Cuando el Papa parecía estar recuperándose nos ha abandonado, así son las cosas. Ahora parece que llega el momento de juzgar el papado de Francisco, puesto que además de un presidente del gobierno y un seleccionador nacional, debe ser que todos llevamos también un Papa dentro. El Papa Francisco era social, cercano, avanzado, reformador, ecologista… según otros era progre, izquierdista, anticatólico, antipapal… Cada cual juzga al Papa, como si eso no fuera bastante osado, según por otro lado el sencillo esquema de contrastar al Papa con su pequeño esquema ideológico personal. Todos esperamos un nuevo Papa que confirme nuestros recetarios y nos diga exactamente lo que queremos oír. O sea, un Papa que bendiga todas nuestras posiciones hasta sus últimos extremos, que no nos haga replantearnos nada y que por tanto sea perfectamente inútil. No se parece eso sin embargo a lo que hizo Jesús. Es decir, Jesús dividió radicalmente a la gente de su tiempo entre quienes al escuchar su mensaje decidieron abrazarlo y los que decidieron matarlo. No era por tanto el mensaje de Jesús uno para quedarse igual que antes de escucharlo. No era sin embargo un odiador porque a quienes querían matarlo decía que había que amarlos. En este sentido es seguro que el nuevo Papa, sea quien sea, no se limitará a confirmar nuestras opinones y no se someterá a la tiranía de que lo juzguemos bueno o malo según nos incomode lo que escuchamos. El criterio no es nuestra comodidad sino el Evangelio. No pasa nada, seremos más felices teniendo el Evangelio como criterio.
Desde este punto de vista el nuevo Papa, como todos los anteriores, sea quien sea avanzará sobre los mismos dos raíles de toda la historia de la Iglesia. El segundo raíl es que no es el mensaje cristiano el que tiene que moverse hacia donde está la gente sino que de lo que se trata es de que la gente se mueva hacia el mensaje cristiano. A esto lo llamamos conversión. Es por esto que un Papa lo mismo puede molestar a la izquierda que a la derecha. Un Papa es o nada o cristiano. Un Papa no es bueno o malo porque sea de derechas o de izquierdas. Un Papa sigue a Cristo y bueno o malo será lo que hagan la derecha o la izquierda según se acerquen o se alejen del mensaje de Jesús. Por lo demás un Papa puede tener opiniones discutibles sobre muchas cosas, pero lo fundamental es el mensaje cristiano, por otro lado un mensaje de esperanza y amor. El otro raíl sobre el que avanzará cualquier futuro papado, el primer raíl, es el de que hay algo más. Somos algo más que materia y hay algo más que esta vida. Esto es desde siempre lo verdaderamente radical y esencial. Un Papa que únicamente hablara de la materia y sus cosas sólo sería un político, otro político, un pensador, un teórico de la organización en el mejor de los casos.
Sin duda el Papa Francisco ha tenido su estilo personal, que como tal a unos gustará menos y a otros más. El mensaje de un Papa en cambio no es personal. Parece haberle gustado mucho el estilo de Francisco a la izquierda, que le alaba mucho al morir, pero muchos de los que alaban a Francisco no han atacado menos a la Iglesia durante su papado de lo que la atacaron antes, o de lo que la atacarán con el próximo Papa si no se parece a Francisco. Algunos de los que hoy escriben grandes elogios sobre lo progresista que era Francisco no parecen haberle hecho mucho caso, sin embargo, respecto a la que decía sobre el aborto o la ideología de género. Amar al prójimo, dar de comer al hambriento o proteger al débil no es una invención de Francisco. Todos queremos quizá un Papa a la medida en vez de a un pastor. Olvidamos quizá también que o no hay nada más y la figura del Papa es bastante irrelevante o hay algo más y entonces al Papa no lo eligen sin más un grupo de cardenales, ni los medios, ni los simpatizantes, ni los detractores, ni los cristianos. El elegido será un humano, el Elector no. La persona cambiará, el mensaje fundamental no.
Por lo demás, en esta hora de quinielas y perfiles cabe señalar que será lo que Dios quiera, literalmente, pero que como curiosidad el abanico de papables es mucho más amplio de lo que se suele suponer. En teoría al menos, para ser elegido Papa no sólo es que no haría falta ser cardenal, sino ni siquiera obispo. Seria necesario sin embargo reunir los requisitos para poder ser nombrado a continuación obispo de Roma: varón, al menos 35 años, al menos 5 años como presbítero, conocedor de Teología y conducta ejemplar. Desde luego al Espíritu Santo poco le importan nuestras quinielas, tanto si de lo que se trata es de confirmar a un “favorito” como de dar una sorpresa, pero si de lo que se tratara fuera de dar la sorpresa, por poder la Paloma podría hasta salirse del colegio cardenalicio. Como de lo que se trata sin embargo no es de encontrar a un hombre perfecto, suele ser posible encontrar entre los cardenales a un candidato imperfecto, pescador de hombres, sucesor de los apóstoles, pastor de ovejas imperfectas, resabiadas, engreídas, quejicas y comestibles y sabrosas si viene el lobo.
