POLITICOS Y SINDICATOS EN EL 23-F < P.T. El recuerdo del 23 de 1981, ayer hizo 25 años, ha servido para la polémica, como parece propio en un país que vive inserto en la crispación. La presión política nacionalista ha puesto al mismo nivel el papel de sindicatos y partidos políticos con el de don Juan Carlos. El despropósito resulta evidente: nadie sabe dónde estaban los políticos al margen del hemiciclo, los ahora valientes nacionalistas, en aquellos tiempos desaparecieron durante unas cuantas horas de cualquier lugar público. Las carreteras y pistas forestales de Navarra, por Baztán y Roncesvalles, fueron testigos de los apresurados viajes de nacionalistas y sindicalistas al otro lado de la frontera. Su actitud más notable fue huir. Posiblemente era lo único que podían hacer y no se les puede reprochar su actitud, porque la heroicidad y la coherencia no es materia frecuente en este personal. Pero por lo mismo, tampoco es necesario recordarles como héroes de un golpe de estado de opereta, porque sencillamente desaparecieron. El Jefe del Estado se mantuvo en su puesto y salió al paso de una situación complicada, consciente de que si aquello no salía bien, él sería uno de los primeros llamados a desaparecer. Nos encontramos con otra manipulación de la historia, con el agravante de que la mayoría de los testigos de aquello estamos vivos. Es conocido qué políticos navarros y qué sindicalistas viajaron en el maletero de vehículos para salir de Pamplona y procurarse el salto al otro lado, así que resulta hiriente leer como relevante el papel de los partidos. Suele ocurrir en las dictaduras que después de hacerse con el presente, los dictadores reescriben el pasado y se instalan en el futuro. España hoy no es una dictadura pero el comportamiento de determinados políticos y sus actitudes con respecto a la historia dan mucho que pensar. P.T.