Las relaciones del sanchismo con la dictadura de Maduro siguen siendo un escándalo diario y un estigma para España mientras Pedro Sánchez y sus socios se mantengan en el gobierno. El exilio forzoso del presidente democrático de Venezuela, Edmundo González, fue fruto de una negociación bajo coacción y amenazas, como denunció el propio Edmundo González. La foto de esa capitulación, por la que al presidente legítimo se le permite huir y salvar la vida a cambio de reconocer la victoria de Maduro, se produjo nada menos que en la embajada de España. Desde entonces todo ha sido lavarse la manos y desmentir por un lado que el gobierno de España fuera cómplice de ese chantaje mientras, por otro lado y al mismo tiempo, se presumía de que nada de eso se hubiera conseguido sin la intervención del Gobierno de España y de Zapatero.
Lo cierto es que Zapatero es un experto en negociaciones asimétricas, en las que unos negocian amenazados y otros con una pistola sobre la mesa. En sus negociaciones con la ETA, Zapatero se inventó dos mesas paralelas en las que en una se hablaba de política y en otra de desarme. O sea, o me das lo que quiero en la mesa política o te sigo amenazando en la mesa de las pistolas. En el caso de Venezuela, Zapatero ha conseguido que Edmundo González y sus familiares salven la vida a cambio de reconocer a Maduro y tener que marcharse de Venezuela. ¿Qué clase de acuerdo justo y democrático es eso? La clase de acuerdo justo y democrático que caracteriza a Zapatero. Los acuerdos que alcanza Zapatero siempre son del tipo dale lo que quiere al que te amenaza y a cambio no te dispara. Los acuerdos de Zapatero siempre benefician al que amenaza y perjudican al amenazado. En el caso de Venezuela, parece que si el dictador no te mata a cambio de reconocerlo como presidente su dictadura ya no es una dictadura sino el fruto de un acuerdo legítimo. Y el que diga lo contrario es un enemigo de la paz y de la concordia. En los acuerdos de ZP en realidad todo son agravantes. No sólo roban las elecciones, no sólo te echan del país, encima de obligan a firmar que Maduro es legítimo. Firma o plomo, así son los acuerdos de Zapatero. Todo el que pretende algo a cambio de dejar el plomo busca a Zapatero como el mejor mediador.
El “acuerdo” firmado entra la dictadura chavista y Edmundo González, del que presume el PSOE como un logro de Zapatero, no fue un acuerdo que se le arrancó a la dictadura, sino que se le arrancó al presidente legítimo de Venezuela. Zapatero no es un mediador ni actúa como tal. Zapatero no es un personaje neutral. Zapatero es un peón de la dictadura. No es equidistante, no está a la misma distancia de Maduro que de la oposición a Maduro, o sea de la democracia. El punto medio entre libertad o dictadura tampoco es la virtud. Zapatero está al lado de Maduro, trabaja para Maduro, es un peón de parte. Nadie siente a Zapatero en una negociación como alguien imparcial. Zapatero se ha especializado en las negociaciones en las que una de las partes está amenazada y Zapatero en esas negociaciones defiende los intereses y la imagen del que amenaza.
La dictadura chavista quería echar de Venezuela a Edmundo González y obligarle a firmar un reconocimiento a favor de la victoria de Maduro. Eso es exactamente lo que obtuvo. Lo que Zapatero consiguió en ese proceso es asegurar que Maduro obtenía lo que deseaba. Que mientras Edmundo González declara que firmó bajo coacción, el PSOE presuma de la importancia de la intermediación de Zapatero y de que la firma del acuerdo tuvo lugar en la embajada española, pero queriendo al mismo tiempo lavarse las manos del chantaje, es todo un despropósito y un imposible metafísico. Dicen que el no reconocimiento de Edmundo González fue parte del precio asumido por Sánchez y los hechos no lo desmienten, puesto que el Congreso o el Parlamento de la UE han reconocido a Edmundo González sin el voto del PSOE. O el que coge el teléfono a los secuestradores es un policía que busca salvar al rehen, pero también detenerlos, o es un enviado de la banda que sólo busca que se entregue el rescate y que los secuestradores lo disfruten con impunidad. ¿Cuál es el papel de Zapatero? Se entiende que Edmundo González quisiera vivir o que no tocaran a su familia, pero no se puede validar un secuestro porque el precio se pagó y el rehén fue liberado. Lo que se debe intentar es recuperar el dinero y detener al secuestrador.