En realidad está muy bien que el PSN y Bildu vayan a apoyarse mutuamente en el Ayuntamiento de Estella para poner a una calle el nombre “Las Trece Rosas” y a otra “Emilia Arraiza”. Es decir, sin este tipo de iniciativas es posible que hoy no volviéramos a hablar de las 13 rosas y de la memoria histórica y que con ello la gente perdiera una nueva oportunidad de saber que las 13 rosas y las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) en las que militaban ni remotamente defendían la democracia, como las propias Juventudes Socialistas reconocían.
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Como seguramente es bien conocido, las 13 rosas eran otras tantas jóvenes detenidas tras acabar la Guerra Civil por el régimen franquista, la mayoría de ellas militantes de las JSU, que fueron fusiladas en 1939 por su oposición al nuevo régimen, como represalia por un atentado (en el que ellas no habían participado) y también como advertencia frente a futuras acciones violentas. El PSN justifica la dedicatoria de la calle afirmando que se trataba de “unas mujeres luchadoras por la libertad, la igualdad y la justicia social, en definitiva por la democracia”.
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Antes de nada se hace preciso señalar que, aunque fue trágico, lamentable y condenable que se fusilara a aquellas mujeres, no es ese el debate. Es decir, todos estamos de acuerdo en que fue horrible, trágico, lamentable y condenable que sucediera aquello. No hay discusión en este sentido. Dicho esto, no obstante, es importante rescatar la verdad material respecto a lo que eran las JSU en las que militaban aquellas jóvenes y cuáles eran sus ideales, porque en absoluto eran ideales democráticos y por tanto es rotundamente falsa la argumentación que se ofrece para dedicarles una calle.
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Demostrar que las Juventudes Socialistas no defendían la democracia y que además justificaban la violencia contra sus rivales resulta en realidad algo muy sencillo, porque las Juventudes Socialistas tenían un diario propio que se llamaba “Renovación”. En la cabecera de esta publicación, de hecho, se podía leer “Organo de la Federación de Juventudes Socialistas de España”.
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Obviamente habría muchas publicaciones de ese diario que confirmarían su discurso totalitario (la portada anterior es un buen ejemplo), pero es que además las Juventudes Socialistas tenían hasta un “Decálogo” que su propio diario publicó el 17 de febrero de 1934, por tanto en pleno período republicano y mucho antes de la Guerra Civil, de Franco, de la represión franquista y de todos los horrores que se desataron después. El punto octavo de ese “Decálogo”, por ejemplo, determina que:
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“La única idea que hoy debe tener grabada el joven socialista en su cerebro en que el socialismo sólo puede imponerse por la violencia, y que aquel compañero que propugne lo contrario, que tenga todavía sueños democráticos, sea alto, sea bajo, no pasa de ser un traidor, consciente o inconscientemente”.
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El punto séptimo, por su parte, señala al joven socialista que “Ha de acostumbrarse a pensar que en los momentos revolucionarios la democracia interna en la organización en un estorbo. El jefe superior debe ser ciegamente obedecido, como asimismo el jefe de cada grupo”.
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El décimo punto del decálogo ordena “sobre todo esto: armarse. Como sea, donde sea y “por los procedimientos que sean”. Armase. Consigna: Ármate tú, al concluir arma si puedes al vecino, mientras haces todo lo posible por desarmar a un enemigo”.
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Estos 10 puntos son por consiguiente la auténtica forma de pensar de la organización en la que militaban las 13 rosas y en este sentido no hace falta añadir nada, sino simplemente reproducir tal cual el “Decálogo” que ellos mismos profesaban. Para quien tenga alguna duda, en este enlace se puede consultar el ejemplar completo de Renovación en 1934 en el que se publicaba el “Decálogo”.
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Los desconfiados recalcitrantes, si lo prefieren, pueden descargarse directamente el ejemplar de la hemeroteca online de la Fundacion Pablo Iglesias. Obviamente habrá quien ni aún así pueda aceptar la realidad de las Juventudes Soclialistas ya en 1934. Lamentablemente la verdad es algo que se puede mostrar, pero que no se puede obligar a aceptar. La verdad sólo la acepta el que la busca con honestidad.
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http://archivo.fpabloiglesias.es/files/Hemeroteca/Renovacion/1934/2-1934/130.pdf
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