Vivimos en un mundo tan acelerado por las tecnologías, que no debemos separarnos, ni olvidarnos, de los asideros de siempre. En este mundo veloz necesitamos más que nunca hacer pausas, buscar el silencio en soledad. Que estas no sean un lujo sino que formen parte de nuestra realidad y nos posibiliten reflexionar, tomar distancia, antes de decidir. El tiempo nos dirá si el uso de la tecnología, nos hará perder capacidades y habilidades actuales, al no ejercerlas y sustituirlas por tanto software.
Las nuevas tecnologías hacen posible que cualquier catástrofe o noticia, por muy distantes que estén, se nos muestran con absoluta inmediatez. Tanta noticia lejana vivida en tiempo real termina por convertirnos en unos «tipos insensibles» porque nos tenemos que auto defender para poder sobrellevar nuestro quehacer diario. Necesitamos tomar cierta distancia e inmunizarnos ante tanta atrocidad que nos tragamos desde nuestro cuarto de estar, en los noticieros de turno. De repente, ciertas guerras que aparecen todos los días abriendo los telediarios desaparecen más tarde, simplemente porque han dejado de interesar a los poderosos, a los que realmente manejan las cuestiones centrales.
Contamos con tanta información que en lugar de hacernos más responsables y coherentes, en realidad muchas veces nos dejan más confundidos, sin poder enfocar bien ningún tema. A veces el exceso informativo, que en dos clic de ratón nos inunda de ingente cantidad de información, termina paralizándonos. Parece como si nos estuviéramos adentrando más y más en un mundo orweliano, donde apenas contamos como personas. Demasiados sufren hoy la “vacía soledad informática» ya que vemos a menudo cómo grupos de jóvenes amigos -o no tan jóvenes- están todos enfrascados en sus móviles, sin apenas hablar entre ellos, rompiendo así con toda norma básica de educación y convivencia.
Por otro lado, cada día hay más casos de acoso tecnológico como el sexting, que consiste en la difusión de imágenes de contenido sexual, inicialmente producidas por los propios acosados, que más tarde son jaleadas por «amigos» desaprensivos. La explicación está en el culto narcisista a la propia imagen, al descaro y a la mucha inconsciencia, a lo devaluados que están los valores de intimidad y privacidad entre parte de nuestra juventud. En lo tecnológico como en todo, hay que ponerse límites.
En esta nueva era digital muchas cosas están cambiando, que no se pueden abordar en tan poco espacio. Lo digital bien utilizado es muy positivo. La comodidad de tener un teléfono a mano, nos posibilita obtener información de cualquier cosa o poder comprar, etc. Criticar a las carreteras por que existen conductores desaprensivos no parece justo. Si parece sensato que los padres con hijos menores, tomen medidas preventivas de control. La clave está en integrar las posibilidades tecnológicas, a las formas de vivir que siempre tuvimos.
Un comentario
Y sin embargo, el nazionalismo aboga por volver a la Edad Media. Es increíble