La noticia del día respecto a la trama de corrupción de Cerdán y compañía es que un mes antes de que fuera siquiera anunciada la licitación de las obras de los túneles de Velate resulta que Acciona y Servinabar ya estaban formando la UTE con la que se iban a presentar. O tenían información privilegiada, o una bola de cristal.
Como puede apreciarse, la futurología es una habilidad arcana que se compadecía muy bien con los intereses económicos de Cerdán, propietario a medias y en secreto de Servinabar. De este modo, si estabas cerca de Cerdán la gente experimentaba visiones de sucesos futuros como la licitación de los túneles de Velate. Cuando los túneles ya estaba licitados y de lo que se trataba era de estudiar las ofertas la mesa de contratación, también funcionaba a todo trapo la futurología. Todo el mundo sabía que la oferta qie iba a resultar mejor puntuada y que se iba a llevar la adjudicación era la empresa de Cerdán, y así se lo comunicaban a los técnicos y juristas de la mesa de contratación, como han declarado ellos mismos en la comisión de investigación. Lo que no se sabía es que Cerdán era el dueño del 45% de Servinabar, pero se sabía que la obra se la iba a llevar al UTE con Servinabar. Naturalmente para esto hacia falta ser futurólogo, porque si alguien sabía que Cerdán era el dueño del 45% de Servinabar entonces se podía saber que efectivamente se iba a llevar la adjudicación sin ser adivino. Pero como somos progresistas y un poco nacionalistas vascos en lo que creemos no es en la lógica sino en la futurología y la adivinación.
En toda esta historia se nos intenta vender la intachabilidad del PSOE y del Gobierno de Navarra convirtiendo en cabeza de turco y cortafuegos a Cerdán. Todo, nos asegran, empieza y termina con Cerdán. El problema es que Cerdán no era el director general de Obras Públicas, ni el consejero de Cohesión Territorial, ni el presidente de la mesa de contratación, ni el presidente del gobierno foral. Que Cerdán no tuviera ningún cargo en la adjudicación de la obra es precisamente lo que pone bajo sospecha a todos los demás. Cerdán no pudo actuar solo porque los que tomaban las decisiones eran otros. Cerdán necesitaba la colaboración de muchos otros para que las adjudicaciones a Servinabar u otras empresas no fueran mera casualidad. Las empresas no pagaban mordidas a la trama de Cerdán, o Servinabar no le entregaba la mitad de la sociedad, para que después al participar en los concursos para las adjudicaciones el resultado fuera igual que sin pagar la mordida, o sin tener en el capital a Cerdán.

Pero es que además o creemos en la futurología o creemos en la casualidad. La posibilidad de que se pueda saber el futuro es que el futuro esté escrito. No puede hacerse futurología si todo es casual, y como vemos había mucho futurólogo en torno a Cerdán. Es más, todos nosotros podríamos haber sido futurólogos, ¿o alguien hubiera dudado de que le iban a dar la obra a Acciona-Servinabar si hubiera sabido de antemano que el 45% de Servinabar era de Cerdán?

Y si sabiendo de antemano que la mitad de Servinabar era de Cerdán todos hubiéramos dado por hecho que se iba a llevar la obra de los túneles, ¿con que cara nos pretenden vender los gubernamentales que todo fue “casual” por haberse destapado la trama después? Cerdán no se metió en el 45% de Servionabar en vez de en el 45% de otra constructora a ver si después había suertecilla y era Servinabar y no otra la que se llevaba las obras por casualidad. Y tampoco Servinabar entregó el 45% de la propiedad al número 3 del PSOE y superior de Chivite a ver si después le caían las adjudicaciones como a las demás. Ni por tanto los que anticipaban la adjudicación a Servinabar en Velate eran futurólgos, ni la adjudicación a Servinabar, por otra parte llena de incidencias, irregularidades, patadas en la puerta y votos particulares, sucedió por «casualidad».