Finalmente, ha costado lo suyo el recuento, se confirma que en las midterms celebradas hace 10 días los republicanos han conseguido arrebatarle el Congreso a los demócratas. Los demócratas conservan por la mínima el Senado, en el que sólo se renovaba un tercio de la cámara. Recordemos que Biden contaba hasta ahora para hacer y deshacer a su antojo con el control de las dos cámaras, por lo que ahora son los republicanos los que tendrán un juguete nuevo para frenar ciertos procesos o impulsar otros, como comisiones de investigación o los impeachments como los que los demócratas han utilizado a discreción contra el Partido Republicano.
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Aunque los republicanos avanzan y los demócratas retroceden en estas elecciones de medio mandato, que lógicamente se consideran como un examen a la labor presidencial, buena parte de la prensa está considerando el resultado como un fracaso republicano. Seguramente esto tiene una doble explicación. Para empezar vivimos una época en la que la izquierda controla la mayoría de los medios a escala global. Fuera cual fuese el resultado republicano, hubiera sido infravalorado por la mayoría mediática dominante. Por otro lado, una vez más los republicanos pueden haber sido victimas de la mala gestión de las expectativas de voto. El tsunami rojo (en los EEUU son los republicanos de la derecha los identificados con el color rojo) no se produjo, ¿pero quién decidió que todo lo que estuviera por debajo del nivel de un tsunami sería un fracaso? ¿Quién decidió que perder voto y una de las dos cámaras fuera un éxito de Biden? Sin duda el éxito republicano podía haber sido mucho mayor y los demócratas podían haber perdido las dos cámaras, pero quizá merezca la pena distinguir entre fracaso y distintos niveles de éxito.
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En este sentido cabe reseñar que uno de los principales temas de la campaña ha sido el aborto, colocado en el centro del debate por parte de los demócratas después de la sentencia del Tribunal Supremo estadounidense que dejaba de considerar el aborto como una especie de derecho federal, lo que abría la puerta a que los estados provida pudieran aplicar su propia legislación antiabortista. Los demócratas han colocado el aborto en las midterms como uno de los asuntos principales, tratando de captar la mayoría del voto femenino. Si la gran palanca de los demócratas para captar una oleada de votos era el aborto, salta a la vista que el plan ha fallado.
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Una de las cuestiones fundamentales de las midterms era por otro lado medir las fuerzas de las distintas personalidades republicanas. En este sentido Trump, que acaba de anunciar su decisión de presentarse a las primarias republicanas para ser candidato a la presidencia en 2024, ha obtenido un resultado inconcluyente. No se puede decir que haya sufrido un varapalo estrepitoso pero tampoco sus candidatos han tenido un buen resultado. Las cifras no son ni lo bastante buenas ni lo bastante malas respecto a la candidatura de Trump como para asegurar rotundamente nada. Por el contrario, el que sí ha cosechado un gran resultado con un 60% de apoyo es el gobernador de Florida, Ron DeSantis. Esta figura emergente del Partido Republicano ha obtenido además su gran resultado con un discurso rotundo contra la ideología de género, el socialismo, la inmigración ilegal (en un estado con gran presencia inmigrante), el adoctrinamiento en las aulas, el aborto y la agenda woke en general. Todo indica que de cara a las primarias republicanas y la próxima carrera presidencial va a ser el otro gran candidato junto a Trump.
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