El progresismo va expulsando a la mujer de los ámbitos que había conquistado

Siempre sucede lo mismo con la izquierda cuando legisla. Dice que va a acabar con los problemas para acceder a la vivienda, o con el paro, o con la pobreza, o con la desigualdad, o con las agresiones sexuales, y además insulta y descalifica a todos los que osan cuestionar sus leyes, pero luego llega la realidad con los resultados. Y atendiendo a los resultados, ¿la izquierda es realmente quien mejor sirve los intereses de las mujeres, de los parados, de los que buscan una vivienda o de las personas en situación de pobreza?

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Desde luego no puedes presentarte como el gran defensor de la mujer y rebajar las penas a miles de agresores sexuales, poniendo a muchos de ellos en la calle. Pero la ley del “sólo sí es sí” es tan sólo el capítulo más eminente de la lista de despropósitos de la izquierda durante la pasada legislatura. Al menos esa ley fue rectificada, pese a que fuerzas como ERC, Bildu y Podemos la siguen apoyando con contumacia. Antes llenar las calles de violadores que asumir que estaban equivocados. La otra ley que comienza a mostrar inquietantes resultados es la Ley Trans, en virtud de la cual la mujer está empezando a ser expulsada de ámbitos en los que había conseguido entrar tras muchos años de lucha y esfuerzo.

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Hace unos días, sin ir más lejos, trascendía a los medios el caso de la atleta paralímpica Melani Bergés, desplazada por una competidora transgénero. No es un caso único, sino un goteo constante en el mundo del deporte. Ahora hay deporte masculino y femenino, en unos años habrá deporte masculino y deporte transgénero.

También en estos días ha saltado a la actualidad la noticia de una soldado, en este caso en los EEUU, que va a abandonar el ejército por tener que compartir duchas, dormitorios y vestuarios con soldados trans, muchos de los cuales ni siquiera han pasado por una cirugía de “reasignación”.

¿Dónde están los organismos de Igualdad? ¿Dónde están las feministas? Con defensoras de la mujer como la izquierda a las mujeres no les hacen falta enemigos. Por supuesto de todos estos posibles efectos colaterales de las leyes de género se le avisó a la izquierda que no se quiso dar por enterada, que negó tajantemente los riesgos de que todo esto pudiera suceder, y que ahora se excusa negando los problemas o declarando que “no se podía saber”. Por el contrario sí se podía saber. Es más, es que otra cosa no podía pasar.

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