Si el proceso de elección de un nuevo presidente fuera una película, sería una de las películas más largas y aburridas del mundo. Si fuera una película, al menos podríamos apretar con saña el botón del avance rápido. Pero los políticos tienen sus tiempos, y no nos queda más remedio que soportarlos. Además de larga y aburrida, está por ver que la película tenga final feliz. Obviamente no puede haber un final feliz para todo el mundo. Hace falta un interés tan inusitado por la política para seguir día a día este culebrón que, excepto las personas más militantes y radicales, corremos el riesgo de expulsar de la política a todas las personas normales. ¿No suele pasar que las cosas van bien cuando sucede lo contrario?
Ante el previsible fracaso de Rajoy para ser investido, nos encontraremos con el triple bloqueo del PSOE a las tres salidas que tiene este asunto: no al PP, no a pactos con separatistas, no a nuevas elecciones. Forzosamente Pedro Sánchez se tiene que desdecir de alguna de sus premisas.
Si se desdice por el lado de pactar con los separatistas, tendría que pactar no con uno, con dos, sino con todos los separatistas, excepto con Bildu. Todos estos separatistas, particularmente los catalanes, se encuentran instalados en la declaración de independencia ilegal y unilateral. Es decir, aunque Pedro Sánchez consiguiera alzarse con la presidencia, en cuestión de meses se vería sometido a tales chantajes que probablemente tendría que acabar pidiendo el apoyo del PP. Incluso al margen de los separatistas, el acuerdo con la extrema izquierda de Podemos quedaría lejos de ser pacífico.
Mayoría absoluta=176
PP+Ciudadanos+Coalición Canaria=170
PSOE+Podemos=156
PSOE+Podemos+PNV=161
PSOE+Podemos+PNV+ERC=170
PSOE+Podemos+ERC+CDC=173
PSOE+Podemos+PNV+ERC+CDC=178
PSOE+Podemos+ERC+CDC+PNV+Bildu=180
En Extremadura, sin ir más lejos, el PP y Ciudadanos han tenido que salir en apoyo del PSOE para poder aprobar los presupuestos de esta comunidad, aunque Fernández Vara fue elegido presidente con el apoyo de Podemos. Otrotanto ha sucedido en cuanto ha habido que aprobar alguna medida impopular en Portugal, referencia de Sánchez en algún momento anterior respecto a esta cuestión.
Además, ¿cómo va a combatir Pedro Sánchez a los separatistas dependiendo de los separatistas? ¿Va a regenerar Pedro Sánchez el país de la corrupción de la mano de Convergencia? ¿Está el propio PSOE particularmente investido de una pureza singular para encabezar más que cualquier otro alguna cruzada contra la corrupción?
Las otras dos alternativas son que el NO al PP se resquebraje en algún momento o que nos vayamos a un escenario tan delirante como el de celebrar unas nuevas elecciones el día de Navidad.
Es posible que un hipotético resquebrajamiento del NO del PSOE resultara incruento, pero el análisis resulta mucho más interesante si introducimos en la ruleta la posibilidad de alguna decapitación. La de Mariano Rajoy, por ejemplo, tras fracasar en su investidura, para facilitar la abstención del PSOE a otro candidato del PP. O alternativamente la decapitación de Pedro Sánchez, a lo Fernando Puras, ya que tanto para el cambio como para el no cambio tenemos antecedentes en la Comunidad Foral.
Unas veces para denostar la segunda vuelta, otras para justificar cualquier alianza contra el más votado, se nos suele decir que el nuestro es un sistema fundamentalmente parlamentario y no uno presidencialista, lo cual es cierto. Los ciudadanos no votamos directamente al presidente. El presidente es elegido indirectamente por los partidos que hemos votado. Los navarros no han votado a Mariano Rajoy, sino a Iñigo Allí y Carlos Salvador. Mariano Rajoy no salía en la papeleta de los votantes navarros del PP. Cualquier diputado podría ser por tanto elegido presidente, no ya cualquier diputado del PP, sino de cualquier otro partido. De hecho, cualquier ciudadano español mayor de edad podría ser investido, por ejemplo Belén Esteban (no es que estemos dando una idea). Hasta ese punto resulta prescindible la figura de Rajoy ¿No decimos que este no es un sistema presidencialista? Si actuamos como si lo fuera, entonces que se establezca la segunda vuelta. Y si no, tal vez debamos empezar a mover a los candidatos y aplicar esa naturaleza no presidencialista de nuestro sistema. Lo que no tiene sentido es rechazar la segunda vuelta alegando lo estupendo que resulta nuestro sistema parlamentario y después mantener a toda costa a tal o cual candidato como si el sistema fuera presidencialista y lo hubiéramos elegido.
Si no se cambia nada y no se intenta nada y nadie se mueve de su postura, entonces nos queda votar el día de Navidad, lo cual es una afrenta imperdonable al sentido común no digamos al que le toque tener que estar en una mesa electoral, salvo que nuestros políticos bienamados decidan pasar la celebración de la Navidad a marzo, o alguna otra genialidad.
Interesa por tanto señalar, como servicio público a los lectores, que existen causas familiares que pueden excusarnos de formar parte de una mesa electoral, como “La concurrencia el día de la elección de eventos familiares de especial relevancia, que resulten inaplazables o en los que el aplazamiento provoque perjuicios económicos importantes, siempre que el interesado sea el protagonista o guarde con éste una relación de parentesco hasta el segundo grado de consanguinidad. En estos casos el interesado no solo deberá acreditar documentalmente la previsión de celebración del evento sino también el carácter inaplazable del mismo o los perjuicios económicos en caso de suspensión”. Es decir, si usted celebra la Navidad, evento familiar relevante por antonomasia, y llegado el momento puede alegar que ha comprado ya los langostinos congelados, el traje, el billete de tren para ir a casa de sus padres, los regalos que tiene que entregar, o cualquier otra cosa que se le ocurra, tal vez se pueda librar. De hecho, ateniéndonos a la literalidad de la ley, podría no haber manera de cubrir las plazas para que las elecciones se pudieran realizar, porque todo el mundo podría alegar que tiene que celebrar la Navidad. Lo cual sería tan precioso como propio de una película de Felllini. Aparte de que llegados a ese extremo se lo merecerían nuestros líderes.
3 respuestas
Dejémonos de nombres y vayamos a lo importante, los escaños.
Y dice ud. que Pedro No quiere gobernar con los comunistas, y con los racistas, separatas y necionalistas…., pues nada, a votar el 25 de Diciembre.
A ver si a la tercera va la vencida, y o gana la opción liderada por el PP por mayoría absoluta (o directamente del PP), o volvemos al Frente Popular del 36 y al terror rojo.
¡Ole, ole! Elecciones en navidades. Sólo nos salvará que modifiquen la ley para que la campaña dure una semana.
¡Por mí que no la hagan!
Hubiera podido haber otra solución:
La abtención de 11 diputados en el Congreso se conseguiría fácilmente si la votación pudiera ser secreta. Pero se pusieron de acuerdo los partidos políticos para que ello no fuera posible y así confirmar la actual DICTADURA de los partidos políticos.
Según el artículo 82 del Reglamento de la Cámara las votaciones pueden ser: 1º Por asentimiento a la propuesta de la Presidencia; 2º Ordinaria; 3º Pública por llamamiento; 4º Secreta. Pero el artículo 85-2 obliga a que las votaciones para la investidura del Presidente del Gobierno deban ser necesariamente públicas por llamamiento.
Es la forma de controlar a los diputados.