El suplicatorio de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez no se va a ir del poder por propia voluntad. Esta es más o menos la única moraleja clara que podemos sacar no ya de su intervención de ayer, o de su carta de hoy, o de la anterior, sino de todo lo que conocemos de él en general. Es un yonki del poder, vive para y por tener el sillón. No es imposible que los escándalos alcancen tal nivel que finalmente se viera forzado pese a todo a presentar su dimisión, pero pongámonos en lo peor. El escenario más extremo sería que la Justicia encontrara indicios de que Pedro Sánchez forma parte de la trama corrupta del PSOE e iniciara su procesamiento. No se trata de una hipótesis descabellada, puesto que el que suele estar encima de una banda de piratas lo más lógico es pensar que se trata del jefe de los piratas. Llegados a tal supuesto, el Tribunal Supremo tendría que pedir su suplicatorio.

¿Cuál es el problema del suplicatorio? Pues que el suplicatorio para que fuera procesado por la Justicia lo tendría que conceder el Congreso. ¿Y quién tiene mayoría en el Congreso? Por tanto, aún cuando Pedro Sánchez apareciera en los informes de la UCO como el cabecilla de la trama corrupta del PSOE, el PSOE y sus socios podrían denegar al Supremo el suplicatorio y blindar a Pedro Sánchez en Moncloa. Incluso para procesar a Abalos fue preciso que el Congreso concediera el suplicatorio. No es exagerado por tanto señalar que cuando Sánchez se aferra al poder en vez de dimitir hace todo lo que haría alguien que fuera culpable para blindarse, y que por tanto al aferrarse al cargo pese a todo lo publicado genera una apariencia de sospecha sobre su cargo, algo que no puede permitirse de cara al exterior, ni tampoco de cara al interior por respeto a su ciudadanía, ningún país serio. Irónicamente, el propio Sánchez llegó al poder de mano de una moción de censura inspirada en este mismo principio, lo que ocurre es que la vara de medir por lo visto ha cambiado. Enternece por lo demás a estas alturas recodar que quien presentó aquella moción de censura contra la corrupción que hizo presidente a Sánchez fue el mismísimo y corruptísimo Abalos.

Sánchez por otro lado no se limita a bunkerizarse en el poder, sino que ha pasado hace tiempo a la ofensiva. El informe de la UCO entregado al juez es el resultado del fracaso de la maniobra del PSOE para acabar con el jefe de la UCO. Para evitar responder de sus casos de corrupción, el PSOE se encuentra en pleno proceso de reforma de la Justicia para poder nombrar jueces a su gusto, sin tener que pasar una selección objetiva como una oposición abriendo paso a la selección subjetiva, o para dejar la instrucción de los procesos penales en manos de la Fiscalía la cual se encuentra en manos del gobierno. Con esta reforma legal, no hubiera existido por ejemplo el informe de la UCO sobre Cerdán. Es por esto que tenemos en España una situación tan atípica como una huelga de jueces y fiscales en defensa de su independencia, que es el elemento esencial de cualquier juzgador. Un juez o es imparcial o no es juez. Un juez no puede ser nombrado por la parte que es juzgada. Si el gobierno controla a los jueces y fiscales se autoconcede de hecho un estatus de impunidad, gozando de un poder absoluto. Un estado en el que el gobierno nombra a los jueces deja de ser un estado democrático de derecho.

Volviendo a la cuestión del suplicatorio, podría darse la paradoja de que Sánchez y sus socios, para no concederlo, alegaran que Sánchez no está condenado y le avala la presunción de inocencia. Por otra parte, si no se concede el suplicatorio no se puede juzgar y condenar a Sánchez y destruir su presunción de inocencia. La pescadilla que se muerde la cola. Lo cierto es que el suplicatorio otorga a Sánchez si se lo permite el sanchismo un blindaje fantástico.

Como remate a todo lo anterior, es mentira la excusa de Sánchez para atornillarse a su sillón. La alternativa no es corrupción o Mussolini. Primero porque la derecha española no es Mussolini. A estas alturas es evidente que el asustaviejas de que viene la derecha era una excusa para robar. Segundo porque Sánchez puede dimitir perfectamente sin que eso suponga la automática llegada al poder de la derecha. Si Sánchez dimitiera, simplemente la mayoría sanchista tendría que nombrar otro presidente que no estuviera salpicado por ninguno de los actuales escándalos. No es por tanto para frenar a la derecha que Sánchez se aferra a Moncloa. Por lo demás, poco dice del espíritu democrático de Sánchez el negarse a convocar elecciones anticipadas, otra de las posibles salidas, por creer que ganaría la derecha. Si cree que la izquierda no tendría ninguna posibilidad de ganar unas elecciones, entonces sabe que está gobernando sin el respaldo popular del pueblo español. Si es eso lo que piensa, debería salir de él mismo el convocar inmediatamente elecciones. El problema es que es un yonki del poder. O peor aún, tiene claro que su mejor defensa procesal es mantener el poder.

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