Se equivocan los podemitas: gubernamentalismo no es patriotismo

De un tiempo a esta parte se repite constantemente un cierto discurso, esgrimido por Podemos y por ende por el resto de la izquierda seguidista, en virtud del cual el patriotismo es una cosa referida al pago de impuestos. La patria es la Sanidad y la Educación públicas. Patriotismo es pagar impuestos para financiar la Sanidad y la Educación públicas. Lo dice Echenique, que no pagaba a la Seguridad Social por su empleado. Lo dice Monedero, que creó una empresa instrumental para pagar por Sociedades y no por IRPF los pagos que le hacía el gobierno venezolano. Lo dice Pablo Iglesias, al que informaciones veraces colocan una cuenta con cientos miles de euros en el paraíso fiscal de las Granadinas, también provenientes de la tiranía chavista. Lo anterior, no obstante, no prueba que la tesis no sea cierta sino que quienes la defienden principalmente son unos hipócritas.

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La patria no es el gobierno

La patria no es el gobierno, ni cuando gobierna Podemos ni cuando no gobierna Podemos. Volviendo al argumento principal, es un grave error pretender que el patriotismo consiste en pagar impuestos, confundiendo el estado, el gobierno o los organismos públicos con la patria. Cuando suena el himno cubano u observamos una bandera venezolana, se les respeta. La razón es que representan a los cubanos y los venezolanos, no al gobierno chavista o al gobierno castrista. La bandera española tampoco representa al gobierno de Pedro Sánchez o antes al de Rajoy. Uno respeta siempre los símbolos nacionales, gobierne quien gobierne. Uno puede amar a su patria y detestar al gobierno. La patria y el gobierno son conceptos totalmente distintos. No quizá para Podemos, que decía que entendía a los separatistas catalanes y que si gobernaba el PP hasta Zamora querría ser independiente. Ahora que gobiernan ellos, dicen que patriotismo es comerse con patatas lo que pacten con Sánchez, Torra, Urkullu, Junqueras y Otegui. Eso no es ser patriota, eso es como mucho ser demócrata, que en Podemos tampoco lo son demasiado, salvo cuando gobiernan ellos. Una cosa buena del auténtico patriotismo, no del que predica Podemos, es que permite un sentimiento de comunidad, pertenencia y aprecio con todo el resto de compatriotas, al margen de su ideología política.

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La patria no es el estado

Ser patriota no es ser socialista. De hecho, los socialistas no suelen ser demasiado patriotas. O no lo suelen ser mucho los socialistas españoles, porque sí que lo son los socialistas franceses, alemanes o portugueses. En todo caso no hay relación entre ser socialista y patriota y los socialistas no son más patriotas que los demás, de hecho decir igual que los demás ya sería decir mucho, lo decimos con auténtica pena. Tampoco tiene sentido pensar que los ricos son más patriotas que los demás puesto que pagan más impuestos y financian en mayor medida que el resto la Sanidad o la Educación. Por el contrario, en flagrante contradicción Podemos sostiene a menudo que patriotas son gente que no suele pagar ningún impuesto y niega en cambio a los ricos que puedan ser patriotas y amar a su patria. Ser patriota no tiene nada que ver con los impuestos que uno paga y un rico, como un pobre, puede ser muy patriota o nada patriota. Por lo demás los impuestos, como su propio nombre indica, son una imposición no voluntaria. No expresan por tanto un acto de amor a la patria. Se pagan por obligación tanto si uno es patriota como si no. No tienen nada que ver con el patriotismo.

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Patriotismo anarcolibertario

Si ser socialista no implica amar a la patria, ser anarcolibertario no implica detestarla. Lógicamente un anarcolibertario no considera un acto de amor a la patria pagar un impuesto en virtud del cual, por ejemplo, en la escuela pública un funcionario adoctrina a sus hijos en la ideología de género, o en la construcción nacional de Euskal Herria o los Països Catalans. Si alguien cree que las líneas aéreas, las carnicerías o los bancos tienen que ser privados, estar financiados con el dinero de sus propietarios, responder ante sus accionistas y competir por ofrecer un mejor servicio, esa persona no es menos patriota que el que prefiere una economía estatalizada comunista. Si alguien tiene un seguro médico tampoco es menos patriota. Menos estatalista puede, pero no menos patriota.

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La solidaridad no es el estatalismo

Ser más estatalista no es ser más solidario ni delegar la solidaridad en el estado es más patriótico. Existen muchas formas de ser solidario. Ser estatalista puede ser una más, no necesariamente la mejor, acaso pueda ser la peor. Los gobiernos no suben los salarios a los empleados públicos, que suelen cobrar mucho más que sus homólogos privados, por solidaridad, sino para tener satisfecho a un nicho de millones de votantes. Cuando un político decide pagar a los empleados públicos 120 pudiendo pagar 100, y subir los impuestos para financiarlo, por alguna extraña razón eso no se considera una mala gestión del dinero público. Que los empleados públicos cobren mucho más que los privados no es una mejora del servicio, de hecho pueden faltar recursos materiales porque los gastos personales se comen en presupuesto. Patriotismo no es liquidar todos los incentivos menos el de vivir subsidiado. Patriotismo no es ser el esclavo de un amo-estado que, a cambio de darle nuestra libertad y todo lo que generamos, nos da un techo, un catre, un plato de lentejas, y nos lleva al médico si enfermamos para que podamos seguir trabajando en la plantación. Las cárceles no son una patria aunque todos los gastos estén pagados. Las patrias o lo son de hombres libres o son el termitero de papá-estado. Hay muchas formas de ser solidario aunque algunos aborrezcan toda forma de solidaridad que no pase por la censura previa de un burócrata intermediario y no lleve un sello del gobierno.

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Subir impuestos no por patriotismo sino por mala gestión

Todos estamos de acuerdo en que nadie se quede sin sanidad o educación, pero en vez de una red de colegios y hospitales públicos podría haber simplemente un cheque escolar o un cheque sanitario. Los países que a lo largo de la historia han decido acabar con lo privado y apostar por una economía planificada, igualitaria y sin lucro, lejos de convertirse en ejemplo de progreso han sido presa de la tiranía y el desabastecimiento. Un anarcolibertario bien puede pensar que un gobernante no le sube los impuestos porque es más patriota, sino porque gestiona peor. O porque en las preferencias de ese gobernante está por encima pagar una tele pública y medios subvencionados que le ensalcen que bajar los impuestos. O porque quedarse con todos los recursos para repartirlos a su gusto nos es patriotismo y sed de igualdad, sino quedarse con todo el poder. Desde luego es un asunto discutible el peso y equilibrio que en una sociedad deben tener lo público y lo privado, pero en esa discusión unos serán más socialistas y otros más libertarios, no más o menos patriotas.

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El nacionalismo no es patriotismo

Que los etarras eran nacionalistas parece bastante claro, no lo está en cambio que fueran patriotas. Es decir, vascos eran Miguel Angel Blanco, Isaías Carrasco, Joseba Pagazaurtundua, Santiago Oleaga, Fernando Buesa, Fernando Múgica, Gregorio Ordóñez... los etarras sin duda eran nacionalistas, pero no patriotas, porque odiaban a la mitad de sus compatriotas y se dedicaban a matarlos. Esto nos devuelve a la premisa inicial de que el amor a la patria no tiene que ver con el gobierno, con el estado, con la ideología o con los vaivenes políticos, y que uno no es más o menos patriota con los cambios de política, los cambios de gobierno o las subidas de impuestos. El patriotismo tiene que ver con un afecto y una sensación permenente de pertenencia con el grupo de personas que te rodean en tu barrio, tu ciudad, tu región, y los que más allá se reconocen y te reconocen como compatriota. Esta sensación es en parte la causa del patriotismo pero también su consecuencia, porque el patriotismo, a la vez que un proyecto común para el futuro, también nace de una historia heredada, unos rasgos y una comunidad establecida. La patria de uno convive además con otras patrias, las cuales tienen otros intereses (a menudo contrapuestos) e incluyen a otros grupos de personas que se reconocen entre ellas como compatriotas, excluyéndole a uno. Uno también se define por oposición, o lo hará por asimilación. En todo ello sin duda hay algo de circunstancial y casual, a fin de cuentas uno no elige su patria antes de nacer, pero siendo todo parcialmente circunstancial y casual sería raro que los niños en Samoa se sintieran españoles y los niños españoles se sintieran samoanos, estuvieran dispuestos a hacer la guerra por Samoa y defendieran los intereses de Samoa por encima de los suyos.

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