Lo más notable de la Diada nacionalista celebrada ayer en Cataluña fue el momento en que, cuando Torra realizaba la ofrenda en el monumento a Casanova, empezó a sonar a todo volumen el himno de España. Esto lo dice todo sobre lo que pasó ayer. Si esto fue lo más relevante, si esta anécdota se comió al resto de noticias, el fracaso del separatismo no puede ser más estrepitoso.
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Dicho esto, los autores de la interferencia sónica fueron buscados e identificados por los Mossos llegándose a temer en algún momento que fueran detenidos y acusados de desórdenes públicos. Ya saben:
-Llenar todo de lazos amarillos, libertad de expresión.
-Poner el himno nacional, desorden público.
-Silbar el himno nacional, libertad de expresión.
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La viralización del suceso seguramente favoreció a los autores de la performance ya que con el foco de toda España puesto sobre ellos seguramente resultaba más complicada su represión, que no obstante no está claro todavía cuál puede ser, y si puede llegar en forma de sanción administrativa, señalamiento u otra cualquiera.
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No está de más indicar que el himno de España en el homenaje a Casanova resulta por lo demás de lo más apropiado. Pese a la completa adulteración de la historia por parte del nacionalismo catalán, Casanova era un patriota español, que en la Guerra de Sucesión (no de secesión) de 1714 apostó por los Habsburgo en vez de por los Borbones, en el marco de un conflicto que afectó a toda España y no sólo a la España penínsular, sino a la España americana y a media Europa. Lo que se dirimía por tanto en aquella guerra era quién se convertía en rey de España y de ninguna manera la independencia de Cataluña. Basta por lo demás con acudir a la literalidad del famoso bando publicado por Casanova para ver que si algo no sobraba en su homenaje era precisamente el himno de España:
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“Se hace saber, que si luego, inmediatamente de oído el presente pregón, todos los naturales, habitantes y demás gentes hábiles para las armas no se presentan en las plazas de Junqueras, Born y Plaza de Palacio, a fin de que unidamente con todos los Señores que representan los Comunes, se puedan rechazar los enemigos, haciendo el último esfuerzo, esperando que Dios misericordioso, mejorará la suerte. Se hace también saber, que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus cargos, explican, declaran y protestan a los presentes, y dan testimonio a los venideros, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, protestando de todos los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida Patria, y exterminio todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía, que todos como verdaderos hijos de la Patria, amantes de la Libertad, acudirán a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España, y finalmente dicen y hacen saber, que si después de una hora de publicado el pregón, no comparece gente suficiente para ejecutar la ideada empresa, es forzoso, preciso y necesario hacer llamada y pedir capitulación a los enemigos, antes de llegar la noche, para no exponer a la más lamentable ruina de la Ciudad, para no exponerla a un saqueo general, profanación de los Santos Templos, y sacrificio de niños, mujeres y personas religiosas”.
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Hablando de cosas que sí podían sobrar en el homenaje a Casanova, podríamos referirnos en todo caso a la delegación enviada por el PNV. Por un lado, dentro de la guerra civil que representó la Guerra de Sucesión, resulta que los vascos estaban con los Borbones y por tanto contra Casanova, los catalanes y los Habsburgo. Por otra parte, nadie ha defendido con más ardor la españolidad de Cataluña como lo hizo Sabino Arana en un artículo publicado en 1897 titulado “El catalanismo”:
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“Cataluña es, pues, española por su origen, por su naturaleza política, por su raza, por su lengua, por su carácter, por sus costumbres. Si hay diferencias antropológicas, de carácter y de costumbres entre los catalanes y los demás españoles, no son mayores diferencias que las que existen entre los hijos de unos mismos padres. Su idioma es como el castellano, el gallego, el valenciano, etc, hijo inmediato del latín”.
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Como colofón del desastre, la manifestación de este año ha sido la más floja de la última década. La policía municipal de Colau cifró la asistencia en 600.000 personas, que podría parecer mucha gente si no fuera porque el año pasado la cifró en 1 millón. Obviamente ambas cifras son mentiras, aunque podría ser cierta la proporción en cuanto al descenso. Por más que estiremos los metros en razón de las vistas aéreas, es difícil sacar más de 67.000 metros cuadrados ocupados por los manifestantes, y no sólo es que sea imposible meter a 10 personas en un metro cuadrado, sino que las fotos indican más bien que no había ni un manifestante por metro. Es decir, que podríamos estar hablando de menos de 67.000 separatistas manifestándose. Un auténtico fracaso tanto en términos absolutos como comparativos.
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