No es infrecuente que traigamos a analizar en Navarra Confidencial noticias de medios de ideología opuesta a la nuestra. No resulta extraño por tanto que vayamos a basar esta reflexión en una noticia de Público. Lo raro es que en este caso coincidimos completamente con Público.
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La noticia a la que nos referimos denuncia el tráfico de órganos en países del Tercer Mundo, partiendo de la imagen de un grupo de hombres filipinos que muestran al fotógrafo la cicatriz de la operación en la que donaron un riñón a un receptor del Primer Mundo. Bueno, en realidad no donaron, sino que vendieron. Y con toda probabilidad ni siquiera vendieron libremente, sino forzados por una situación de penuria o necesidad extrema.
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Público tiene en este caso el buen criterio de comparar y extender el cuestionamiento de esta práctica a la llamada “gestación subrogada”. ¿Nos vamos a escandalizar de que se venda un riñón si no nos escandalizamos de que se venda un niño? ¿Y cómo lo llamamos a esto de vender un riñón? ¿Donación subrogada? Por más vueltas que se le de, es difícil encontrar el lado humanitario, ético y moral de todo este asunto.
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Por concluir yendo un paso más allá que Público, podríamos ampliar el cuestionamiento de la donación subrogada y la gestación subrogada un poco más aún, llevándolo hasta el aborto. ¿Está mal entonces vender un niño pero es aceptable matarlo?
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Como elemento positivo final resulta alentador que aún haya cuestiones en el orden moral en las que pueda existir una coincidencia entre la derecha y la izquierda. Prácticas tan horribles que repugnan, al margen de su ideología, a cualquier persona desde un punto de vista prepolítico. Cosas tan abominables que uno no las rechaza menos por un motivo tan ridículo como ver que también las rechazan sus rivales políticos. Sería bueno ampliar todo lo posible ese círculo.
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