El destape de las contradicciones de Irene Montero

¿Qué es estar empoderada? ¿Empodera a las mujeres el discurso feminista? ¿Dan la impresión las mujeres feministas de estar empoderadas? Comenzar a cuestionar el feminismo es adentrarse en un campo de minas ya desde el propio concepto. Según la RAE, feminismo es el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”, a ver quién ataca eso, mientras que machismo, a ver quién lo defiende, es una “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres” y una “forma de discriminación sexista caracterizada por la prevalencia del varón”. En un momento en que se ha normalizado la criminalización de los hombres, no hay una palabra para defender la igualdad del varón. La extraña palabra para defender la igualdad entre los hombres y las féminas es feminisno, un poco como si la palabra para defender la igualdad entre los negros y los blancos fuera blanquismo. Por alguna extraña razón, la palabra igualdad no vale para defender la igualdad entre hombres y mujeres, sino que la palabra tiene que ser feminismo. Por otro lado no existe una palabra específica para designar las situaciones en que el hombre es discriminado respecto a la mujer, como allí donde se haya establecido una política de cuotas o exista una prueba física con baremos distintos para hombres y mujeres, favorables a las mujeres. Así que lo que no tiene nombre no existe y no a la inversa, como alguno o alguna podría pensar.

De todo lo anterior se concluye que existe un importante muro de estigma alrededor del feminismo para entrar siquiera a poder discutirlo. Una barrera alrededor evita la discusión, la discusión evita la necesidad de argumentación y la erradicación del debate evita también la posibilidad de analizar la coherencia entre los comportamientos y los discursos. Llegamos así poco a poco a las vacaciones de Irene Montero. Tampoco es que en este debate lo importante sea Irene Montero, sino lo que representa Irene Montero.

La ilustre eurodiputada podemita está compartiendo fotos en este verano de lo más contradictorias y llamativas. Es el caso de aquellas en las que aparece por ejemplo viajando por Burdeos o las Islas Baleares. ¿En qué quedamos? ¿Es o no es bueno el turismo? ¿Es malo que los extranjeros vengan a hacer turismo a España pero bueno que los españoles vayan a hacer turismo al extranjero? ¿Por qué Irene Montero puede ir a Francia a hacer turismo pero los franceses no pueden venir a España? ¿O hay también en esto una doble vara de medir para Irene Montero y el resto del mundo? ¿Pueden hacer el resto de españoles los mismos viajes que Irene Montero? Más que moral, la diferencia entre Irene Montero y el resto de los españoles se nota que es económica. Evidentemente los españolitos normales no se pueden permitir las mismas vacaciones que una eurodiputada que cobra 125.000 euros al año. Eso sí, representando en exclusiva a “los de abajo”, aunque nadie ahí abajo tenga su casa o su sueldo.

La afición de las mujeres de extrema izquierda por los viajes contrasta visiblemente no sólo con su discurso contra el turismo, sino también con su postura respecto a la inmigración. Al parecer, por ejemplo, sólo los turistas hacen bajar la oferta de vivienda disponible, con todos los inmuebles que ocupan sin k, o sea legalmente, pagando y de forma temporal.

Por el contrario, todos los millones de inmigrantes que llegan de forma irregular no reducen por lo visto la oferta de vivienda, no ocupan inmuebles (con “c” o con “k”), no necesitan casas donde quedarse indefinidamente a vivir. Por alguna extraña razón, para Montero o Belarra venir del extranjero a España está bien siempre que se haga irregularmente, sin papeles, sin control, sin dinero, sin un lugar de estancia y sin fecha de regreso. Correlativamente, venir del extranjero a España está mal siempre que se haga legalmente, sin antecedentes, controladamente, con un lugar de estancia, con una fecha de regreso y con los bolsillos llenos de dinero para dejarlo en los nuestros. Si los extranjeros vienen con dinero, papeles y fecha de regreso eso es totalmente insostenible e indesable. Y todavía nos preguntamos por qué la ruina y el discurso izquierdista van siempre unidos como hermanos siameses. Pero no se acaban aquí las contradicciones.

Ni lorzas, ni bigote, ni arbusto sobaquero, ni peinado al hacha. Irene Montero tampoco ha podido evitar la tentación de subir fotos vacacionales en sus redes sociales, mostrando en bikini hasta qué punto se diferencia de su tropa y se ajusta perfectamente a los cánones heteronormativos que marca el patriarcado opresor. No parece que lo muestre con vergüenza. Es más, da la impresión de que su buen esfuerzo en dieta y gimnasio le ha costado ajustarse al canon machista opresor. Más aún, ¿para qué sube fotos de su cuerpo en bikini y en topless? ¿Deben los hombres evitar mirar a las mujeres en general salvo en el caso de Irene Montero? ¿O sube sus fotos en bikini y en topless para que no las miremos? ¿Las sube para poder llamarnos machistas cuando las veamos? Cualquiera sabe cómo funciona la cabeza de Irene Montero.

Empezábamos no obstante hablando de feminismo y empoderamiento, y quizá sea momento de volver a esa relación sin encasquillarnos en el bikini de Irene Montero. ¿Son Ione Belarra o Irene Montero mujeres empoderadas? ¿Lo son en general las feministas? ¿O son por el contrario contraejemplos de empoderamiento?

En este sentido, la pregunta es si Irene Montero hubiera llegado a ser diputada, ministra o líder de Podemos sin ser a la vez pareja de Pablo Iglesias. Lo que determinó su llegada al gobierno fue, una de dos, su currículum en el Saturn o ser la mujer del vicepresidente. De todas las mujeres de España, o por lo menos de todas las podemitas, ¿es casualidad que la ministra o la líder de Podemos fuera la pareja de Pablo Iglesias? Y si es así, ¿es un gran ejemplo entonces Irene Montero de mujer empoderada o todo lo contrario? Pero vayamos más lejos y trascendamos el ejemplo de Irene Montero.

¿Cuántas formas de pensar se pueden encontrar en una manifestación feminista? ¿A qué formas de pensar se limita el carnet de feminista? ¿A partir de qué ideología empieza el “machismo”? Interesa preguntarse esto porque todas las feministas que vemos en los partidos y los medios el hecho es que repiten como cacatúas el mismo discurso, las mismas filias, las mismas fobias y las mismas consignas. Es más, utilizan todas ellas incluso un vocabulario particular y característico. Pero entonces, ¿cómo se compatibiliza eso con estar empoderadas? O sea, ¿no empieza cualquier empoderamiento por pensar por uno o una misma? ¿Cómo va ser el resultado de empoderar a las mujeres el conseguir que todas piensen lo mismo, que todas usen una serie de palabras y que todas tengan el mismo aspecto? ¿Cómo va a ser en definitiva indistinguible el resultado de empoderar a las mujeres que el de haberles lavado el cerebro?

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Un comentario

  1. Ahora la situación se ha complicado aún más, ya que el problema tan bien mencionado se ha extendido también al interior de España. Últimamente, en la prensa han aparecido casos de ataques a madrileños (principalmente) por viajar a Galicia, Cataluña, Baleares o Asturias. Los atacantes pueden ir de vacaciones donde quieran, pero los atacados deben quedarse en casa. Así es como entienden la igualdad, como decía aquel comunista: «lo mío es mío, y lo de los demás, a medias».

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