Doblete de agresiones sexuales en Pamplona y condena mínima por el asesinato del portero de discoteca de Villava

Si hay alguien que todavía no quiere verlo, no será por la cantidad de casos que cada pocos días la realidad le pone ante los ojos. La seguridad pública en Pamplona se está degradando de una forma alarmante, y uno de los exponentes más preocupantes de esa degradación son las agresiones sexuales a mujeres. Dos casos más este fin de semana y, una vez más o dos veces más, se repite el perfil de agresor sexual magrebí.

Sin obviar la responsabilidad individual del agresor, es evidente que en la proliferación de estos casos y el deterioro de la seguridad existe un claro trasfondo político. Nos encontramos ante el naufragio de una política de inmigración que ni sabe controlar las fronteras, ni sabe reaccionar ante los crecientes casos de delincuencia importada. Hay una serie de partidos que tienen una grave responsabilidad en todo lo que está pasando. Este fin de semana una conocida actriz decía no entender a las mujeres que no son de izquierdas. Las páginas de sucesos, por el contrario, podrían invitar a preguntarnos cómo puede haber mujeres que no sean de derechas. Pero no seguiremos la línea de la determinación del pensamiento por género. Ni siquiera tiene sentido que controlar las fronteras sea una cuestión de izquierdas o de derechas y no de sentido común, como cada día evidencian los resultados del buenismo y del descontrol.

Como remate del paraíso delincuencial en que nos estamos convirtiendo, y de la inadecuación del marco penal y legal a la situación actual, tenemos además la noticia de la sentencia por el reciente asesinato de un portero de discoteca en Villava. El agresor, una vez más de origen extranjero, ha sido condenado a 4 años de cárcel que cambiará por el abandono del país.

Resulta extraordinariamente difícil entender la lógica, no digamos la justicia, de esta sentencia y del marco legal que la explica. Cambiar la pena de un asesinato por el abandono del país equivale a no perseguir un asesinato porque el asesino ya ha abandonado el país. Desde luego un extranjero que comete un crimen debe abandonar el país, pero después de cumplir su pena. En caso  contrario, y más en un delito grave, toda la pena pasa a ser su mera expulsión.

El crimen no puede quedar impune. Ni la víctima puede quedar sin justicia, ni un asesino puede ir matando gente de país en país. Una pena de 4 años por un asesinato, por otro lado, resulta difícil de entender. De todos los delincuentes importados que aparecen en este recopilatorio, ¿cuántos tenían ya antecedentes o estaban en situación ilegal? ¿Alguien se atreve a negar todavía a estas alturas la relación entre delincuencia e inmigración incontrolada e ilegal?

Hablamos en gran número de casos de delitos que nunca debieran haberse cometido, cuyo autor hubiera debido ser expulsado del país hace tiempo, de delitos evitables, y que si no obstante se han cometido, los políticos y legisladores, particularmente los de la izquierda, tienen una responsabilidad por su comisión.

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Un comentario

  1. Si la consejera, señora Alfaro, no ha cambiado de opinión (que no lo habrá hecho),seguirá sosteniendo que no existe relación entre la inmigración ilegal y el incremento del número de crímenes.En esta línea se situará desde luego la opinión oficial de los gobiernos de España y de Navarra.¡ es algo inaudito !
    Atendamos ,por otra parte, a la práctica identidad entre las penas impuestas por una agresión sexual (Dani Alves) y el homicidio del portero de la discoteca. Y dado que esta última puede cambiarse por la salida del país, digamos que el homicidio se penaliza con un crucero a través del Atlántico , de España a Colombia.Sencillamente, aberrante.

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