Como todos los años por estas fechas tiene lugar en Davos la reunión del Foro Económico Mundial, el de la Agenda 2030, el que nos dice que no tendremos nada y seremos felices, al que acuden los mandatarios de todo el mundo a mostrar pleitesía y adhesión.
Fructífero encuentro con @BillGates en Davos.
Debemos mantener el compromiso internacional con los objetivos de salud globales y cooperación al desarrollo.
Seguiremos trabajando, junto a @gatesfoundation, para impulsar la transición verde y la transformación digital que nos… pic.twitter.com/VSlhu9xDXY
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) January 17, 2024
Sin duda esta es una cuestión a la que no prestamos bastante atención. Suponiendo que alguna vez hemos vivido en una auténtica democracia, ¿seguimos viviendo en ella aún? ¿Hacia qué tipo de dictadura global nos estamos encaminando? Porque los signos están ahí, no se pueden negar.
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Es evidente que hay personas tendentes a la paranoia incapaces de explicar nada sin acudir a una buena teoría de la conspiración. A veces la teoría no es muy buena y sus maquiavélicos protagonistas casi nunca están a la altura de la terrible conspiración. O sea, no es fácil concluir que estamos siendo gobernados desde la sombra por un pequeño grupo de genios supervillanos. Por el contrario, hace tiempo que el mundo parece más bien estar dirigido por un grupo de asnos. Nuestros villanos no suelen estar en general a la altura de las elaboradas conspiraciones que a menudo les estamos atribuyendo.
No obstante lo cual hay una serie de cosas que resultan de lo más llamativas, por ejemplo, que un pin de la Agenda 2030 lo mismo lo pueda llevar Felipe VI, que Pedro Sánchez, que Ione Belarra o que Moreno Bonilla. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo se pueden presentar estos personajes a unas elecciones desde posturas y programas teóricamente antagónicos si después resulta que todos tienen un programa y una agenda común? Y esto no es una conspiranoia, las fotos están ahí.
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De hecho, a lo que vamos a asistir en las próximas horas es al desfile por Davos de casi todos los líderes mundiales sea cual sea su nacionalidad y filiación. ¿Cuál es entonces la mentira? ¿Que todo es una paranoia o que existe un gobierno global que nadie ha elegido en Davos y que todos los dirigentes del mundo están por debajo de ese gobierno?
KLAUS SCHWAB (DAVOS): “LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL TIENE UN GRAN DESAFÍO: LA RESISTENCIA DE LA CLASE MEDIA” pic.twitter.com/gDFff41pcB
— Sonia Rivero (@sonia_riverogc) January 17, 2024
A Davos van a acudir lo mismo Pedro Sánchez que Guterres o Macrón, pero lo que sale de Davos no lo deciden Sánchez, Guterres o Macrón. Ni siquiera Biden es el que toma las decisiones de lo que sale de allí. La reunión de este año es la 54 reunión anual del Foro de Davos. Biden, Sánchez o Macrón son sólo marionetas que ahora están y luego no están. ¿Quién escribe entonces la Agenda? ¿Quién tiene el poder real? Todos los demás sólo se ponen el pin.
“Cuando invertimos en energía limpia y vehículos eléctricos y REDUCIMOS LA POBLACION, más de nuestros niños pueden respirar aire limpio y beber agua limpia”
Kamala Harris
IN YOUR FACE pic.twitter.com/MSn4NKgU1T
— Libertario 🟨⬛ (@QuotesforGoal) July 15, 2023
A este respecto tampoco es que los dirigentes del mundo se oculten mucho para desmentir la paranoia. Es decir, ninguno sale de su dormitorio sin lucir el pin de la Agenda 2030 en su solapa y allá que van todos con sus aviones oficiales a Davos, a confirmar la transición energética, la restauración de la naturaleza, el fin de la propiedad privada, el degrowth, el aborto, la ideología de género, el intervencionismo estatal, los alimentos sintéticos, la cancelación del automóvil, la censura global…
La edición 2024 de Davos insinúa que conviene censurar más, por riesgo de "desinformación".https://t.co/XQqd8ApYw3
— ✝️🇪🇦🇵🇱 Ángel Manuel García Carmona (@GarciaCarmonaAM) January 17, 2024
Apenas prestamos atención a la Agenda de estos señores, pero en realidad no podemos decir que no nos estén avisando. Nos están anunciando un futuro próximo en el que no tendremos nada en propiedad, en el que la agricultura y la ganadería estarán casi suprimidas, en el que comeremos gusanos y hamburguesas sintéticas, en el que la pobreza no será un mal a erradicar sino un objetivo a generalizar porque la pobreza es sostenible y la prosperidad no. En el que no tener nada será la consecuencia de que todo sea redistribuido por el gobierno. Pero a cambio seremos felices, aunque tampoco nos podremos quejar porque para salvaguardar que nadie pueda poner en riesgo el funcionamiento de ese mundo tan ecosostenible y maravilloso estará limitada la libertad de expresión. A la ausencia de críticas la llamaremos felicidad.
Milei sobre su objetivo en Davos: “El objetivo es plantar las ideas de la libertad en un foro contaminado por la agenda socialista 2030 que sólo trae miseria al mundo”. pic.twitter.com/a7bHN1cfGs
— Wall Street Wolverine (@wallstwolverine) January 16, 2024
Podría pensarse que todo lo anterior es una exageración, pero el hecho es que en realidad todo es público. Para comprobarlo basta con acudir a la web del Foro Económico Mundial, a su cuenta de Twitter, o sin irnos tan lejos a la web del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, porque como todos los países del mundo tenemos un ministerio de Agenda 2030 o una instancia similar. El logo 2030 aparece omnipresente en toda la imaginería del estado o de las empresas del IBEX, como seguramente ocurre en todos los países, pero es que ese logo nos persigue ya hasta en los yogures. No es una agenda, es una nueva religión, y no es una religión optativa.
The World Economic Forum should control the world
— Elon Musk (@elonmusk) January 18, 2023
La pregunta respecto a todo lo anterior es quién ha votado todo eso. Quién ha decidido que el futuro tenga que ser así. No ya sólo los objetivos de la Agenda 2030 sino cómo conseguirlos. A quién obedecen todos los líderes mundiales que desfilan por Davos. Desde dónde se toman las decisiones. Qué es lo que todavía pueden decidir por su cuenta países como España. Quién manda aquí. Dónde está el centro de control. Qué porcentaje de nuestra libertad no es todavía ficción.
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