Diario de Navarra ofrecía ayer como desayuno a sus lectores la noticia de que el consejero de Educación, el socialista Carlos Gimeno, había colocado a su cuñada en su gabinete. La cuñada, que ocupa el puesto de auxiliar de gabinete desde agosto, cobra 29.000 euros brutos anuales. Más allá de ser licenciada en Criminología por la Universidad de Alicante, su experiencia laboral parece limitarse a haber sido coordinadora de la Casa de la Juventud de San Adrián. O sea, que no parece que venga ni de la NASA ni de cobrar el triple fuera de la política, que son los requisitos lógicos para aceptar el fichaje de una cuñada.
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Como todos sabemos, el nuevo gobierno del re-cambio y el pluscuamprogreso se ha caracterizado por la continuidad de las políticas del cuatripartito y el aumento del número de consejeros, altos cargos y puestos de confianza. Algunos de estos puestos ya han resultado llamativos, como cuando el nuevo presidente del Parlamento, Unai Hualde, designó como jefe de su gabinete al marido de María Solana, el cual a su vez ya era responsable de Organización de Geroa Bai (también pasó por el Noticias, por cierto).
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Otro de los nombramientos curiosos, hablando del Noticias, es el de la secretaria de gabinete del Departamento de Ordenación del Territorio, Vivienda, Paisaje y Proyectos Estratégicos, que dirige el consejero José María Aierdi Fernández, designado a propuesta de Geroa Bai, la cual casualmente es la mujer de Joseba Santamaría, el director del Noticias.
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En definitiva, da la impresión de que en los partidos del cambio hay o muy poca gente en general o muy poca gente cualificada en particular, y menos aún que sea de fiar, de modo que si el marido de la Solana o la mujer de Santamaría ya están pillados hay que tirar de la cuñada si es necesario. O sea, en general uno evitaría contratar a un familiar sabiendo la polémica y mala imagen que eso genera si tiene otras opciones. La preocupante alternativa a que no sean cuatro ni falte gente cualificada en ese mundillo, por otro lado, sería que el hecho determinante de la elección fuera precisamente el ser cuñada, marido, hermano o lo que fuere.
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Lo gracioso es que los representantes del cambio que no es tal, porque cambiar no es votar para que sigan gobernando los que ya están sino lo contrario, llegaron al poder con el sonsonete de que venían a desmontar el régimen, desmantelar el “chiringuito foral” y desalojar a las cuatro familias que ostentaban en Navarra todo el poder real. Da la impresión de que el verbo adecuado no era desmontar, desmantelar ni desalojar, sino sustituir. O sea, el viejo quítate tú para ponerme yo. O por lo menos eso es lo que parece que ni se intenta disimular tras haber multiplicado además el número de asientos de forma sustancial. Respecto a la contratación de la cuñada, declara Gimeno que “la decisión fue informada a la presidenta”. Pues nada, no hay más que hablar. Salvo que Chivite quiera añadir lo de que todo es estético y legal.
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