La basura de Bildu

Todas las dictaduras y todos los abusos del estado tienen dos clases de opositores: los amantes de la libertad y los que quieren ser ellos quienes controlen el estado e imponer su propia dictadura. Obviamente los segundos no son amantes de la libertad y obviamente la izquierda abertzale forma parte de este segundo grupo. De este modo, no es raro que la Agencia Española de Protección de Datos finalizara este verano un expediente contra la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, controlada por Bildu, ordenándole cesar el tratamiento de datos de apertura de los contenedores y su vinculación a los domicilios. O sea, el espionaje administrativo.

La resolución de la Agencia de Protección de datos, sin embargo, es sólo una victoria a medias para los ciudadanos. No se podía esperar más, cuando la administración controla a la administración o es una agencia del gobierno la que tiene que proteger a los ciudadanos de los abusos del gobierno. O sea, la Agencia de Protección de Datos no cuestiona el sistema de recogida sino que se limita a señalar que los datos no están siendo utilizados ni para establecer un pago por generación ni para sancionar conductas inadecuadas. Por su parte, la Mancomunidad acepta sólo a medias el reproche y se limitará a dejar de utilizar temporalmente los datos de apertura de contenedores, pero manteniendo el sistema de tarjetas. Además le señala a la Agencia de Protección de Datos que estos ya han sido utilizados en labores de inspección y concienciación, ya que al final parece que esto es lo que justifica la existencia del sistema en vez de su deslegitimación.  Vamos, que al final casi ataca menos  a los ciudadanos la Mancomunidad que la Agencia de Protección.

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El asunto de fondo sin embargo es el respeto a la intimidad y a los derechos de los ciudadanos del gran Leviatán estatal. Conforme crece el Leviatán estatal, se empequeñece el ciudadano. Una fuerza como Bildu, o la izquierda abertzale en general, se presenta a menudo como una fuerza antisistema, que se opone por ejemplo a las cámaras en las vías públicas que permiten identificar a ladrones, agresores sexuales… o practicantes de la kale borroka abertzale. Pero la izquierda abertzale no se opone a las cámaras policiales por amor a la libertad y al derecho a la intimidad de los ciudadanos, sino para proteger a sus huestes. De hecho, cuando la izquierda abertzale llega al poder no es para limitar la vigilancia del gobierno sobre la población, sino para exacerbarla. La izquierda abertzale, como decíamos al principio, no se ha enfrentado ocasionalmente a los excesos del estado por amor a la libertad, sino por no ser ella quien controla el estado para poder cometer esos excesos y más. Stalin no se enfrentó a los nazis (después de haber pactado con ellos) por amor a la libertad, sino para implantar su propio modelo totalitario. Y la ETA no luchó tampoco contra Franco por amor a la democracia, sino para implantar su propia dictadura. Es por ello que siempre conviene recordar la distinción entre los que se oponen a los excesos del gobierno por amor a la libertad y los que sólo se oponen cuando no están ellos en el gobierno. O sea, siempre conviene recordar qué es y dónde está Bildu.

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Un comentario

  1. Parte importante de los cambios con la Agenda 2030 es el control totalitario de toda actividad , gasto y pensamiento del súbdito, por lo que en última instancia si es necesario Pumpido dejará impune este delito, Todavía la gente no se da cuenta que el juego ha cambiado, ya no es el «juego democrático», estamos al principio de los Juegos del Hambre. Poco a poco, y la rana disfrutando de su nuevo jacuzzi, encantada de haberse conocido,

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