensar, las mujeres podían estar absolutamente seguras encerradas en una habitación de hotel con Errejón o en el baño de un bar mientras Iglesias se refrescaba. El soviet de la complu era el lugar seguro por antonomasia para la mujer. Si convertíamos a toda la sociedad en el soviet de la complu, en la habitación de Errejón o en el baño de Iglesias, acabaríamos con la violencia machista y el mundo se convertiría para la mujer en un paraíso en la tierra. Y ahora bájate la bragas, bonita.
Es todo muy propio de secta religiosa y de partido estalinista, valga la redundancia. ¿Lo de Errejón lo sabía todo el mundo desde hace años menos las cúpulas de Podemos y Sumar? Primero lo tapamos durante años. Cuando ya no podemos taparlo más tratamos de imponer nuestro relato. Puesto que esto no lo puede hacer un izquierdista, es que Errejón no era un verdadero izquierdista. La URSS no era auténtico socialismo. Maduro no es un comunista real. Abalos no era un socialista fidedigno. 1934 no fue un golpe de estado de verdad.
O sea, que no es que falle la moral izquierdista. Todos los izquierdistas son maravillosos. Cuando un izquierdista hace algo mal, es que no era un verdadero izquierdista, era un derechista camuflado. Lo que no se puede hacer es poner en duda el discurso izquierdista y su poder salvador. Si empezamos a dudar de que los izquierdistas puedan hacer cosas malas, dejaremos de poder imponer el izquierdismo bajo la premisa de que imponiendo el izquierdismo se acabará con el mal. Naturalmente este ridículo discurso valdría para cualquiera. En virtud de la misma lógica, podría decirse que todos los derechistas son maravillosos, y que si un derechista hace algo mal es porque en el fondo no era un verdadero derechista.
No resulta del todo irrelevante que al cesar en su actividad Errejón vaya a perder un sueldo de 100.000 euros anuales. Es como si todos estos sueldos que se han concedido unos camaradas a otros metiéndose unos a otros en tal o cual lista, en tal o cual ministerio, o en tal o cual plataforma, sirvieran como garantía y sello de la omertá bolivariana. Todos los txikilicuatres y escrachadores de la complu y del grupito de Iglesias y Errejón han acabado con sueldos públicos de 6 cifras. Aparte de poder llevar con esos sueldos unas vidas muy neoliberales a costa del contribuyente (eso ya no es tan neoliberal), esos sueldos garantizan la lealtad y estabilidad. En vez del calor del partido a ver quién se anima a agitar el cocotero y volver al paro o a la caja del Saturn. Descanse en paz (políticamente) Errejón, pero sobre todo el discurso totalitario y el festival de hipocresía que tan bien representaba Errejón.