La periodista Cristina Losada ha recuperado en un artículo publicado en Libertad Digital el contenido de las actas de la sesión parlamentaria en la que se debatió la reforma del Código Penal de 1995, esa que realizó el PSOE eliminando el término “violación” e introduciendo la ahora denostada distinción entre “abuso” y “agresión”, suavizando además las penas correspondientes. Si saber esto con carácter general ya resultaba ayer ilustrativo respecto a la torpeza y la hipocresía de la izquierda y el feminismo, los detalles de los discursos con las cosas que se dijeron concretamente sobre este asunto deberían producirle hoy a la izquierda auténtico sonrojo.
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El portavoz del Grupo Popular en aquel debate, el diputado Antonio Pillado Montero, criticó el texto penal que se iba a introducir porque, argumentaba que:
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Se aparta de la terminología tradicional en nuestro Derecho Penal al dejar de llamar a las cosas por su nombre, y así la violación ya no se va a llamar violación ni el estupro, estupro. A partir de ahora la violación se va a llamar algo así como agresión sexual con acceso carnal (…) mientras que el estupro se llamará abuso sexual (…). Estas novedades terminológicas no aportan (…) ninguna mejora en la política penal respecto a delitos tan frecuentes y que tanta alarma y tanta inquietud producen en la ciudadanía, ni contribuyen a otra cosa más que a la confusión.
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El diputado popular añadía en su intervención que:
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La rebaja de penas de todos los tipos que se consideran en este Título es preocupante, incluso alarmante, teniendo en cuenta precisamente la gran proliferación de los delitos contra la libertad sexual y la gran inquietud que están creando.
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Se las empieza llamando simplemente abusos sexuales, mientras que cuando hay violencia o intimidación se las llama agresiones sexuales, con lo cual se considera más indefensa a una persona, por ejemplo, de veinte años que a otra de once años o privada de sentido.
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Por contra el portavoz del PSOE, el diputado Pedro Jover Presa, indicaba que:
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Se trata de superar una concepción, que muchos creemos trasnochada, de estos delitos, en la que básicamente el bien jurídico que se protegía era lo que se llamaba la honestidad.
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Comprendemos que es un problema de nombre, pero también de algo más, porque detrás de éstos hay concepciones que querríamos superar, señor Presidente, no nos engañemos.
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No podemos aceptar, no podemos votar favorablemente las propuestas que hemos escuchado, que pretenden incluir, concretamente en el artículo 174, el nomen iuris de la violación.
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Desde luego sería muy ventajista aprovechar esto ahora para decir que la izquierda en España se equivoca siempre en todo, cuando sólo se equivoca casi siempre y particularmente en las cuestiones fundamentales.
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Un comentario
La izquierda y su autocomplaciente superioridad moral basada en la farfolla de encantadores de serpientes y flautistas de Hamelin varios