Ahora que estábamos asimilando el consejo de ser prudentes, rozando la petrificación, respecto al caso de la manada okupa, va el Ayuntamiento de Pamplona ayer y se presenta ante los juzgados solicitando personarse como acusación popular, tras confirmarse la existencia de un procedimiento de diligencias previas por una presunta agresión sexual, instruido por el Juzgado de Instrucción número 2 de Pamplona. Recordemos que la denuncia se puso el 13 de abril y hace días que los detalles se han hecho públicos a través de los medios. Diario de Navarra, por ejemplo, informaba el domingo de que la denunciante había salido de fiesta el día 12, que conoció a un hombre, que le invitó al inmueble municipal en el que casi todos los pisos están okupados, que por la mañana se despertó desnuda junto a un hombre desnudo sin recordar nada, de lo que dedujo que había sido drogada y agredida sexualmente. Al intentar salir del inmueble, según su relato, otros dos hombres se interpusieron en su camino y le obligaron a mantener relaciones sexuales. La mujer añade que se sintió intimidada ante la cantidad de gente que había en el edificio.
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La decisión de presentarse como acusación particular, argumenta el consistorio, busca ahora “defender los derechos de la víctima ante unos hechos que se califican como de especial gravedad habiendo tenido lugar los mismos en el término municipal de Pamplona”. En repulsa a lo ocurrido el Consistorio convocará hoy, 11 días después de la denuncia, una Junta de Portavoces extraordinaria.
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El Ayuntamiento muestra el “total apoyo a la presunta víctima” y el “máximo respeto para preservar sus derechos e identidad”. De confirmarse los hechos, se cumplirá el protocolo previsto para estos casos poniendo a disposición de la víctima los recursos municipales necesarios.
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La nota publicada, por otro lado, reitera que “decretado el secreto de sumario sobre los hechos se hace un llamamiento a la prudencia evitando informaciones no contrastadas por fuentes oficiales que puedan ahondar en la confusión de lo ocurrido”.
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Pues qué bien.
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Pero qué diferente de otros casos.
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Los mismos colectivos que colgaban pancartas con la otra manada decapitada, ahora guardan un silencio estentóreo y un escrupuloso respeto al anonimato de los investigados, sus compañeros, de los que a diferencia de otros casos no conocemos sus caras ni tampoco sus datos.
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Y está muy bien.
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Pero qué distinto a esos otros casos.
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Ahora lo prudente, efectivamente, es esperar al progreso de las investigaciones y a ver qué determina la Justicia. Porque parece ser que en este caso la Justicia puede decidir independientemente si hay caso y culpables o no.
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Y está muy bien.
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Pero qué distinto de cuando la Justicia sólo podía emitir un veredicto de culpabilidad sin cuestionar lo más mínimo la versión de la víctima, su comportamiento durante el suceso, sus motivaciones, sus actitudes previas y sus contradicciones, porque cualquier duda era carecer totalmente de humanidad y no querer entender que una mujer en semejante situación es normal cualquier cosa que haga dada la anormalidad de la situación, alegando que quién sabe cúal es en tales casos la reacción normal o anormal. Por consiguiente la Justicia sólo podía condenar a los acusados con penas incluso superiores a las previstas en la ley, si las penas previstas en la ley parecían insuficientes a la luz del escándalo mediático generado. O habría que rechazar y condenar las resoluciones judiciales como expresión de una justicia heteropatrialcal y genocida, evidenciando la necesidad de enviar a los jueces a campos de reeducación.
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Qué bien que esto ya no sea así al parecer.
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Qué bien que ahora todos estemos deseando que los hechos se investiguen, se apoye y atienda a al víctima y se castigue con todo el peso de la ley a los culpables si se prueba que lo son, pero sin dinamitar un principio básico como es la presunción de inocencia, incluso el de la gente detestable cuando resulta acusada. Porque es duro contener la ira en ciertos casos, pero la alternativa es la jungla.
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O a lo mejor las cosas no van tan bien como pensamos a la vista de este caso.
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Es decir, ¿qué significa este nuevo comportamiento prudente del Ayuntamiento, los partidos de progreso y los colectivos feministas? ¿Que han evolucionado en su manera de pensar o que la prudencia y la contención depende del perfil ideológico de los sospechosos? Porque si es así, en vez de mejor estamos mucho peor aún.
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Y claro, tampoco se puede olvidar que estamos en plena campaña electoral. Y que a lo mejor todo hay que medirlo en virtud de eso. O sea, que los días pasados todos petrificados y silenciosos pero, aireado ya el caso a la opinión pública, ante la indignación de los ciudadanos toca más bien empezar a moverse ahora y presentarse como acusación particular. O a lo mejor es sólo que el Ayuntamiento es un poco lento, en algunos casos. Pero claro, ya hemos visto cambiar radicalmente de criterio al mandarinato cuatripartito en otros casos como el del medicamento de Izan. Ojo, que lo actuado en uno y otro caso a lo mejor es lo que había que hacer. El problema es si el motivo por el que se hace no tiene otra lógica que el interés electoral. Porque el interés electoral en un momento dado puede ser salvar a los niños y en otro tirarlos al mar. Y porque hay principios que se deben respetar sea cual sea el acusado, el interés y el momento electoral, cuando se tiene algún sentido de la moral.
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