Mucho se podría comentar sobre las jornadas «Católicos y Vida Pública» que la ACdP (Asociación Católica de Propagandistas) está celebrando estos días en Pamplona. Pero me han contado la intervención en su inauguración de la alcaldesa de Pamplona -que, por cierto, dicen que hace unos meses fue elegida presidenta de UPN- y me ha parecido muy bien. Para empezar es de agradecer que haya políticos que salgan del armario de la sacristía y den la cara como católicos, en unas jornadas de católicos, compartiendo micrófono con el Sr. Arzobispo y arriesgándose al escáner de un público consciente de que el catolicismo de los políticos está por los suelos. Pero además de eso quería llamar la atención sobre lo que al parecer dijo doña Yolanda. No se crean que habló de libertad religiosa, o de procesiones, o de crucifijos, no. Eso hubiera sido lo fácil ante un público deseoso de contrarrestar la cristofobia del momento. Lo que hizo fue una encendida defensa de la vida social frente al totalitarismo creciente de la Administración. Dijo que los gobiernos tienen que crear cauces pero que es la gente, la sociedad, la que ha de vivir su vida. ¿Y qué tiene eso que ver -dirá algún despistado- con los católicos en la vida pública? Piénsenlo. ¿Que qué tiene que ver? ¿Quién sino los católicos va a ser capaz al final de oponerse a la dictadura del relativismo y a los gobiernos de las ideologías triunfantes? Tiene todo el sentido lo que dijo -y donde lo dijo- doña Yolanda.
9 respuestas
«¿Quién sino los católicos va a ser capaz al final de oponerse a la dictadura del relativismo y a los gobiernos de las ideologías triunfantes?»
Pues las personas. No hace falta ser católico, ni cristiano, ni siquiera persona religiosa para oponerse al relativismo y a la dictadura, sea o no totalitaria (la nuestra no lo es, ¡menos mal, solo eso faltaba!) ni para defender la cultura de la vida frente a la muerte.
Por supuesto que entre esas personas no puede haber un acuerdo total.
Lo básico es que hace falta querer ser persona; ser consciente, vivir en profundidad, gustar y sufrir la densidad real de la existencia; y no tener miedo. El miedo a perder lo que tenemos nos tiene atenazados a los occidentales, y nos lleva al declive.
Hay grandes personas que se han atrevido a andar ese camino, en todas las culturas, en todas las religiones, en todos los tiempos. Son grandes maestros que muchas veces hemos olvidado, o tergiversado completamente. Se ha olvidado la sabiduría, y volvemos, siempre, a viejos esquemas de dominación/reacción de los que no conseguimos salir. Y a la gente, la maravillosa gente que hay en nuestro país, como en todo el mundo, la tenemos aislada, sobrecogida por noticias que atemorizan, desaniman.
Es verdad, en teoría «no hace falta ser católico, ni cristiano, ni siquiera persona religiosa para oponerse al relativismo». Pero la vida no es teoría así que repito mi pregunta matizada: ¿Qué otra institución además de la Iglesia católica se está enfrentando con coherencia y argumentos a la dictadura del nuevo orden mundial relativista? Dígame una sola y verá como lo que pueda tener de vigoroso lo habrá extraido del Evangelio. La gracia no anula la naturaleza sino que la perfecciona. Pero es ley de vida: que la naturaleza y la razón a secas se oscurecen -en la práctica- cuando falta la fe. Esa es la verdad y no hay que tener miedo a reconocerla.
Yo aún diría mas. ¿Quien habló por primera vez de TODOS los hombres iguales anticipándose al principio de un hombre un voto?
¿Quien hablo en primer lugar de dar de lo tuyo al que no tiene anticipándose al nacimiento de las ONG´s?
¿Quien fué mártir hasta la muerte por sus ideas de justicia y de entrega a los demás, antes de extenderse las torturas y cárceles inhumanas de los regímenes totalitarios?
Creo que los católicos tenemos una rica y antigua tradición de presencia en la vida pública. Basta un puñado, para que su efecto se note.
Enhorabuena Dña. Yolanda, y enhorabuena a todos lo navarros, políticos y católicos que manifestaron que la política que hacen está impregnada de esos principios.
Cualquier religión se opone al relativismo.
La filosofía platónica anterior al cristianismo, supera con mucho la idea moral de los judíos: de hecho se podría decir que el fundamento teológico y moral cristiano bebe POR IGUAL de la filosofía griega y el judaismo.
Los musulmanes, se oponen al relativismo moral (vaya a discutir con ellos por una simple cuestión pre-moral como un precepto higiénico).
Las sociedades más primitivas tienen un sistema moral y premoral bastante rígido (otra cosa es que Ud. y yo podamos compartirlo y que por tanto, haya diferentes sistemas morales -obviamente, no voy a dar igual valor a la religión del Dios del Amor que a la del Vudú, ni menos aun a cultos satánicos o del mal).
Hay sorprendentes parecidos entre el evangelio y la doctrina de Zaratustra, y hay una fantástica sabiduría oriental (pueblos del indo y mesopotamia) de la que bebe el judaismo (se acuerda de cuando fueron a Babilonia… pues volvieron con ideas muy interesantes, que antes no tenían…. lean exégesis bíblica -hecha por y para cristianos- y ya verán…) y llegan los ecos al propio Jesús (aunque este trasciende a todas otras religiones, en eso estoy de acuerdo).
El pacifismo de Ghandi no solo bebe del Evangelio, sino del Budismo.
No me dirá que el Budismo es una religión relativista.
Las sociedades cristianas no son, precisamente, muy pacíficas. Me dirá que por no cristianas, y le doy la razón, pero, entonces ¿qué importan las ideas -la moral- realmente? Obras son amores…
La moral, y la moral cristiana también, cambia, don Jerónimo. Antes era inmoral que una mujer trabajara fuera de su casa. Eran inmorales las relaciones sexuales anteriores al matrimonio (pregunte Ud. ahora cuántos matrimonios cristianos llegan vírgenes al matrimonio). Era inmoral el deseo sexual mismo (la concupiscencia, San Pablo decía que lo mejor era estar solo, pero que casarse era el mal menor ¿está Ud. de acuerdo? Hay un mundo entre su concepción moral del matrimonio, de la afectividad y la sexualidad genital y no genital, y la nuestra.
Hoy echaríamos a San Pablo de la Iglesia, por loco y por carca. Sin embargo fue un gran santo, y un grandísimo teólogo (antes de San pablo, el cristianismo es balbuceante, a b ase de intuciones, en un tono oriental que nos resulta incomprensible)… pero es hijo de su tiempo. ¿cómo lo vamos a juzgar hoy?
Era inmoral (y grave crimen de estado) cuestionar la autoridad divina del Rey; era inmoral la disección de los cadáveres para estudio; era inmoral el consumo de «animales impuros»; era inmoral prestar con interés (ya sabe que estaba prohibido entre los cristianos); era inmoral la desnudez de la paciente ante el médico; era inmoral la idea de democracia, el sufragio universal; la libertad plena de los siervos era inmoral y revolucionaria; era inmoral divorciarse de un cónyuge cruel y abusador, e inicar una nueva relación; era inmoral cuestionar la Autoridad de los Pastores de la iglesia; era inmoral dedicarse a tareas viles (trabajo) en la españa del XVI, (así nos fue). Ahora es inmoral que un político piense y decida contra lo que le manda la ejecutiva; es inmoral ser exigente con los niños, y reprenderles, es muy inmoral; es inmoral decir que los políticos nos están robando (nos miran como a locos)…. la moral cambia, y no siempre es un compás que nos indica el Norte. A veces se nos estropea.
¿No le parece que decir que «cualquier religión se opone al relativismo» es una afirmación bastante relativista?
¿De verdad esta Vd. en contra del relativismo? Porque acaba de hacer un bonito repaso de todas las religiones, filosofías, morales y creencias del mundo pero me da la sensación de que no se moja. ¿Se queda con alguna? O lo que es lo mismo: ¿existe alguna creencia verdadera?
a) El relativismo es una posición filosófica que sostiene en ciertos aspectos que no existen hechos o principios universales compartidos por todas las culturas humanas (wikipedia dixit).
b) Una religión, por defición, es una explicación trascendente de la existencia. Uno se la cree o no. Pero si es creyente, ha de aceptar un un sistema de creencias. Una religión creerá en uno (o mil) dioses, serán entes personales o no personales, o categorías que no comprendemos totalmente.. pero que el creyente, necesariamente comparte. (si no creo que Jesús es el Mesías y ha resucitado, apaga y vámonos como cristiano).
Luego DENTRO de la religión uno, no es relativista: cree en eso que quiere y le han enseñado, o se desengaña y se va a su casa.
Por tanto, cada religión combate el relativismo, desde su particular sistema de creencias. Discuta con un hindú los Upanisads, o con un budista y verá cómo le pone limites si quiere llevarlo a donde no quiere. A él no le da igual, y a Ud. tampoco. Que venga un Musulmán a convencerle de que Jesús es «solo» un profeta, y se acabó el buen rollito. Pues eso mismo, aplíquelo Ud. al otro.
c) Luego las religiones no son relativistas.
d) El relativismo no se puede experimentar dentro del sistema, sino DESDE FUERA; examinando un conjunto de cosas, sobre las que ha de ver y juzgar si existe o no un conjunto de creencias X compartidas universalmente.
Ahora respóndase ¿Comparten todas las religiones y todas las culturas humanas principios universales?
Depende. En galicia, unas veces sí, otras veces no… o no.
Pues en la medida en que constatamos que las religiones sostienen puntos de vista morales, teológicos y sociales, muy diferentes, y hasta enfrentados, tendremos que concluir dando razón al relativismo, al menos en materia religiosa: no existen valores universales. Eso es un hecho: no depende de su fe, ni de la fuerza que haga al mirar, ni de si es Ud. de derechas o de izquierdas.
Podremos lamentarnos lo que se quiera, pero lo que no podemos es negar la evidencia (a no ser que juguemos a engañarnos así a nosotros mismos, yo a eso, perdone Ud. me niego) de que otros hombres, igual de honrados que Ud. y yo, con bases en antiguas y respetables tradiciones (vamos a mi al menos me lo parecen, a priori las otras religiones, y desde luego la hindú, la budista, el taoismo, la musulmana, etc, etc, etc..) viven la aproximación al «absolutamente otro» que llamamos Dios.
Como cristiano, naturalmente me muevo en los términos de mi fe. Eso no implica que no pueda aprender de muchas cosas de otras religiones (Dejad a Dios ser Dios, escribia el P. Carlos Valles Ed Sal terrae, que venden en Manantial).
Pero de cara a otros, forzosamente hemos de respetar. Eso ni implica renuncia a la propia creencia, ni dar «el mismo valor» en mi creencia. Digamos que hay un valor personal y otro social. En el personal/intimo, puedo dar valor escaso, y en el social, tengo que dar un mínimo valor común.
Llame a eso relativismo o como le plazca, si le incomoda la palabra. NO doy el mismo valor (para mí)a otras religiones, como no le doy el mismo valor a las diferentes personas del mundo, pero convenga que si no puedo denostar a una persona de forma publica (otra cosa es la opinión que me merezca, en privado), tampoco puedo decir «esta religión es una mierda», lo que no implica que mi juicio sea relativista, o que no me quede con la mía.
Yo siento que hablo algo mas de lo cristiano que otros. (¿Quién ha citado el evangelio, sino el menda?) Otros hablan de cristianismo social,o de costumbres, de moral cristiana, digamos, «tradicional» eso que también se llama «cristianismo ideológico», que no es, no es… no se como decirlo sin ofender, sin resultar petulante. No es, y punto.
No soy un buen cristiano, soy el peor cristiano del mundo… pero tenemos que aprender y formarnos, porque creo que estamos muy cerrados. Leamos y aprendamos de nuestros misioneros…. tienen mucho, mucho que enseñarnos a los de aquí.
Animo -a quien tenga tiempo- a leer la última entrada del contertulio Spurgus. Aprenderá de la a) a la d) cómo alguien que dice ser cristiano puede llegar a la siguiente conclusión relativista:
«…en la medida en que constatamos que las religiones sostienen puntos de vista morales, teológicos y sociales, muy diferentes, y hasta enfrentados, tendremos que concluir dando razón al relativismo, al menos en materia religiosa: no existen valores universales.»
Spurgus tendría razón si la verdad fuera fruto del consenso pero afortunadamente la verdad, la belleza y el bien que corresponde a cada cosa no dependen del número de creyentes. Y no veo por qué la cosa habría de ser diferente desde un punto de vista personal o desde otro social.
Spurgus dice que es «el peor cristiano del mundo», bueno, no hace falta ser tan duro, baste decir que es un poquito hereje.
Pero don Jerónimo, hermano en la fe: ¿de qué me acusa Ud para llamarme herejillo? ¿De decir que musulmanes e hindúes no comparten los mismos principios religiosos que cristianos o «hare Krishna»? ¡¡Pero si es evidente!! No será porque lo diga yo, don Jerónimo, ni porque lo quiera yo. Yo creo lo mismo que Ud: recito su mismo credo, y comulgo con Ud en cualquier iglesia de Pamplona, y posiblemente haya estrechado su mano dándole la paz.
Pero esos «otros» que dicen «otras verdades» son irreconciliables. De donde se deduce que en el mundo real en el que concurrimos todos y hemos de llegar a acuerdos, no podemos imponer nuestra verdad, del mismo modo que no aceptaríamos la verdad del otro. Eso, simplemente es así. ¡Qué más quisiera yo que no fuera así! Pero es así.
El cristianismo tiene que estar en diálogo con las otras religiones. Ya desde la antigüedad y hasta nuestros días se encuentra en los diversos pueblos una cierta percepción de aquella fuerza misteriosa que se halla presente en la marcha de las cosas y en los acontecimientos de la vida humana y a veces también el reconocimiento de la Suma Divinidad e incluso del Padre. Esta percepción y conocimiento penetra toda su vida con íntimo sentido religioso. Las religiones al tomar contacto con el progreso de la cultura, se esfuerzan por responder a dichos problemas con nociones más precisas y con un lenguaje más elaborado. Así, en el Hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía, y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición mediante las modalidades de la vida ascética, a través de profunda meditación, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza. En el Budismo, según sus varias formas, se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se enseña el camino por el que los hombres, con espíritu devoto y confiado pueden adquirir el estado de perfecta liberación o la suprema iluminación, por sus propios esfuerzos apoyados con el auxilio superior. Así también los demás religiones que se encuentran en el mundo, es esfuerzan por responder de varias maneras a la inquietud del corazón humano, proponiendo caminos, es decir, doctrinas, normas de vida y ritos sagrados.
Y tales doctrinas naturalmente que son respetables, y hemos de respetarlas.
No, hermano, no. Aquí no estábamos hablando de ecumenismo, ni de diálogo interreligioso ni siquiera de tolerancia y respeto hacia la conciencia de los hombres que rectamente buscan la verdad. No estábamos constatando que existen diversos puntos de vista en el mundo. No estábamos hablando de la parte de verdad que evidentemente tienen en su seno todas las doctrinas religiosas de la humanidad. Todo esto lo asumo y lo comparto. La cuestión peliaguda es que la plenitud de la verdad y la única fuerza plena para oponerse al relativismo está en la Iglesia. Si esto no nos lo creemos los católicos mal vamos.