El domingo no hay unas elecciones generales normales. Seguramente es un tópico decir esto pero esta vez es verdad que no lo son. Nos encontramos ante las primeras elecciones generales después de que una región de España, por primera vez desde 1934, se haya alzado en rebeldía contra el gobierno de la nación, declarando unilateralmente la independencia y la creación de una nueva república. Hasta el propio Pedro Sánchez calificó públicamente de rebelión lo sucedido en Cataluña, hasta que los rebeldes pasaron a ser quienes podían meterlo o sacarlo a voluntad en el Palacio de la Moncloa. Ahora Pedro Sánchez no es capaz de comprometerse públicamente siquiera a no indultar a los golpistas si resultan condenados por la Justicia. Así pues tenemos un doble problema en España. Porque por un lado tenemos un intento de secesión totalmente ilegal y antidemocrático, y por otro un gobierno maniatado totalmente para enfrentar ese desafío, puesto que no puede al mismo tiempo combatir a los golpistas y apoyarse en ellos para mantener el poder. Contra lo que pueda parecer a la vista de la campaña electoral, políticamente no hay ningún problema más grave que este ni lo ha habido en España durante décadas. El problema sigue además abierto porque los partidos golpistas continúan al frente de la Generalidad, al frente de los Mossos, al frente de las finanzas catalanas, al frente de los colegios, al frente de los medios y condicionando por completo la formación del gobierno de España. El domingo habrá que elegir entre un gobierno condicionado por los golpistas o uno que no. Un gobierno que pueda combatir el golpe o uno que no.
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Frente a lo anterior palidecen el resto de cuestiones, ya que la economía española, la educación española o la sanidad española son elementos accesorios a España, que es el sujeto cuya propia existencia se pone en juego. Obviamente habrá una afectación inmediata sobre todas estas cuestiones y hasta sobre la paz, la convivencia y la concordia social según el proceso golpista de los nacionalistas resulte derrotado o salga victorioso. No tiene sentido que alguien pretenda que le preocupa la economía, la sanidad o la convivencia pero no lo que sucede en Cataluña. Todo está relacionado con todo.
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Lo que sucede en Catañuña, por otro lado, como lo que sucede en muchas otras partes de España, es una consecuencia de la falta de libertad. No de la libertad de los golpistas, como ellos pretenden, sino de la libertad en muchos territorios de España para no ser nacionalista. Hace mucho tiempo que en varias zonas de España el ciudadano nacionalista goza de una discriminación positiva y el no nacionalista padece una discriminación negativa. Eso si el ciudadano no nacionalista no se encuentra directamente en riesgo de ser agredido según lo que haga. Que los no nacionalistas hayan perdido la igualdad y la libertad en grandes zonas de España es la principal causa de que hayamos llegado a la situación actual, por lo que para revertirla hay que desandar paso a paso todo el camino que nos ha llevado hasta el 1-O y la declaración unilateral de independencia. Perseguir judicialmente a los líderes de la rebelión (ni siquiera a sus partidos y organizaciones) es necesario, pero es sólo atacar los síntomas del problema sin acudir a su raíz. Hay que desmontar políticamente, mediáticamente, educativamente y financieramente al separatismo, y para eso basta con devolver la libertad a los no nacionalistas e igualar a los ciudadanos para que lo no nacionalistas no estén discriminados.
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Incluso una persona a la que le diagnostican un cáncer al día siguiente tiene que lavar los platos. Es decir, que aparte de tratarse el cáncer tiene que hacer la lista de la compra y bajar a comprar jabón. El desafío golpista no agota por tanto el debate electoral, hay muchas otras cosas en las que se puede y se debe pensar. Lo que no tiene sentido, sin embargo, es dejar de lado el tratamiento del cáncer por ir a comprar jabón. Es absurdo perder la perspectiva y pensar que el cáncer no afectará a todo lo demás, olvidando que se trata del problema a erradicar para que tenga algún horizonte todo lo demás y carece de sentido cualquier proyecto que tenga como primer objetivo su erradicación.
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Cabría concluir por fin que aunque el domingo hay elecciones generales se trata de unas elecciones adelantadas. En realidad no tocaba volver a votar hasta 2020. El PSOE ha tenido que adelantar las elecciones porque, aunque se apoyó en los golpistas para llegar al gobierno, después no podía gobernar con ellos. Entonces, ¿qué sentido tiene apostar el domingo por un escenario en el que la fórmula de gobierno sea un acuerdo entre los socialistas y los golpistas? En ese escenario ya estábamos el día antes de que el PSOE decidiera que no se podía gobernar y que había que adelantar las elecciones. ¿Cuál sería la lógica de volver a ese punto? ¿Tener que volver a convocar elecciones dentro de unos meses? ¿Saltarse la líneas rojas con los golpistas para garantizarse su apoyo? La única salida lógica el domingo es por tanto votar por un proyecto alternativo. Cualquier proyecto alternativo a lo que nos ha traído hasta aquí.
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2 respuestas
Como habrán visto, en todas las informaciones que suministra este gobierno, se pone primero el vascuence y luego el español.
Llama la atención que en la publicidad que hace el PNV (perdón, Geroa) en la que sale en posición fotogénica el acomplejado (y por lo tanto prepotente) Martínez, aparece primero en español con letras grandes y luego escriben un texto con letras pequeñas y en cursiva en vascuence.
Osea: cuando no tenemos más remedio que tragarnos los textos en vascuence, nos imponen que esté en primer lugar y cuando quieren que les votemos, el español es el primero.
No dejan de llamarnos estúpidos!!!!!! Y lo malo es que piensan que lo somos
Tantos meses de mentiras y de propaganda desde el el gobierno y sus presupuestos desde el gobierno es lo que tiene. Demasiada gente solo ve la info de tv.