Entro los otros, los ya citados Roelf Meyer y Brian Currin, caras bien conocidas durante los últimos meses de la negociación con ETA. De hecho, El Confidencial informó de que estos dos personajes, o al menos dos mediadores de su equipo, participaron en el último encuentro entre ETA y el gobierno antes de la ruptura formal del alto el fuego. Por lo demás, la presencia de Currin y Meyer en (como mínimo) los aledaños del proceso-trampa, ha sido permanente. No sólo han estado viajando continuamente a Euskadi para entrevistarse ora con el lehendakari Ibarreche, ora con Pernando Barrena, sino que hasta el consejero vasco de Justicia, Joseba Azkárraga, viajó a finales de julio a Sudáfrica para reunirse con ellos, donde declaró además que “se puede retomar el proceso porque ETA aún no ha matado”.
En ese mismo viaje de Azkárraga a Sudáfrica, Meyer por su parte declaró que “si en Sudáfrica hubiéramos detenido el proceso cada vez que hubo un atentado, nunca habríamos conseguido una resolución”. Currin aportó su granito de arena rechazando la existencia de “soluciones policiales” y declarando que “las conversaciones se llegaron a suspender después de que se cometiera una masacre en la que más de doscientas personas fueran asesinadas a machetazos. Sin embargo, al día siguiente, los encuentros secretos continuaron. Mantener puertas abiertas y un diálogo secreto es importante”.
En referencia al órdago lanzado por Ibarreche al gobierno español, los mediadores sudafricanos declararon que “cualquier iniciativa de buena fe dirigida hacia la búsqueda de una solución pacífica al conflicto merece tenerse en cuenta”.
Meyer y Currin cerraron ayer un una primera ronda de contactos reuniéndose con Pernando Barrena, Rufi Etxeberria y Arantxa Santesteban, como representantes de Batasuna.