La Ley Trans o el género a la carta

La última batería de regalos del enloquecido gobierno sanchista antes de la Navidad incluye la aprobación de la llamada Ley Trans. El eje vertebrador de esta disparatada ley es el concepto de «autodeterminación de género», en virtud del cual se puede cambiar de género en el Registro Civil a partir de los 14 años con la simple manifestación de la persona afectada.

Hasta aquí la ley podía ser sólo ridícula, pero limitadamente dañina, sólo que la cosa como siempre con este gobierno no para aquí. Por el principio de «no patologización, autonomía, decisión y consentimiento informado», los menores entre 12 y 16 años podrán someterse a «prácticas de modificación genital» siempre que «por su edad y madurez, pueda consentir de manera informada a la realización de dichas prácticas». Es decir, la ley abre la puerta a que niños a partir de 12 años puedan tomar la decisión de mutilar irreversiblemente su cuerpo. En el futuro otro gobierno podrá cambiar la ley pero, a los arrepentidos, ¿quién les devolverá su cuerpo sin mutilar?

Obviamente la Ley Trans no convierte a los hombres en mujeres o viceversa, simplemente se crea la categoría “mujer trans” u “hombre trans”. En base a las mismas absurdeces que pretenden justificar esta ley se podría aprobar otra ley estableciendo la autodeterminación de edad, por ejemplo, en virtud de la cual uno tuviera derecho a elegir su edad e inscribirla en el Registro Civil. Obviamente uno puede autodeterminarse para tener siempre 28 años, e incluso conseguir que sea lo que pone en el DNI, pero por un lado estará la edad percibida o autodeterminada y por otra la artrosis. Igual que por un lado estaría la estatura autopercibida y por otro la estatura real, o la raza autopercibida y la raza real.

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En el caso de la autodeterminación de género, además, se crean múltiples disfunciones a diversos niveles. En el deporte, por ejemplo. O en la llamada violencia de género. O en las prisiones. Incluso en las oposiciones. ¿Qué pruebas físicas tendrá que pasar para ser bombero o policía un hombre que se autopercibe como mujer? ¿Las de las mujeres o las de los hombres? ¿Es violencia de género que un hombre que se autopercibe como mujer pegue a una mujer? Cuando en una empresa se imponga que tal porcentaje de miembros del consejo de administración tienen que ser mujeres, podrán tener pene todos los miembros del consejo y autopercibirse como quieran?

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Por supuesto la ley prescinde por completo de la autorización o el conocimiento de los padres. La familia es el enemigo natural de este gobierno. La familia es un contrapoder, por tanto la hostilidad a la familia es una constante con este gobierno no ya en esta ley, sino en cualquier ley.

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La nueva ley prohíbe totalmente «la práctica de métodos, programas y terapias de aversión, conversión o contracondicionamiento, en cualquier forma, destinados a modificar la orientación o identidad sexual o la expresión de género de las personas», tanto da si esa terapia tiene lugar «con el consentimiento de la persona interesada o de su representante legal». Resulta muy curiosa esta rabia contra las llamadas terapias de conversión porque evidentemente existen dos formas de que alguien que percibe que su mente no casa con su cuerpo resuelva su problema. Una es cambiando el cuerpo y otra cambiando la mente. Si como pretenden los defensores de la ley el género es además una cuestión cultural y psicológica, cabría pensar que para ellos lo coherente sería mucho antes intentar adecuar la mente al cuerpo que el cuerpo a la mente. ¿Por qué se dan todas las facilidades posibles para lo primero y se prohíbe totalmente en cambio lo segundo? Si por otro lado no existen mentes masculinas y femeninas, ¿cómo puede haber una mente en el cuerpo equivocado? Y si el género es una cuestión meramente educacional, ¿por qué justifican la Ley Trans en el hecho de que haya personas que pese a toda la educación recibida para ser hombres se sienten mujeres o viceversa? ¿En qué quedamos? ¿El género es un mero producto de la educación o algo que se manifiesta frente a toda la educación recibida? Y ya puestos, ¿qué cara se le queda a una feminista aprobando una ley que determina que cualquiera puede ser mujer y que por tanto vacía de contenido y destruye la categoría de mujer? Bueno, esto es lo único que sí podemos responder: se le queda la cara de Carmen Calvo.

Como elemento final, la ley también incluye una apostilla muy propia de este gobierno, que usa el estado y el dinero público como una herramienta privada para premiar a sus adeptos y castigar a los discrepantes. Puesto que LGBTfobia es contrariar cualquier cosa que digan los ingenieros de género, cualquier asociación, plataforma, partido u organización que cuestione los principios de esta ley se quedará sin subvención. Por eso este gobierno piensa que todo tu dinero está mejor en su bolsillo que en el tuyo, para poder coaccionar y controlar tu forma de pensar.

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